CINE
Los secretos de ‘Buenos muchachos’, la película de Scorsese que cambió las historias sobre la mafia
La segunda película sobre mafiosos más importante después de ‘El padrino’, también conocida como 'Goodfellas’, está cumpliendo 30 años. Los actores y el equipo de producción recuerdan cómo le dieron vida a este clásico, basado en una historia real.
No hay duda de que El padrino, la película de Francis Ford Coppola estrenada en 1972, es un ícono universal del siglo XX. Y aunque Buenos muchachos, originalmente conocida como GoodFellas, no alcanza a ser tan universal, también es un ícono cultural y un hito en la historia de las películas sobre la mafia. Tanto así, que los críticos y muchos expertos la consideran la segunda más importante en la categoría y hoy es una cinta de culto y un clásico, que sigue encantando a millones de personas de todas las edades.
A diferencia de la saga sobre los Corleone, adaptada de un libro de ficción escrito por Mario Puzzo, la película de Martin Scorsese está basada en una historia real: la vida de Henry Hill, un gánster asociado con la familia Luchese -una de las cinco más poderosas de la mafia en Nueva York-, que terminó arrestado por el FBI y se unió al programa de protección de testigos, en donde delató a varios de sus amigos y excompañeros. Una conexión con la realidad que la hace mucho más cercana y poderosa que su antecesora.
Ahora que está cumpliendo 30 años (fue estrenada el 19 de septiembre de 1990), Buenos muchachos vuelve al primer plano. Por un lado, varios de los actores y el equipo de producción están contando anécdotas sobre el proceso de filmación de la cinta y la experiencia de adentrarse en el mundo de la mafia neoyorquina, y por el otro, el periodista Glen Kelly acaba de publicar el libro Mad Men: The Story of Goodfellas, en el que cuenta todo el proceso de Scorcese para sacar adelante la película, que terminó con seis nominaciones al Óscar (aunque solo ganó uno) y con una declaración de “cinta de importancia cultural” por el National Film Registry, que la escogió para preservarla en la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos.
Scorsese se interesó por la historia cuando leyó Wiseguy, un libro de 1985 escrito por Nicholas Pileggi, quien había conocido a Hill unos años antes y le había preguntado por sus años en la mafia. Su relato sincero, lleno de apuntes graciosos y crudos (como en la película), también llamó la atención de Brian de Palma, pero Plieggi era fanático del cine de Scorsese, por lo que decidió esperarlo pacientemente. El director de Taxi Driver, sin embargo, aún no había conseguido financiación para hacer la película y por cuestiones comerciales tuvo que filmar primero La última tentación de Cristo. Cuando finalmente comenzó a trabajar en la cinta (a la que primero quería llamar Wise Guy, como el libro), estaba enfrentando la ira del Vaticano y de algunos críticos por su caracterización de Jesús.
Scorsese contactó a Robert de Niro, a Joe Pesci y a Paul Sorvino para algunos de los personajes más importantes y escogió a Ray Liotta para interpretar a Hill. Liotta para ese entonces era conocido por protagonizar comedias románticas, pero había leído el libro de Pileggi y estaba tan encantado con el personaje, que terminó convenciendo al cineasta y al productor Irwin Winkler de contratarlo, luego de insistir mucho.
Para preparar a sus personajes, los actores hablaron con el autor del libro, quien les compartió el material que no había usado y les dejó escuchar las cintas de grabación en las que Hill contaba la historia. Scorsese, sin embargo, no dejó que Liotta conociera al personaje real hasta después de grabar la cinta, porque no quería que interfiriera en el proceso de creación.
De hecho, el cineasta le apostó mucho a la improvisación: antes de empezar a grabar, y cuando apenas habían leído un esbozo del guion, Scorsese puso a De Niro, Pesci y Liotta a ensayar escenas y situaciones, dándoles espacio para interpretar a los personajes como quisieran. Luego transcribió esas sesiones e incluyó las palabras y acciones que más habían utilizado los actores en el guion definitivo.
Eso permitió que a la hora de grabar, todo saliera tan natural, que la palabra fuck (maldición o mierda) aparece mencionada cada dos minutos, todo un récord para la época. El propio Liotta recuerda que “no nos preocupamos por cómo iba a salir todo, simplemente nos divertíamos jugando a la fantasía con personas a las que les encantaba jugar a lo mismo”.
Quien más brilló en el set fue Pesci, haciendo del explosivo Tommy DeVito, un personaje basado en el gánster Thomas Anthony DeSimone. Su fluidez para intercalar entre acciones aterradoras y apuntes graciosos o simpáticos, ayudó a que la película tuviera el tono que Scorsese quería, entre la tragedia y la comedia.
De hecho, una de las escenas más recordadas de la película es en la que su personaje le dispara por sorpresa a Spider, el muchacho que atendía el bar, y luego, ante el estupor momentáneo de sus compañeros, dice “tengo buena puntería, ¿qué esperaban?”. La otra es en la que asesina con sevicia al mafioso que se burlaba de su pasado en el restaurante de Liotta, y luego, acongojado, le dice al protagonista “no quería manchar tu piso de sangre”. Eso le valió a Pesci su primer Óscar, el único de la cinta.
A esa buena dosis de actuación, Scorsese le sumó toda su maestría como cineasta. La película está llena de sus marcas personales: voces en off que van explicando los hechos, una narración no lineal, una edición trepidante, un diálogo lleno de slang italoamericano, violencia en exceso y tomas innovadoras que permiten entender lo que sucede en toda su dimensión.
La más famosa de todas es un increíble plano secuencia (una toma continua) de tres minutos que muestra al protagonista guiar a su novia Karen, interpretada por Lorraine Bracco, al interior del bar Copacabana, entrando por una puerta trasera y pasando por la cocina. De esa forma, Scorsese logra transmitirle al espectador la misma sorpresa que siente Karen al descubrir el mundo de privilegio, influencias y poder de su futuro esposo. Todo unido a una excelente banda sonora que va evolucionando en concordancia con la época de la cinta.
Aunque esos mismos elementos, sumados a la temática de la mafia, también están en Casino (1995) y El irlandés (2019), dos de las películas que Scorsese hizo después, fue en Buenos muchachos que los usó por primera vez y deslumbró.
Al inicio, sin embargo, la cinta generaba dudas. Cuando Warner Bros la proyectó para una función de prueba, los comentarios fueron negativos, debido al exceso de violencia y al lenguaje soez. Quienes la vieron, de hecho, la calificaron mal y Scorsese incluso recuerda que “los números eran tan bajos, que era divertido”.
Pero al final, y en una decisión arriesgada, dejaron la cinta intacta y la proyectaron así en los cines. Una decisión acertada: las críticas fueron maravillosas y el público la aclamó.
Ese mismo año, de hecho, aparecieron muchas otras películas de mafiosos, incluida la esperada El padrino III, que según muchos iba a ser la mejor del año. Pero Scorsese con su versión de de la mafia neoyorquina mucho más callejera y frenética que la cinta de Coppola, se llevó todos los elogios y las mejores cifras de taquilla.
Como dato curioso, Henry Hill, el hombre que inspiró la historia, se convirtió en un personaje de documentales y programas de televisión. La fama le alcanzó para publicar su propio libro con recetas y convertirse en chef de su propio restaurante. Finalmente murió en 2012, por problemas en el corazón.
Como lo explica su personaje en la película, más que arrepentido por lo que había hecho, pasó el resto de su vida extrañando sus días en la mafia.