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Léa y Andrés: la historia de amor en París que puso de moda el café colombiano y el pandebono

SEMANA conversó con Andrés, un joven colombiano cuyo café es un éxito en París, y con el gran amor de su vida, Léa, una colombofrancesa.

28 de marzo de 2021
Leandres París
Leandres París | Foto: Leandres París

SEMANA conversó con Andrés, un joven colombiano cuyo café es un éxito en París, y con el gran amor de su vida, Léa, una colombofrancesa, sobre la manera en la que se conocieron. Su café es un rinconcito de Colombia en pleno corazón de París.

¿Cómo nace la idea de un negocio colombiano en París?

La idea ya la habíamos comenzado en Filadelfia, Estados Unidos, donde vivimos cuatro años. Queríamos llevar el café de especialidad colombiana y la pastelería francesa. Cuando terminamos la universidad decidimos cambiar de rumbo e instalarnos en París, donde después de trabajar en el mercadeo de una start-up vimos que lo nuestro no era estar sentados detrás de un computador (yo creo que viene de ser muy activo gracias al deporte, específicamente el tenis, que lo hemos practicado desde muy pequeños). Vimos la oportunidad de abrir un café colombiano donde, en vez de hacer la pastelería francesa, porque la hay en cada rincón, podríamos traer un pedacito de Colombia a París con los pandebonos, las arepas y las empanadas.

¿Qué ofrecen en su tienda?

En el ambiente intentamos que el cliente salga de París al entrar por las puertas de Léandrés. Tenemos un café con muchas plantas y espacio entre mesas, las personas vienen a trabajar con el computador o a pasar un buen rato con una buena charla.

Como productos ofrecemos un café de especialidad 100 % colombiano de tres regiones diferentes, así como varios tipos de té, aguadepanela, limonadas, jugos, pandebonos, empanadas y arepas de choclo. La pastelería es más a lo que encontramos en Estados Unidos, como un pastel de zanahoria, banano, chocolate, galletas de chocolate y limón cuando Léa tiene un poco de tiempo para hacer más creaciones.

En el momento de montar la tienda o restaurante o café, ¿qué fue lo más difícil?

Lo más difícil es la parte administrativa, las leyes y regulaciones de seguir acá en Francia; también, encontrar la información que se necesita para comenzar el negocio y un lugar adecuado, que nos tomó un poco más de un año. Además, poder aguantar el primer año (físicamente), porque abríamos hasta las 10:00 de la noche pues nos dio por hacer cenas. Después del primer año nos enfocamos en la parte del café y ya se encontró un balance entre la vida del café y la vida personal, cerrando a las 6:00 p. m.

El mejor y el peor momento vivido en París...

La energía y todo lo que París te puede dar como cultura es espectacular, hay muy buenos momentos, pero uno que recuerdo mucho es cuando vimos a Egan Bernal llegar vestido de amarillo por los campos elíseos. Ver ganar a Francia la copa del mundo y vivir la emoción en las calles de los parisinos te llena de alegría.

Hablando del café, hemos vivido muy buenos momentos, pero al final lo que nos da mucha alegría es cuando vemos clientes que ya son habituales conocerse entre ellos y ver que se está creando una comunidad al interior del café, amistades, y puedes ver que ahí un calor humano que rodea el lugar.

El peor momento que hemos vivido fue cuando intentaron robarle el computador a una cliente, tuvimos que intervenir con un amigo, aunque al final la Policía llegó y se llevó a la persona. Hay otros momentos malos: hemos encontrado el jardín que hemos creado al frente de Léandrés con las plantas arrancadas o inexistentes porque se las roban en la noche cuando estamos cerrados.

¿Qué es lo que más extrañan de Colombia?

La familia siempre será los que mas extrañamos. Yo soy santandereano, y mis padres y hermanos viven en Bucaramanga. Con Léa intentamos visitarlos una vez al año, pero por el covid no hemos podido ir. También el calorcito y la calidez de la gente, los colombianos son muy amables. A Léa le encanta ir a, intentamos visitar nuevas regiones, así podemos explorar más la cultura y diversidad enorme que tiene nuestro país.

¿Qué les han aprendido a los franceses, que de pronto les hace falta a los colombianos?

El arte de comer a la francesa. Hay muchísima variedad de productos y creaciones en torno a la comida. Un ejemplo es la primera vez que visite el supermercado, donde había más de 30 tipos de queso y yogurts. También, la presentación de un plato, que es superimportante acá. Además, hay todo un entorno detrás de una comida, se empieza con aperitivo, después hay un plato principal, luego el de quesos y finalmente el postre. Fácilmente estamos hablando de dos horas.

Por otro lado, la puntualidad. Lo hemos vivido en el café cuando tenemos reservaciones para el brunch y vemos la diferencia entre llegar 10 minutos antes por parte de los franceses y llegar justo a la hora o un poco tarde cuando hay un grupo de colombianos.

Yo, Andrés, creo que lo que más he aprendido de los franceses es la parte social del gobierno, pues hay mucha solidaridad para personas con necesidad y bastante ayuda para la creación de empresa. Creo que si Colombia tuviera un sistema parecido, habría más start-ups y menos diferencia económica entre estratos. Justamente, gracias a la ayuda que teníamos de chomage (desempleo, en francés), estábamos seguros de recibir un dinero por un año. Así, tuvimos la oportunidad de enfocarnos en la creación del café y hacer la idea una realidad.

¿Cómo se conocieron ustedes?

Gracias al tenis, un deporte que hemos practicado desde muy pequeños. Léa lo comenzó a los cinco y yo a los siete años. Tanto ella como yo recibimos un beca para estudiar y jugar tenis en una universidad de Estados Unidos. Nos conocimos cuando ella llegó a integrar el equipo de las mujeres en 2009.

¿Cómo recibe el parisino un pandebono, qué dice?

«Ah mais c’est trop bon ça !», que significa ‘eso está buenísimo’. Hay muchos franceses que han descubierto el pandebono en el café y les encanta. Nos da alegría ver las caras que hacen al momento de probar por primera vez un pandebono, es algo diferente a lo que pueden degustar acá. Ya hay clientes habituales que vienen a trabajar y sabemos que hay que llevarles un pandebono con el café o el chocolate.

Ustedes venden también café colombiano. ¿Qué tanto le gusta a los franceses el café colombiano?

El café colombiano es muy dulce y afrutado, a la vez que tiene una acidez que se mezcla muy bien en una taza. El café que vendemos es single origin, que quiere decir que proviene de una sola finca con un tipo de grano en particular. Se maneja una trazabilidad dese el momento de la colecta en Colombia, pasando por la torrefacción acá en París y la extracción de shot por el barista, que en esto caso soy yo en Léandrés.

Los franceses tiene como costumbre tomar café en la forma de un espresso. Hace muchos años se había formado un monopolio en el mundo del café y el negocio estaba controlado por tres marcas que distribuían a todas las brasseries de París. Estos torrefactores gigantescos no tenían un buen café, pero los franceses no se habían dado cuenta de esto porque veían el café como una obligación de beber para terminar una comida, más que como un momento de degustación. Hace unos 10 años empezaron a crearse los coffeeshops y con ellos toda una cultura alrededor del café, entonces se empezó a abrir un espacio para la gente que quiere degustar una buena taza de café.

Un mensaje a todas las personas que quieren emprender en Colombia y salir adelante.

Lo más importante es creer en el proyecto, seguir la idea hasta el final y no dejar que el temor o consejos de otras personas desalienten lo que intentes hacer. Trabajar duro, incluso si hay momentos en los que piensas que de pronto hay otra vida más fácil por otro lado, porque al final todo el empeño y esfuerzo va a ser recompensado. Mirarás hacia atrás y reirás de los buenos y malos momentos que has pasado. Emprender es muy bonito y se aprende mucho. Es como nadar, solo se aprende cuando estás en el agua.

La experiencia que siempre cuento [Andrés] es el primer día de Léandrés. Supuestamente era yo quien tenía que hacer los pandebonos, teníamos que abrir a las 8:30 a. m. , era mediodía, estábamos cerrados y mis manos, coladas en la masa.

El padre de Léa tocó la puerta y dijo: ‘ya es mediodía, la gente viene a almorzar’. Al final, abrimos sin los pandebonos y en la tarde pensábamos: cómo dos personas que nunca habían trabajado en un restaurante abrían un café. El siguiente día fue Léa la que atacó el proyecto pandebono y ya todo es historia.

Ahora, hay colombianos en París que me dicen que nunca han probado unos pandebonos tan buenos como los de Léa y nos llena de alegría saber que la gente se siente feliz al degustarlos.

Para terminar, es muy importante creer, perseverar y, si tu proyecto es lo que te hace feliz, nunca vas a contar las horas que pasas en él.

Nos pueden encontrar en Instagram @leandres.happy, fue un placer y nunca olviden que lo más importante al final es ser feliz y amar lo que se hace.

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