Entrevista
“Lo único que sé hacer muy bien es hacer reír”: Diego Camargo y su reinvención en la comedia
Diego Camargo se reinventa en el mundo de la comedia con nuevos estrenos en teatro y cine. Todo, mediante un discurso mucho más cercano al público que contó en SEMANA como funciona.
El comediante Diego Camargo cumple 30 años de carrera en la comedia. Habló con SEMANA acerca de los retos durante su trayectoria profesional y lo que se viene para el futuro, en medio de diversos proyectos que esperan sorprender a su audiencia.
SEMANA: ¿Cómo han sido estos 30 años de carrera y cuál es el estreno con el que los conmemora?
Diego Camargo: Ya 30 años, qué horror, se puede decir. Yo nunca me imaginé que iba a llegar a 30 años en un escenario hablando tonterías. Pero, sí, después de 30 años aquí sigo dando lora, y sobre todo descubrí en algún momento de la vida que la comedia se hizo transversal en mi vida. Ahora empecé a entender que toda tu vida puede verse desde un punto de vista del humor. Fue una revelación que tuve hace muy poco y empecé a hablar en las rutinas de mi vida. No hace más de un año empecé a hablar de las cosas que realmente me dolían y me afectaban. Entonces, uno se da cuenta de que la vida es una tragedia, la vida de cualquier ser humano es una tragedia digna de ser contada en un escenario.
SEMANA: ¿Qué puede esperar la gente de esta obra?
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D.C.: En Sin límites van a encontrar a un comediante sin ningún límite, voy a hablar de todo. Hablaré de las cosas que en este momento me están afectando en la vida. Hace seis meses cambié radicalmente mi vida. Estoy empezando una vida nueva y estoy hablando de eso en comedia, empezar otra vez a descubrir cómo ser comediante. Parte de las cosas que he tratado de hacer es volver a empezar en esta actividad, como cuando tenía 16 años. Empecé otra vez a pararme en los escenarios chiquitos, en donde no se presentan los comediantes más viejos o más experimentados, y eso para mí ha sido, incluso, sanador. Además, descubrí que puede ser sanador para la gente. Entonces, parte de lo que hacemos en los shows es hablar con la gente, hablar de la vida, hablar de los dolores, hablar de las tristezas, y entre todos intercambiamos historias.
SEMANA: ¿Cómo fue la experiencia de ser el único colombiano invitado al New York Comedy Fest?
D.C.: La verdad es que no he sido el único porque John Leguízamo estuvo, pero él no cuenta como colombiano, por eso no lo sumamos (risas). Para mí ha sido hasta ahora un orgullo, la única ventaja de ser el primero es que eres importante hasta que ya llega el segundo. Eso fue en 2016, los New York Comedy Fest son como los Premios Óscar de la comedia mundial, es el festival de comedia más importante del planeta. Lo más bonito, tan raro como suena, ni siquiera fue presentarme, sino el coctel de inicio, porque allí estaban todas mis estrellas, todos mis ídolos de la comedia, desde siempre.
SEMANA: Asimismo, estará estrenando película. ¿Cómo es eso?
D.C.: Se llama Un parcero en Nueva York, es la más reciente producción de Harold Trompetero y tiene como protagonista a Carlitos Hurtado. Es la historia del genotipo de cualquier latino que quiere superar sus sueños, sus frustraciones y se va a Nueva York a buscar futuro y una vida. Es una película muy bonita. Además, yo soy el antagonista; entonces, para mí fue una dicha tener un papel tan grande y trabajar con la idea de que fuéramos a hacer una película que no solamente fuera divertida, sino que tocara la fibra del luchador. Es decir, nosotros somos más grandes que las circunstancias y podemos salir adelante pase lo que pase, pero, además, descubres que tus sueños están más cerca de lo que realmente has pensado desde el principio.
SEMANA: ¿También publicará un libro?
D.C.: Esperemos que lo termine, pero, sí, estamos volando. Realmente, lo que estamos es botando creatividad y líneas por todos lados, sacando proyectos al zoco, tenemos un libro, tenemos dos proyectos audiovisuales. Estoy muy feliz porque después de 30 años me doy cuenta de que todavía se puede seguir haciendo, que todavía se puede seguir trabajando y que todavía se puede seguir cambiando conceptos. Cuando empecé en esto, era muy duro, yo tenía que explicarle a la gente qué era un stand-up. Obviamente, no nos abrían puertas, no les abrían puertas ni a Camargo ni a la comedia. Los únicos dos comediantes que había en el mercado, que están trabajando y que podían vivir plenamente de esto eran Andrés López y Antonio Sanín. Mientras tanto, nosotros, que veníamos detrás, teníamos que pelearle y pedalearle, pero siempre peleamos con la idea y la mentalidad de cómo abrir camino para los comediantes que vinieran detrás.
SEMANA: En 30 años ha hecho muchas cosas, de todas. ¿Cuál es la época favorita de su carrera?
D.C.: Esta. Yo he tenido momentos en mi vida en los que he dicho “que bendito soy, gracias, Dios mío, por las oportunidades”. Cuando hice mi primera gira nacional, yo decía “esto no puede mejorar”; cuando salí por primera vez del país a hacer stand-up, “ya esto no puede mejorar”; cuando me aprobaron un programa que se llama Comediantes de la noche y me dijeron “tú lo vas a dirigir”, yo decía “esto no se puede mejorar”; cuando fui al New York Comedy Fest, decía “esto no se puede mejorar”; y ahora que estoy haciendo lo que estoy haciendo, digo “esto no se puede mejorar”. Es muy doloroso, no te digo, han sido estos meses los más duros de mi vida, pero también los más felices porque en este momento descubro que te arropa la comedia, lo único que tienes siempre va a ser la comedia. Es lo único que siempre va a estar… y, bueno, la familia y todas esas cosas secundarias (risas). Pero lo que siempre te va a acompañar es tu forma de ver el mundo, que es lo que te hizo comediante. Entonces, le soy fiel a la comedia, y por eso creo que esta es la etapa más feliz de mi vida.
SEMANA: ¿Por qué termina pasando del periodismo a la comedia?
D.C.: Porque hacemos lo mismo, básicamente. La labor de un comediante es señalar las cosas de las que hay que hablar. Y, aparte de eso, es porque es lo único que se me da bien en la vida, lo único que realmente sé hacer en la vida muy bien es hacer reír; de resto, no. Para mí estar en el escenario es ser la persona más feliz del mundo. El escenario es mi lugar ideal, donde pasa toda la magia, donde yo decido qué va a pasar, donde hay gente que está escuchando y se conecta. Y la gente cambia y la gente sana. El otro día me llamó un señor de Piedecuesta a decirme: “Usted me salvó la vida. El día que yo me iba a suicidar me encontré con una rutina suya en internet y decidí no suicidarme. Y yo quería decirle, don Diego, que yo a usted le debo mi vida”. Y yo decía ¿en qué momento puede uno tener la conciencia de que el trabajo de uno le puede salvar la vida a alguien? Ese tipo de cosas hacen que ame ser comediante, que me suba a ser feliz y que descubras que no solamente puedes hacer feliz a la gente, sino que, eventualmente, le puedes salvar la vida.
SEMANA: ¿Qué viene ahora para su futuro?
D.C.: En mis planes, primero ser stripper, el coordinador de strippers de algún bar. No, mentiras, no quiero ser eso, o sea, sí quiero, pero nunca me va a dar ese trabajo (risas). Hace poco me preguntaba: si la comedia a mí todavía me da, ¿no estaré muy viejo? Pero sí quiero hacer reír en cualquier otro formato. Ahora que tengo 47 años, que llevo 30 años haciendo reír, lo único que no sé hacer en la vida es parar. Lo que te puedo asegurar es que no voy a parar, que soy una locomotora y que yo no voy a parar nunca, y me puedo llevar por delante a mí mismo, pero no va a parar. Eso es lo único que tengo clarísimo, yo no paro.