ESCÁNDALO

Lauren Wendy Sánchez: la mujer que tiene el corazón de Jeff Bezos

El hombre más rico del mundo anunció su retiro de Amazon. Es un punto final de dos años muy convulsionados, que tienen atravesada en su vida una historia de infidelidad, chantaje y amor.

4 de febrero de 2021
De hombre familiar y austero, Bezos pasó a ser con Lauren una persona dada a excesos, lo que ha cimentado su imagen de poco comprometido con los problemas del mundo.

La vida de Jeff Bezos ha sido el último año de película. El magnate, el más rico del planeta, anunció que dejará la gestión diaria de Amazon, el multimillonario negocio que él creó desde el garaje de su casa y que se convirtió en un imperio.

Este era apenas un punto más del sorprendente giro que dio su vida en el último año, tras divorciarse de su esposa, ser chantajeado por hackers y encontrarse en medio de un escándalo en cuya trama había extorsión, fotos íntimas y una amante, todo con su enemistad con el entonces presidente Donald Trump como telón de fondo.

En medio de toda esa trama siempre hubo una protagonista: Lauren Wendy Sánchez. La periodista y piloto de helicópteros es desde hace dos años el gran amor de Bezos. Separada y con hijos, la mujer fue la razón del intempestivo divorcio con Mackenzie. El diario El País de España relata sus orígenes humildes y su rápido ascenso en la vida de los millonarios de California.

El divorcio fue propiciado por el affaire que Jeff Bezos tenía con Lauren Sánchez, una expresentadora de televisión. Al conocerse la noticia generó un escándalo de marca mayor que humilló a Mackenzie.

“Cuando acabó el instituto se mudó a California para estudiar Periodismo, y desde muy pronto arrancó su carrera tanto en la radio como la televisión. Trabajó para el canal deportivo de Fox y para el Canal 13 de Los Ángeles, siendo la primera hispana que presentó sus noticias. Su popularidad creció tanto que la hizo ponerse al frente de un programa matinal llamado Good Day L. A. (Buenos días, Los Ángeles), por el que logró un premio Emmy”, reseñaba el periódico español.

Sánchez estaba casada con Patrick Whitesell y también rompió su matrimonio por la infidelidad con Bezos. De un tiempo para acá, entre la nueva pareja solo hay escenas de amor. Los paparazis los suelen captar en islas paradisiacas por el mundo, cogidos de la mano o suelen intentar tomar fotos de las fiestas que hacen con la élite del mundo del entretenimiento.

La vida hoy de Lauren con el magnate número 1 del mundo es un lecho de rosas, pero no comenzó así. Jeff Bezos había sido hasta antes de conocerla un hombre muy discreto en su vida privada, que guardaba con mucha prudencia los detalles de su familia. Por eso, el anuncio del divorcio de su esposa MacKenzie desató una tormenta mediática.

La revelación de que la ruptura se debía a su infidelidad con Lauren presagió una separación amarga, pues él no firmó un acuerdo prenupcial con MacKenzie. Humillada, se especuló, ella no cedería un ápice en su derecho de quedarse con la mitad de su patrimonio, en el que fue el divorcio más caro de la historia.

Además de los enormes números que tenía ese divorcio en la historia, había una trama de chantaje y persecución. El National Enquirer, la publicación sensacionalista más temible de Estados Unidos, aireó en once páginas las fotos que confirmaban el affaire de Bezos con Sánchez, esposa de Patrick Whitesell, socio del millonario en la producción de la cinta Mánchester junto al mar.

El tabloide, que develó en el pasado los adulterios que arruinaron las vidas del político John Edwards y el golfista Tiger Woods, persiguió cuatro meses a la pareja en cinco estados y detalló hasta sus susurros al oído e insinuaciones calientes.

También contó que la pareja practicaba sexting, o sexo por mensajes de texto, y mostró ejemplos como aquel en el que Bezos le expresaba a Lauren: “Quiero besarte y penetrarte despacio y suavemente”.

El Enquirer informó que contactó a la pareja para notificarle que iba a dar a conocer las imágenes y que la respuesta de Bezos fue atajarla ofreciendo dinero. Cuando se vio impotente, se adelantó y anunció el divorcio.

Bezos contrató una investigación para averiguar cómo obtuvo el Enquirer los mensajes y unas fotos de contenido sexual de él y su amante, que la revista describió en su reportaje pero no publicó. Quería saber, de igual modo, si el destape de su relación tuvo motivaciones políticas.

Días más tarde, el millonario le dio un vuelco radical a la historia, al denunciar que después de la divulgación del artículo, American Media, empresa propietaria del National Enquirer, lo amenazó con difundir las imágenes comprometedoras si él no admitía públicamente que la política estuvo al margen de la primicia.

Foto: Facsímil de dos de las onces páginas en que el Enquirer ventiló los detalles de las escapadas, los nidos de amor secretos y hasta las insinuaciones eróticas.

Bezos definió la maniobra como chantaje y extorsión, detrás de lo cual solo podían estar el presidente Donald Trump o personas cercanas a él.

En realidad, él no es el santo de devoción del exmandatario, quien no lo llamaba Bezos sino Bozo (estúpido), y lo acusa de evadir impuestos y vapulear el empleo con sus duras tácticas de negocios.

Otros aseguran que el otrora hombre más poderoso del mundo no le perdonaba al más acaudalado que lo superara en riqueza.

Pero el verdadero tropiezo era que Bezos es propietario del Washington Post, uno de los diarios más influyentes, el cual ya tumbó a un presidente republicano como Trump, Richard Nixon, y es muy crítico de su gobierno. Bezos siempre ha sostenido que no interviene en el criterio editorial del periódico, lo que el gobernante no cree.

El principal sospechoso de filtrar los desnudos y mensajes es Michael Sánchez, hermano de la amante de Bezos, pero también muy fanático de Trump.

Bezos, por su parte, desconfía del expresidente porque David Pecker, dueño de American Media y por ende del Enquirer, es un afiebrado seguidor de Trump. Para la muestra, el caso de las instantáneas que evidenciaban el romance adúltero del presidente con Karen McDougal, conejita Playboy en los noventa, las cuales adquirió el tabloide por 150.000 dólares antes de las votaciones de 2016.

Para no dar al traste con la aspiración de su amigo, a quien le debe favores, Pecker no reveló las imágenes y las guardó con siete llaves.

Foto: David Pecker, dueño del National Enquirer, es tan amigo y fanático de Trump que, antes de las votaciones de 2016, compró por 150.000 dólares las fotos que comprobaban el romance del presidente con Karen McDougal, conejita playboy.

Sánchez, amigo de dos turbios miembros de la campaña Trump y relacionados con los rusos que manipularon las elecciones, negó que hubiera sido por él niega y arguyó que el Enquirer actuó con el conocimiento y la complacencia del exjefe de Estado, cuyos agentes fueron quienes obtuvieron el material indiscreto, según el Daily Beast.

¿Y ahora qué hará Bezos?

El magnate anunció que se retira de Amazon, pero no de su vida como empresario. Es propietario del diario Washington Post y de la sociedad espacial Blue Origin, además de creador de las organizaciones filantrópicas Day 1 Fund y Bezos Earth Fund.

El éxito mundial de Amazon, y su consiguiente ascenso en el mercado bursátil, le permitieron convertirse en el hombre más rico del mundo, un puesto que se disputa desde comienzos de este año con el director ejecutivo de Tesla, Elon Musk.

Conocido por su atronadora risa, siempre ha dado una imagen de hombre común pese a su fortuna, estimada el martes por la revista Forbes en 196.000 millones de dólares. Y ha revelado que lo que le ha permitido hacer de Amazon una de las más grandes empresas del mundo son su fuerte carácter y una determinación a toda prueba.

Simple librería en sus inicios, con sus finanzas por largo tiempo en rojo, el grupo es hoy en día un gigante con enormes tentáculos, que domina el comercio electrónico, la informática a distancia (cloud) y los asistentes vocales conectados.

¿El método Bezos? Invertir en todo y perturbar sectores económicos completos al bajar los precios, al punto que ha sido bautizado como el “perturbador en jefe”. Después de los libros, la ropa, los muebles, el streaming, en el otoño boreal pasado se fijó en un nuevo campo: los medicamentos, con el lanzamiento de un servicio de farmacia en línea.

Sus éxitos, sin embargo, le han valido ser considerado una apisonadora sin escrúpulos de cara a la competencia y con respecto a las condiciones de trabajo de sus propios empleados. Interesado por el “gran periodismo”, compró el Washington Post en 2013 y desde entonces aseguró que dejaría al famoso diario mantener su independencia editorial.

Y el hecho de ser dueño de este periódico contribuyó en gran medida a la hostilidad que Trump mostró hacia Bezos mientras estuvo en la Casa Blanca. Bezos, gran amante de la ciencia ficción, también ha sido conocido por sus curiosas pasiones: por ejemplo, construyó un reloj de 150 metros de alto, que se supone funcionará por 10.000 años y que simboliza “el pensamiento a largo plazo”.

También financia Blue Origin, con la que quiere enviar turistas al espacio y que tiene como objetivo construir una nave y un módulo lunar capaces de garantizar entregas de suministros y de módulos de habitación en la Luna.

Nacido Jeffrey Preston Jorgensen, fue adoptado de niño por su padrastro Miguel Bezos, un inmigrante cubano. En una reciente audiencia en el Congreso, repasó su nacimiento -de una madre adolescente y un padre inmigrante-, su infancia humilde, la creación de Amazon en un garaje. Después de estudiar en Florida y en la prestigiosa Universidad de Princeton, trabajó varios años en Wall Street antes de lanzar su propia empresa, impulsado por su fascinación por internet.

En una carta en la que anunció su salida a los empleados de Amazon, Bezos les pedía el martes “seguir inventando”. Y añadía: “No se desesperen cuando la idea parezca una locura al principio”.

* Este artículo fue publicado originalmente en la revista Jet Set y tiene información de AFP