Aniversario
Los misterios que rodean la muerte de la Princesa Diana tras 25 años de su partida
Con motivo de los 25 años de la muerte de la princesa de Gales, el documental Investigating Diana: Death in Paris da una visión nueva y fascinante del caso frente a las sospechas de asesinato, que siguen atormentando su memoria.
Diana de Gales ya tenía una historia lo suficientemente fenomenal como para afirmar que era un mito viviente. De remate, el destino, perverso y caprichoso, le decretó una muerte joven, “como deben morir las bellas”, en la cima de su celebridad, lo que elevó más su leyenda y su misterio.
Ese deceso, en trágicas circunstancias, parece tener sumido aún al mundo en el estupor, como aquel 31 de agosto de 1997 en el que Diana no sobrevivió a un accidente de tráfico cuando viajaba del hotel Ritz a los Campos Elíseos, en París. No es para menos. Frente a la evidencia de lo que ella fue por 16 años –la más famosa, la mejor vestida, la más sufrida, la más amada–, para muchos es difícil aceptar que tal fuente de fascinación se marchó de repente.
Para lidiar con la pena, “los millones que nunca la conocieron, pero que creían conocerla”, han alentado teorías de conspiración según las cuales su muerte junto a su novio, Dodi Al-Fayed, no fue un accidente, a pesar de que dos investigaciones, una francesa y otra británica, concluyeron que no hubo juego sucio.
El primero en desencadenar las alarmantes versiones fue el padre de Dodi, el magnate Mohamed Al-Fayed, quien de acuerdo con Tom Bower, biógrafo de la realeza, orquestó el romance de su hijo con Diana. Para el egipcio, el príncipe Felipe lo planeó todo con la ayuda del MI6. ¿La razón? Como su exnuera estaba embarazada de Dodi, con quien se casaría, el esposo de la reina no soportaba la idea de que el futuro rey William, su nieto, tuviera un medio hermano y un padrastro musulmanes. Se especuló también que Carlos fue el autor intelectual e incluso que Diana fingió su propia muerte.
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Cientos de programas reiterativos han surgido y seguirán surgiendo mientras persistan las sospechas, pero este año la crítica británica ha elogiado el documental Investigating Diana: Death in Paris, del canal Channel 4, una reelaboración del desastre al estilo de las series de crímenes de las plataformas de streaming. El programa recuerda que la tragedia de Diana aceleró la conversión de internet en una herramienta de la posverdad para especuladores de sillón que pontifican a su arbitrio sobre lo que sucedió. Por eso, sus directores, Will Jessop y Barnaby Peel, resolvieron rescatar entre el enredo a declarantes serios, que en realidad estuvieron en la escena o tomaron parte en las dos investigaciones, para un desfile de testimonios impresionantes.
Habla Jacques Langevin, paparazzi que estuvo en el puente de Alma, sitio de la calamidad, y tomó esa conmovedora foto de Diana, quizá la última de ella con vida, en la silla trasera del coche, observando la carrera que este sostuvo con el enjambre de fotógrafos que la perseguían por el viaducto, solo instantes antes de la colisión que la mató. “Yo estaba haciendo mi trabajo”, se defiende Langevin, “no maté a nadie”.
Los fotógrafos, que podían ganar más de un millón de dólares por las imágenes de Diana, fueron los primeros en ser culpados de su muerte, pero la Policía los descartó cuando se supo que el chofer, Henri Paul, iba borracho. De todos modos, los hijos de la princesa, William y Harry, siguen sosteniendo la teoría de los paparazzi, así que debieron sentir al menos una leve satisfacción ante la irónica escena en que un grupo de reporteros es liberado tras ser interrogados por detectives poco después de la catástrofe. Al salir, los bombardean los flashes de sus colegas, así que de cazadores pasaron a cazados en cuestión de horas.
Aparece Martine Monteil, la primera policía en hacerse presente en la escena, quien cuenta: “Fuimos acusados de hacer la investigación más cara del mundo, pero no tuvimos opción”. Desde su arribo, evoca, se obsesionó con hallar las mínimas piezas para esclarecer el accidente. “Vimos signos de frenado, piezas de luces rojas de otro carro a un lado del Mercedes de Diana y Dodi. Incluso encontré algunas pequeñas perlas que pertenecían a la princesa”.
Por su parte, Frederic Mailliez, el médico que llegó al lugar del choque a los pocos minutos de ocurrido y fue el último en ver a Lady Di con vida, recuerda que, conduciendo por el viaducto, vio un Mercedes-Benz humeante, se bajó, abrió la puerta y descubrió a sus cuatro ocupantes en pésimas condiciones. “Una mujer joven estaba sobre sus rodillas en el piso del carro, con la cabeza baja. Tenía dificultad para respirar. Necesitaba asistencia inmediata”. Mailliez se la prestó, llamó a emergencias y solo supo de quién se trataba cuando vio las noticias. “Sé que es extraño (…) Vi que era muy bella, pero mi atención estaba en salvar su vida y confortarla, no tenía tiempo de pensar en su identidad”, declara el doctor. Siempre se sentirá responsable por sus últimos momentos, concluye.
Resultan bien contundentes los aportes de Tony Read, perito forense en colisiones, que tomó parte en la Operación Paget, como se llamó la investigación británica, que analizó 104 alegaciones de conspiración de 2004 a 2008 a un costo de 4,5 millones de libras esterlinas. Asegura que la inspección del Mercedes es la más rigurosa que se le haya hecho a un auto accidentado. Igualmente, se creó un modelo a escala de la escena y se reconstruyó el choque virtualmente. El dictamen fue que el aparato viró a la izquierda y golpeó gravemente uno de los pilares del viaducto. ¿El carro fue arreglado para matar a Diana? El experto contesta que “habría sido casi imposible provocar un choque y garantizar el modo en que el auto impactaría contra el puente”. También refuta otra hipótesis: “Se dijo que los frenos fueron manipulados con fines malévolos, pero no hubo nada malo con ellos. Solo encontramos una falla en uno de los sensores de las pastillas”.
Read recalcó: “Estoy firmemente convencido de que si Diana y Dodi hubieran llevado sus cinturones de seguridad ajustados, habrían sobrevivido”. Esta conclusión se adhiere a lo que determinaron las dos investigaciones: que esa falta de precaución, más el alto grado de alcohol que había consumido el conductor, fueron la causa del funesto desenlace.
No obstante, un cuarto de siglo después, quedan fichas sin encajar que frustran a los investigadores y motivan a los creyentes en que hubo algo más. Testigos como Sabine Dauzonne aseguran ver salir del túnel de Alma a un Fiat Uno blanco. La policía Monteil cuenta que, efectivamente, había rastros de pintura de ese tono en el Mercedes, lo que indicaría que los coches rozaron. Sus colegas de la investigación francesa aducen que el chofer de este carro, que no es culpable de nada, podría dar luces acerca de los movimientos del auto de Diana justo antes del incidente. La Metropolitan Police del Reino Unido halló evidencia circunstancial que indica que el conductor sería Le Van Thanh, un guardia de seguridad que tenía 22 años en la fecha del accidente. Sin embargo, él niega haber estado allí.
Otra versión sin resolver y que dejaría abierta la posibilidad de un delito, es la de una moto en el lugar. Otro testigo, François Levistre, recuerda que pasó frente al Mercedes, así como un fogonazo de luz, posiblemente de una cámara, que hizo que el carro se estrellara. La Policía no ha podido documentar esto.
También es motivo de suspicacias una carta que Diana escribió diez meses antes de morir, en la que dijo: “Esta particular fase de mi vida es la más peligrosa. X está planeando un ‘accidente’ en mi carro, (con) falla de frenos y serias heridas en la cabeza, para facilitar que Carlos se case”. La misiva fue retenida por el mayordomo de Diana, Paul Burrell, y solo la dio a conocer a la Policía en 2002. En el documental de Channel 4, Duncan Larcombe, periodista de realeza y biógrafo del príncipe Harry, afirma en uno de los capítulos que esta nota “implicó un total cambio de juego, otra pieza perdida del rompecabezas. Diana temía ser asesinada, lo que encaja con lo expuesto por Mohamed Al-Fayed y el dato del flash”.
¿Quién era ese X que querría exterminarla? La intriga sigue tan viva como el recuerdo de la Princesa del Pueblo.