Televisión
“Las mujeres ya trabajamos, facturamos y no lloramos”: Paola Turbay y su exitoso regreso a la televisión
El regreso de Paola Turbay a la televisión no pudo ser mejor: desde el estreno de ‘Ana de nadie’, conquistó el horario prime y tiene pegados a los colombianos cada noche a esta historia, en tiempos en los que la televisión abierta parecía en peligro de extinción.
En junio de 2022, Paola Turbay se enteró de que el Canal RCN planeaba hacer por primera vez en Colombia el remake de la exitosa serie Señora Isabel, que había hecho historia 30 años atrás en la televisión nacional y levantado polémica al mostrar una historia de amor entre una mujer madura y un hombre mucho más joven, bajo las soberbias interpretaciones de Judy Henríquez, Álvaro Ruiz y Luis Mesa, y los libretos y la dirección del gran Bernardo Romero Pereiro.
Pero, curiosamente, después de leer los primeros diez capítulos, el papel que llamó la atención de la exreina no fue el de Ana Ocampo, la protagonista. Quería quedarse con el personaje de Violeta, la amiga divertida y liberada que no cree en los convencionalismos ni en la aparente vida perfecta del matrimonio y los hijos.
Un personaje que, en la historia original y de manera inolvidable, interpretó la fallecida actriz María Eugenia Dávila. A Paola entonces se le hacía un verdadero reto.
Sin embargo, desde que por los pasillos del canal comenzó a circular la idea de recrear esta historia y conquistar un rating que por años había estado esquivo, se había pensado en Turbay como protagonista. Era la ideal, le dijeron. Y ella aceptó, pese a que confiesa que los remakes le producen “miedo” pues no se sabe con certeza la reacción de las audiencias.
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Pero, el resultado ha sorprendido incluso a las propias directivas del canal. Ana de nadie llegó a las noches, en marzo pasado, con una fuerte rival: una novela estelarizada por otra reina muy querida por los colombianos y también virreina universal de la belleza, Carolina Gómez. Sin embargo, ha sido tal la fuerza de la historia recreada por Turbay, que obligó a su competencia a sacar del aire a Ventino.
Desde entonces, noche tras noche, Ana de nadie se convirtió en el tema de conversación en los hogares, en los cafés, en las oficinas. A muchos les recuerda fenómenos como Yo soy Betty, la fea, pues solo en la noche de estreno sumó más de 9 millones de usuarios conectados por televisión e internet. Una verdadera hazaña en tiempos en que la televisión abierta parece en vías de extinción.
Más allá de eso, era la oportunidad de Paola Turbay de volver a trabajar en Colombia, después de varios años en Estados Unidos, en donde participó en numerosos proyectos actuando en inglés, hasta que estalló la pandemia: “No estaba dentro de mis planes volver a trabajar en Colombia, pero cuando me llega esta historia, tan bonita, dije que sí”.
Lo recuerda bien Jimena Romero, quien recogiendo el legado de su padre Bernardo Romero, se encargó de dar vida a los libretos de este remake y de poner en tiempo presente la historia de una mujer que en la madurez de su vida, creyendo que tenía un hogar estable, se enfrenta al engaño del marido y a un divorcio. “Nos pareció genial que fuera Paola. Eso iba a hacer muy creíble la historia. Porque uno dice: si a una mujer como ella, cuidada, dulce, bella, la deja el marido, es porque en realidad es una situación que le pueda pasar a cualquiera”, dice Jimena a SEMANA.
Así lo sintió también Turbay, quien se conectó con el personaje de Ana sin dificultad porque siente que perfectamente “puede ser una de mis amigas. O una vecina. Creo que eso ha sido lo que ha conectado a los colombianos con la novela, que lo que les pasa a cada uno de los personajes se ve cotidiano, real, cercano, lo conversa la gente al día siguiente y dice: ‘Eso me pasó también’. Que eso que le pasó a Ana le puede pasar a cualquier mujer a esa edad. Y no solo el sentirse traicionada, también el hecho de que se sienta empoderada, con la energía para comenzar de cero cuando sea necesario”. Hoy, Paola reconoce que el de Ana Ocampo es el “papel de su vida”.
Le ha ofrecido la realización artística con la que soñaba desde que estaba en el colegio “y anhelaba estudiar arte y ser actriz. Desde esa época ya me ofrecían papeles, en producciones como Quieta Margarita. Desde los 14 años yo hacía comerciales de televisión y tenía planes de meterme en teatro musical, pero la vida primero me fue llevando por otros caminos”.
Un personaje que le llegó cuando menos lo esperaba, a sus 52 años. “Lo que es un verdadero hito”, como lo subraya su colega de set Jorge Enrique Abello (Horacio Valenzuela), quien celebra “que la televisión esté cambiando esos paradigmas y se apueste por mujeres maduras para convertirse en protagonistas. Eso le ha generado empatía a mucha gente en la calle”.
Paola, sin embargo, deja claro que a pesar de que este personaje no le implicó una gran transformación física, Ana y ella son muy distintas. “¡Mucho! Yo soy mucho más fría en ciertas situaciones y a veces más impulsiva. Además, la vida que hemos llevado es muy diferente, ella dejó absolutamente todo, hasta su carrera, por dedicarse al hogar. Yo traté de mantener las dos cosas, mi hogar y mi trabajo. Ha sido muy difícil, pero lo he logrado, se puede”, dice la actriz. Admite, no obstante, que ambas se parecen en que creen “firmemente en la familia, en el amor, en que la gente se puede equivocar y que merece otra oportunidad. Pero cuando ya han demostrado que no, pues que no hay nada que hacer. Somos sensatas y sabemos decir adiós”, asegura la actriz a SEMANA.
Ana de nadie, agrega Paola, es el proyecto actoral del cual se siente más orgullosa. “No me he emocionado así con ningún otro proyecto, ni siquiera en Estados Unidos. Solo sentí esto cuando me entregaron el cartón de psicóloga o con mi primer papel. Pero, de resto, nunca me había emocionado tanto con un personaje. Ha sido lo más emocionante que he hecho en mi vida”, relata la exreina.
La actriz deja salir su oficio como psicóloga, carrera de la que se graduó en la Universidad de los Andes, por los tiempos en que fue elegida como la mujer más bella de Colombia, para analizar lo que ha significado representar a una mujer madura que decide apostar por el amor de un hombre más joven: “Queramos o no, vivimos todavía en una sociedad machista. Uno pensaría que como han pasado 30 años desde Señora Isabel, el país ha cambiado y eso ahora es más normal, pero no. Ahora, este tipo de relaciones son cada vez más frecuentes, porque también las mujeres hemos aprendido en todo este tiempo que los años no significan vejez, sino oportunidad. Nos cuidamos más, somos más conscientes de nuestra salud, de nuestro cuerpo. Porque hoy día las mujeres ya trabajamos, facturamos y no lloramos. Entonces, cada vez estamos más a la par de los hombres”.