BODA
Libre para amar
Keith Stansell, liberado durante la Operación Jaque, acaba de casarse con Patricia Medina, la colombiana que dio a luz a sus gemelos poco después de que las Farc lo secuestraron. Esta es su historia.
Los novios se dieron el sí en Ana María Island, al sur de Florida. Ella vestía de blanco con velo, muy elegante, tal como siempre había imaginado su boda. Él, en bermudas y sandalias, prefirió dejar a un lado el glamour. Nada le importaba más, diría después, que recibir a Patricia en el altar y hacerla su esposa, y que sus gemelos, Nicholas y Keith Junior, estuvieran ahí. Keith Stansell y Patricia Medina mezclaron arenas de dos playas como símbolo de su unión eterna. Él lloró "lágrimas buenas", como el contratista norteamericano suele llamar en su español enredado el llanto que lo sobrecoge con frecuencia desde cuando fue liberado. Le dijo a Patricia que era inmensamente feliz. Después de padecer 1.967 días con sus noches en la selva en manos de las Farc, haber recobrado la libertad es para él un sueño que sólo podía mejorar con su matrimonio. La suya es una historia de amor increíble, llena de adversidades y atravesada por cinco años de cautiverio.
Patricia conoció a Stansell en un vuelo de Avianca de Bogotá a Panamá. Ella trabajaba como azafata en primera clase, y en esa ocasión sólo había dos pasajeros además del contratista, así que tuvieron tiempo para hablar. "Me pareció muy guapo, fue algo así como amor a primera vista", le dijo Patricia a un periódico norteamericano. Así empezó una relación de 10 meses que fue súbitamente interrumpida cuando el avión en el que viajaba Stansell junto a Marc Gonsalves y Tom Howes cayó en territorio de las Farc durante una misión de vigilancia en la zona cocalera. Era el 13 de febrero de 2003, y Patricia tenía cuatro meses de embarazo.
Con un temple extraordinario, desde ese momento ella le envió mensajes todos los domingos a través de la radio, con la esperanza de que la escuchara, y participó en cuanta reunión se convocara sobre el secuestro. Cuatro meses después llegó la primera prueba de supervivencia. En el video, el contratista habló del accidente, de su vida en cautiverio y les mandó mensajes a sus padres, sus hijos producto de su primer matrimonio, y a su novia Malia. Pero no mencionó a Patricia, quien, además de soportar esa desilusión, se sintió engañada. Stansell nunca le había dicho que estaba comprometido.
En la selva todos los secuestrados se reunían los domingos cerca de la media noche para escuchar los mensajes de sus seres queridos. Stansell y los otros dos contratistas habían estado aislados durante los primeros meses de su secuestro; oír las voces de sus familiares en la radio era un soplo de vida para ellos. Pero al cabo de un año de cautiverio, los mensajes de Malia dejaron de llegar y poco después Stansell supo por su padre que ella se había casado y había empezado una nueva vida.
Pero los mensajes de Patricia nunca dejaron de llegar. Cada ocho días, sin importar el pasado de Stansell, y tuviera vuelo o no, ella se las arreglaba para grabar mensajes de ella y los gemelos. Le contaba todo lo que hacían y cómo lo extrañaban. A los niños les mostraba fotos de su papá y les decía que vivía en la selva, pero que regresaría algún día para estar juntos. "Fue increíble la lealtad que me mostró Patricia. Yo la escuchaba diciéndome, 'Keith, aquí estoy. Aquí están los niños. Tu familia está bien. Te amo, no te rindas, aquí estaremos cuando te liberen'", recordó Stansell en una entrevista para el documental El rescate perfecto, de Discovery Channel y SEMANA. Fue una lección para el norteamericano, según relató en el libro Lejos del Infierno, que escribió con sus dos compañeros de cautiverio. Él pasaba sus días pensando en las dos mujeres. Malia se había dado por vencida, aunque él le había prometido todo. Patricia, en cambio, sin tener nada seguro, nunca lo había abandonado, ni siquiera cuando él le hizo saber que no estaba de acuerdo con su embarazo ni con la decisión de ella de seguir con él, según confesó en el libro.
"Keith cambió con los mensajes de sus hijos en la radio. Empezó a hablar de Patricia con mucho amor, y sentía una admiración inmensa por la forma como ella estaba cuidando a los gemelos", le dijo su compañero de cautiverio Luis Eladio Pérez a SEMANA. El ex congresista conocía bien a los extranjeros, con quienes compartió cautiverio dos años y medio, e incluso pasó una temporada encadenado a Tom Howes. En 2008, cuando Pérez supo que iba a ser liberado, Stansell le dio una carta para llevarle a Patricia con una condición: que si se la quitaban los guerrilleros, lo memorizara y se lo recitara.
El 3 de marzo, la joven azafata esperó en el aeropuerto de Bogotá a que el avión que llevaba a los liberados aterrizara. Había acabado de llegar de un vuelo y aún no había podido ver a sus hijos, pero se quedó con la esperanza de recibir noticias de Stansell.
"¿Tú eres Patricia?", le preguntó Pérez cuando la vio, y le entregó una rosa: "Te tengo un mensaje de Keith, el más hermoso que puede recibir una mujer. Quiere que sepas lo mucho que te ama y quiere saber si te casarías con él". Ella gritó que sí inmediatamente, como si Stansell estuviera allí. Luego, en uno de sus mensajes en la radio, pudo hacerle llegar la respuesta. "Ella vino acá y dijo: 'Si tú me estás esperando allá que no tienes nada, por supuesto que yo te voy a esperar. Tengo para ti todo el amor del mundo'", le dijo a Antonio José Caballero, conductor del programa La noche de la libertad de RCN.
Stansell recobró la libertad junto a 14 secuestrados el 2 de julio de 2008 durante la Operación Jaque. "No lo puedo creer", gritaba Patricia cuando dieron la noticia. Ahora ella podría aceptar la propuesta en persona, y casarse con él. "Voy a invitar a medio Bogotá", dijo emocionada.
Cuando Stansell por fin conoció a sus hijos, tenían 5 años. "Abrí la puerta y estos niños que sólo me habían visto en fotos, me miraron y se lanzaron sobre mí. 'Papá, papá', me decían. Me reconocieron sin dudar, porque su madre se empeñó en hacerles saber que yo todavía estaba vivo. Siempre estuve presente en sus vidas a pesar de todo, y eso se lo debo a Patricia", dijo el norteamericano. "Esa flor que le llevó Lucho le dio a ella una esperanza, y a mí una familia".
Más de un año después de haber sido liberado, Stansell esperaba en el altar a su novia. Y aunque a la boda no fueron tantos invitados como a Patricia le hubiera gustado, fue una ceremonia muy romántica. "Entonces me di cuenta de que mi vida es increíble, mejor de lo que jamás me hubiera imaginado", dijo Stansell, pero añadió que tiene una profunda amargura en su corazón por todos los que aún están en la selva. A ellos les dedicó sus pensamientos en el día más feliz de su vida.