Convertirse en una estrella de Hollywood significa casi automáticamente perder el derecho a la intimidad. A cada paso hay una cámara vigilante atenta a cualquier error o gesto espontáneo que revelen una pizca de humanidad. Porque los reflectores, el maquillaje, los vestidos y las siluetas perfectas hacen ver a muchos famosos como semidioses. Y es justo ahí cuando aparecen los paparazzi, para desmontar el mito, para mostrarlos sin labial, de compras en el supermercado, bronceándose en la playa o sacando a pasear al perro. Esas imágenes por las que algunos medios están dispuestos a pagar cifras absurdas encierran el mismo mensaje: “Mírenlos, son como nosotros”.
Para disparar el flash lo más cerca posible hay quienes están dispuestos a montar guardia día y noche o incluso irse a puños con los guardaespaldas. Parecía que los paparazzi habían cruzado todos los límites, pero esta semana la filtración masiva de fotos íntimas de varias celebridades puso en evidencia una práctica todavía más perversa que la persecución en la calle. El FBI está tras un sofisticado grupo de hackers responsable de publicar en internet las imágenes de desnudos de más de 100 actrices, modelos y cantantes. Entre las víctimas se encuentran la ganadora del Oscar Jennifer Lawrence, la supermodelo Kate Upton, la estrella pop Rihanna y la protagonista de Spider-Man Kirsten Dunst.
Las autoridades creen que la red empezó a recopilar el material privado hace meses y al parecer tiene suficiente para seguir publicando durante las próximas semanas. Las primeras fotos se conocieron en 4chan.org, un foro donde cualquiera puede compartir información de manera anónima. Allí un usuario filtró las imágenes a cambio de bitcoins, la moneda virtual utilizada en el bajo mundo de la web. Aunque el modus operandi de estos piratas cibernéticos es muy distinto al de los paparazzi tradicionales, pues están cometiendo un delito al acceder ilegalmente a los celulares y computadores ajenos para robar datos y luego difundirlos masivamente, ya muchos se refieren a ellos como los ‘hackerazzi’, la nueva generación de cazadores de famosos.
El antecedente más grave de esta historia se remonta a 2012, cuando un juez de Los Ángeles condenó a diez años de prisión al estadounidense Christopher Chaney, acusado de filtrar las selfies de Scarlett Johansson posando sin ropa. Después de 11 meses de investigaciones, el FBI descubrió que el hombre había interceptado los correos electrónicos de más de 50 personalidades, incluidas la cantante Christina Aguilera y la actriz Mila Kunis. Su estrategia consistió en hacerse pasar por conocidos para adivinar sus claves personales. Así accedió a sus buzones y se aseguró de que todos los mensajes que recibieran y enviaran, también le rebotarán con copia a él. Sin necesidad de acampar frente a su residencia, ni de cargar un lente teleobjetivo, Chaney logró conseguir fotos inéditas de celebridades que se convirtieron en primicia mundial.
La ?hazaña?, por supuesto, le salió cara, y hoy algunos no solo la catalogan como un crimen cibernético, sino como un ataque sexual. Así como su método ha generado, con toda razón, una gran polémica, las artimañas de los paparazzi tampoco han estado exentas de controversia. El término mismo se deriva de la palabra italiana paparazzo, que significa zumbido de mosquito, popularizada en la década de 1960 por Federico Fellini al bautizar así a un reportero gráfico de su película La dolce vita. El trabajo de esos primeros fotógrafos de estrellas es considerado en la actualidad casi una obra de arte y se exhibe con frecuencia en prestigiosos museos y galerías. Sus fotos en blanco y negro son clásicos de Hollywood que muestran la cotidianidad de las grandes luminarias de la época.
“Me interesaban las tomas exclusivas, espontáneas, desprevenidas y sin citas previas”, le dijo a SEMANA Ron Galella, conocido en el gremio como el padrino de los paparazzi. Su insistencia con figuras tan legendarias como Jackie Kennedy o Marlon Brando lo llevó en más de una ocasión ante un juez a o un hospital, pues nunca se detenía hasta conseguir lo que quería. Ahora que está retirado, a sus 83 años, recuerda con nostalgia esos días. Según él, los nuevos cazadores de famosos solo buscan ‘chivas’ y mientras más ?“vulgares” sean las imágenes, mejor. La gente del común también compite con ellos porque hoy basta con tener un buen celular a la mano. Además se perdió el factor sorpresa, ya que en muchas ocasiones los representantes de las estrellas coordinan antes con los paparazzi para que estén listos con sus cámaras a tal hora y lugar.
El poco prestigio que le quedaba al oficio terminó de irse a pique con el trágico accidente de la princesa Diana en 1997, ocurrido en medio de una caravana de fotógrafos que la perseguía a ella y a su novio Dodi Al-Fayed por las calles de París. Desde entonces es usual escuchar una y otra vez noticias sobre las batallas legales emprendidas por actores y cantantes para hacer respetar su privacidad. En los últimos días Hollywood entero se unió a la causa, y además de denunciar la brecha de seguridad de Apple y otros fabricantes de smartphones –aunque estos argumentan que se trató de un ataque dirigido y no de una falla generalizada de sus aparatos–, exigen castigos ejemplares. Los equipos de abogados ya deben estar preparando jugosas demandas y ante la presión, tarde o temprano se conocerá la identidad de los ‘hackerazzi’.
Estas son algunas de las batallas que las celebridades han librado en los tribunales para defender su derecho a la privacidad.
1 euro
Pagaron simbólicamente los paparazzis juzgados por violación a la intimidad tras el fatal accidente de tránsito de la princesa Diana y Dodi Al-Fayed. La Justicia determinó que el conductor iba borracho y fue el responsable de la tragedia, pero los fotógrafos terminaron implicados por perseguir a la pareja. Al final, los absolvieron.
80.000 dólares
Recibió la actriz Sienna Miller en 2008 al ganar una demanda por acoso que interpuso contra los paparazzi de varios tabloides británicos. Su caso es emblemático porque fue la primera estrella en conseguir una victoria de ese calibre en el mundo del espectáculo.
Ocho metros
Era la distancia a la que debía mantenerse Ron Galella, el padrino de los paparazzi, de su musa, Jackie Kennedy. Harta de las persecuciones del fotógrafo, la primera dama llevó el caso a los tribunales. Galella incumplió la medida y por poco lo mandan a la cárcel. Para evitar problemas, juró nunca más tomar imágenes de la familia Kennedy.
Diez años
De prisión purga el estadounidense Christopher Chaney, acusado de robar imágenes íntimas e información personal de las cuentas de correo electrónico de más de 50 celebridades, incluidas Scarlett Johansson, Christina Aguilera y Mila Kunis. Cuando lo capturaron se alcanzó a rumorar que enfrentaría 120 años de cárcel.