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Las confesiones de Zazza, el polémico youtuber italiano que entrevistó sicarios en Colombia
Zazza es un polémico youtuber con una pasión que pocos envidian: recorrer los sectores más sórdidos de las grandes ciudades. Colombia estuvo en sus planes. Relato de un hombre que no conoce el miedo.
Se llama Federico Zompichiatti, tiene 31 años y es italiano. Y visto de esa manera, es un completo desconocido. El asunto cambia cuando lo llaman Zazza, el nombre con el que lo conocen millones en el mundo gracias a su trabajo como youtuber.
No habla de moda, de ejercicios o de dietas. Tampoco se para frente a la pantalla para proponerles a sus seguidores (1,31 millones solo en YouTube) retos absurdos, como hacen otros generadores de contenido. Lo suyo es un ‘deporte extremo’ bien particular: visitar los lugares más sórdidos y peligrosos de las grandes ciudades. Contar sus miserias, sus dramas, sus riesgos. El drama social que se escribe diariamente en esos lugares.
Nacido en Údine, Italia, no fue hasta 2016 que se trasladó a Barcelona. Y el hombre no se detiene mucho para contar sus orígenes. Hasta antes de la pandemia y después de estudiar negocios internacionales, trabajaba como coctelero. Pero el encierro obligatorio del covid-19 lo puso a reflexionar como a millones de personas y tomó la decisión de replantear su vida. ¿Ese trabajo que tenía lo hacía realmente feliz? Tenía que ponerse las pilas, pensó, “si quería ser alguien en la vida”.
Así nació un canal de YouTube que pronto se hizo viral. Su primer video, publicado el 6 de marzo de 2022, ayudado con una GoPro, lo grabó en El Raval de Barcelona, tuvo un éxito arrollador.
Solo pocos meses después, con apenas 500 seguidores, alcanzó rápidamente el millón de reproducciones. Incluso, el popular youtuber Ibai Llanos comentó su video en directo.
Es que El Raval no es un barrio cualquiera. Si bien es un área vibrante de la capital catalana, que acoge exhibiciones de vanguardia en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona y el Centre de Cultura Contemporània, también está marcada por la delincuencia.
De hecho, cuenta que en alguna oportunidad un grupo lo intentó atracar y cuando un transeúnte se animó a ayudarlo, estos lo estrangularon. Es una imagen que, confiesa, viaja con él a todos lados.
El video tiene un título del que no se puede salir ileso: “300 robos al día”. Y Zazza fue, conoció y narró. Habló con la gente, para lo cual dice tener una pasmosa habilidad. Y luego contó lo que vio sin filtros. Ese, dice en SEMANA, es precisamente el éxito de sus producciones, que no paran de sumar reproducciones.
Una década atrás, gracias a la experiencia de un amigo cercano, aprendió del mundo de los youtubers, que incluso podía convertirse en una fuente de ingresos.
Pero Zazza, en ese entonces, no se sintió listo para dar el paso. Abrió un primer canal que no funcionó. La pandemia y una fuerte depresión cambiaron los planes. Hoy, ya enumera con orgullo las grandes ciudades y países a los que se ha asomado y de los que ha contado el lado B con gran éxito: Rumania, Bulgaria, Montenegro, Albania, Francia, Inglaterra, Marruecos, Argentina, México y Colombia. Su próximo destino será Venezuela.
Peligro en Colombia
Atraído por las noticias que leía frecuentemente en las redes sociales, puso a Colombia en la mira. Y acá estuvo varias semanas, recorriendo sectores de Bogotá, de Cali y de Medellín por los que otros seguirían de largo.
Antes de viajar, buceó un rato por Google: “ciudades más peligrosas de Colombia”. Y el menú fue variado: Cali, que es la número 32 en todo el mundo; Bogotá, Palmira, Medellín. Luego, afinó más la búsqueda y rastreó los barrios más peligrosos en cada una. “Dónde se puede ir de día y dónde no es mejor de noche”, cuenta.
En la capital del país se paseó por el barrio Santa Fe, en el centro más marginal y frío de los bogotanos. Y los protagonistas de sus recorridos, en los que por primera vez se dejó acompañar de la Policía, fueron las prostitutas del sector, los delincuentes y una particular ‘oficina’.
“Se llama la oficina del sicariato. Son personas que se encargan de matar a otros por encargo y una cantidad de dinero más bien poca”, relata Zazza.
Ese lado sórdido de Bogotá lo ‘acogió’ por dos semanas. Y Zazza hizo lo de siempre: habló con taxistas, peluqueros, vendedores. Se ganó su confianza y llegó a esos personajes ordinarios que él convierte en extraordinarios. “Soy una persona que les tiene miedo a pocas cosas, el peligro no me asusta, por el contrario, es una motivación. Claro, a veces el miedo aparece en ciertos lugares, barrios que te retan, en los que el ambiente es pesado, en donde hay miradas de desconfianza y recelo”, confiesa Zazza.
De esa visita resultó un video que levantó ampolla y ofendió a miles de colombianos. Se llama Los sicarios de Bogotá. Ya el nombre, de por sí sugestivo, se queda corto frente a las confesiones de sus protagonistas: “Llevo 13 años dándole piso a la gente” (...) “Yo te mato hasta gratis” (...) “El que no haya robado es un mentiroso” (...) “A mí el que me la hacía, me la pagaba”.
Zazza también viajó a Medellín para explorar y documentar la angustiosa vida de las trabajadoras sexuales y las personas trans. De ese recorrido resultó el video ‘El negocio de la prostitución’, que tampoco pasó inadvertido. Tampoco se perdió la oportunidad de conocer Cali, de la que había escuchado hablar por cuenta del famoso cartel que llevó el nombre de la ciudad.
Zazza decidió visitar la Comuna 15, que comprende barrios como Mojica, El Retiro, El Vallado, Comuneros, donde las pandillas y asesinatos son la regla, no la excepción. Y mediante un video que dura alrededor de 40 minutos, el italiano que no sabe lo que es el miedo relató su experiencia. En las primeras imágenes se le ve llegando al lugar en taxi. Sin embargo, después desciende del vehículo advertido por el conductor: “Hasta aquí llego yo. Esto acá es muy peligroso”.
“Descubrí que es un lugar donde la violencia y el abuso de sustancias ilegales está a la orden del día”, dice el italiano. Para cualquier otro habría sido una advertencia. Para Zazza, en cambio, era la señal de que no estaba en el lugar equivocado.