Realeza
Las peores embarradas del imprudente esposo de la reina Isabel II
Felipe de Edimburgo, quien está a punto de cumplir 100 años y cuya salud preocupa porque acaba de ser hospitalizado, es famoso por su lengua mordaz y sin control, que le hace soltar perlas chistosas, pero que le han valido también calificativos de cruel y racista.
Pocos como él en la realeza pueden contar una historia tan singular. Nació siendo príncipe de Grecia y Dinamarca, en Corfú en 1921 y tras una infancia marcada por el abandono de su padre, Andrés de Grecia, y la locura de su madre, Alice de Battenberg, más las amenazas de derrocamiento de la monarquía, se enamoró de su prima Isabel, hija del rey George VI cuando ella tenía 13 años.
Tras la boda, sacrificó su carrera militar, fue satirizado como un palo en el fango, pues era visto como un foráneo y nadie sabía decirle cuáles eran sus funciones.
En un editorial, The Times explicó una vez que su mérito ha sido crear ese rol a la medida de su personalidad mordaz, burlona, visionaria y con una sabiduría que le permite aconsejar: “No hables de ti mismo”.
Si Isabel es la jefa del Estado, él es el jefe del hogar y se le reconoce como el fundador de la familia real moderna, aunque con desaciertos, como su rigidez con su hijo mayor, Carlos, heredero al trono.
Felipe pasará a la historia como el súbdito más leal de la reina, pero también como el hombre que no se “editaba” para hablar, lo que ha dejado libros y extensas recopilaciones de sus jocosas impertinencias como las siguientes.
-”Declaro esto abierto, sea lo que sea”. En su visita a Canadá en 1961.
-”Esto parece la alcoba de una mujerzuela”. Al ver el cuarto de su hijo Andrés y su esposa Sarah Ferguson.
-”Pero estás muy gordo para ser astronauta”. A un niño de 13 años que le contó que quería ir al espacio.
-”Usted es una mujer, ¿no es así?”, a una nativa keniana que le entregó un regalo en 1984.
-”Si se quedan mucho tiempo aquí van a terminar con los ojos rasgados”. A unos estudiantes británicos en China en 1986.
-”¿Y casi todos ustedes descienden de piratas?”. A un millonario de las Islas Caimán en 1994.
- Al canciller alemán Helmut Kohl le dio la bienvenida en 1997 llamándolo “Reichskanzler”. El último canciller alemán que uso ese título fue Adolfo Hitler.
-”Los niños van al colegio porque sus padres no los quieren en casa”. A la nobel y activista por la educación Malala Yousafzai en 2013.
-”Cuando un hombre le abre la puerta del carro a su esposa, es porque se trata de un nuevo carro o de una nueva esposa”.
- En Australia, durante una visita oficial, le expresó a un aborigen: “¿Y ustedes todavía se tiran flechas?”.
-”Las inglesas no saben cocinar”, sentenció en 1966.
-”¿Y tú con qué haces gárgaras? ¿Con piedras?”, le preguntó al cantante Tom Jones, famoso por su voz ronca.
-”¿A cuántos has atropellado esta mañana con esa cosa?”, interrogó a un discapacitado que se movilizaba en una moto adaptada especialmente para él.
-”¿Trabajas en un club de striptease?”, le preguntó a la cadete Elizabeth Rendle cuando ella le contó que también laboraba en un sitio nocturno.
-”¡Cómo no van a estar sordos!”, les musitó a un grupo de niños con discapacidades auditivas que conoció en el Caribe justo cuando estaban cerca de una banda de rock.
-”La gente piensa que en Gran Bretaña hay un rígido sistema social. Pero hay duques que han desposado a bailarinas. Algunos hasta se han casado con americanas”.
-”No creo que una prostituta tenga una mejor moral que una esposa, pero ambas hacen la misma cosa”.
-”Cada mujer con la que hablo, termina diciendo que me acosté con ella. Bueno, me siento halagado de que las chicas estén interesadas en mí a mi edad”, dijo en 2006, cuando tenía 85 años.
-”¿Y cómo hacen para mantener a la gente de aquí lejos de la bebida el suficiente tiempo como para pasar la prueba?”. A un instructor de conducción en Escocia, cuyos nativos tienen fama de ser muy afectos a beber alcohol.
-”Ustedes tienen a los mosquitos. Yo tengo a la prensa”, bromeó con la madrina de un hospital en el Caribe, refiriéndose al constante acoso de los fotógrafos.
-”¿Qué está usted haciendo aquí?”, le preguntó a un periodista de The Independent, quien le respondió: “Me invitaron”, a lo que Felipe replicó: “Pues no debió venir”.
-”¿Ustedes son una sola familia?”, fue su apunte cuando asistió a la presentación de un grupo de danzas cuyos integrantes eran de las más diversas razas.
-”Lo que no se tira pedos o come hierba, a ella no le interesa”: sobre su hija, la princesa Ana, cuando participó como equitadora en los Juegos Olímpicos en 1976.
-”Solo soy una pinche ameba”, se quejó, cuando Isabel decidió que sus hijos no llevaran el apellido de él, Mountbatten, sino el de ella, Windsor. Hoy, los nietos son Mountbatten-Windsor.