Televisión
Maritza Rodríguez, ahora Sarah Mintz, habla de su cambio de religión y por qué se alejó de la Tv; “el judaísmo me ha llenado el alma”
En medio de las horas difíciles que vive Israel, una colombiana, Sarah Mintz, antes conocida como Maritza Rodríguez, relata cómo vive su nueva fe.
Israel vive horas de angustia desde el pasado 7 de octubre, cuando el grupo terrorista Hamás irrumpió de manera sangrienta desde el sur del país hasta decenas de casas y centros poblados, que dejó como saldo más de 1.200 personas muertas y más de 230 civiles secuestrados.
Ese día una colombiana, Sarah Mintz, respiró ese aire de zozobra y de miedo que flotaba en el ambiente. “Los misiles sonaron y se encendieron de inmediato las alarmas. Mi esposo me dijo que me metieran en un búnker, estábamos en Jerusalén, y acá hay refugios en todos los edificios”, relata la barranquillera en SEMANA.
La misma que en la televisión de su país y en Estados Unidos, durante años, fue conocida en el mundo artístico como Maritza Rodríguez, una recordada villana de numerosas telenovelas como El señor de los cielos, La mujer en el espejo y Doña Bárbara, en cadenas de renombre internacional como Telemundo.
La también modelo, que eclipsó con su impactante belleza y cristalinos ojos azules, inició su carrera en los medios gracias a un video de la desaparecida agrupación de merengue Bananas y eso le abrió las puertas de par en par de una de las producciones más recordadas por los colombianos: Dejémonos de vainas.
Pero hace algunos años, la actriz abrazó el judaísmo y pasó a llamarse Sarah Mintz. Una mujer que se alejó de la actuación, pues esta religión le impide de alguna manera tener contacto con hombres (ni siquiera maquilladores o vestuaristas) y también utilizar atuendos con los que muestre piel o deje a la vista el cabello, el cual se rapó como parte de sus nuevas creencias. “Cuando iba a misa los domingos, siendo católica, siempre sentía que algo me faltaba, que me sentía vacía. Y sabía que podía encontrar algo que me diera más profundidad espiritual, una manera de ser un mejor ser humano, aunque no sabía bien qué era en ese momento”.
Sarah asegura, sin embargo, que no estaba buscando una religión. “Lo que hice fue que empecé a estudiar y vivir la experiencia de la cábala”, en el judaísmo. “Y fue emocionante. Descubrí que era algo que a mi vida le daba sentido, que me llenaba el alma, que me daba un gozo que no había experimentado antes”.
Todo comenzó con un primer viaje a Israel “absolutamente espiritual. Y estando allá me llegó el nombre, Sarah, y a mí no me sonaba en un comienzo porque en la historia Sarah se había demorado en tener hijos. Pero ese nombre me llegó al alma y supe que era el que había sido elegido para mí”.
En ese camino encontró a quien hoy es su esposo, el mexicano Joshua David Mintz, un reconocido productor de televisión, con quien luego conformó un hogar de dos hijos en 2005. Además, con él se ha casado en tres oportunidades: una de ellas por lo civil y otra en una ceremonia judía. “Pero no me casé con un judío para convertirme al judaísmo, que eso quede claro. Lo hice como un sueño que tenía en medio de una profunda búsqueda espiritual. Porque Joshua, que es judío de nacimiento, no iba a las sinagogas, pero los dos nos hemos acompañado en este camino. Yo amo la Torá y amo la vida judía”, relata la barranquillera.
No niega que su transformación espiritual le ha valido críticas dolorosas, que demuestran, dice Sarah, que hay mucho desconocimiento de lo que es esta fe. “Algunos me decían que me cansaría de esta vida muy pronto. Me cuestionaban por dejar mi carrera, por cambiar mi forma de vestir y dedicarme a sacar adelante un hogar, a mis hijos. Y me decían que iba a estar sometida a un esposo, que había perdido mi independencia”, cuenta la actriz.
Y explica que en esta religión hay judíos ortodoxos, conservadores y reformistas, otra de las grandes lecciones que tuvo que aprender cuando abrazó esta creencia e hizo la conversión judía.
Pero Sarah estaba segura de su fuerza espiritual, la misma que le ha permitido, dice, no perder la fe en medio de los meses azarosos que ha vivido Israel, su segunda patria, que el pasado fin de semana volvió a ser escenario de fuertes ataques, esta vez por cuenta de Irán, que envió decenas de misiles a cielo israelí.
Un ataque que logró ser contenido gracias a la poderosa inteligencia militar de ese país. “Soy una mujer de mucha fe. En estos momentos es cuando uno tiene que sentirse más fuerte en saber que HaShem (Dios de la religión judía) está con nosotros todo el tiempo”, relata la colombiana de 48 años.
Su regreso a la Tv
Y pese a que estuvo casi una década alejada de las cámaras, en 2022 recibió una propuesta para formar parte de la segunda temporada de Secretos de villanas. “Más que pensar si deseaba formar parte de este reality, realmente quería estar segura si mi nueva vida me permitía estar en un programa de este tipo”.
“Por eso, primero, antes de preguntarle a un rabino si era viable, obviamente lo hablé con mi esposo y lo hablamos como pareja, porque eso incluía estar ausente de casa por un tiempo y dejarlo solo con las responsabilidades, porque aquí en Israel estamos solitos”, cuenta Sarah.
“Después le preguntamos al rabino y él dijo ‘claro que sí, es tu obligación, Sarah, tú tienes que mostrarle al mundo que la vida espiritual y la vida física no tienen por qué ir separadas, tienen que ir de la mano, mientras te respeten tu sabbat, tu comida kosher, como tu estilo de vida de hoy en día, pues perfecto’. Y así fue. Y no, no me arrepiento”, confiesa la artista.
Asegura que le agradece a HaShem que la haya puesto en el pensamiento a los creadores que quisieron hacer Secretos de villanas “porque esta es la prueba fehaciente de que mi camino recorrido y mi camino de hoy en día no está equivocado. Porque hoy como Sarah puedo mostrar a la Maritza Rodríguez que caminó como villana, pero hoy soy una Maritza que ha trascendido en Sarah. Y es una oportunidad que jamás me imaginé que podría yo tener en esta vida”.
Para Sarah, adentrarse en el judaísmo no fue un despojo de una vida anterior. “Me tomé todo esto en serio y tener una conversión de verdad. Por eso me mudé a Israel para tener una conversión como debía ser”, cuenta. Y agrega: “Estaba dispuesta a dejar mi vida en la televisión, que me había regalado una carrera. Quería convertirme en una madre espiritual. Renuncié a mi contrato de exclusividad con Telemundo. Fue como poner un punto final para poder iniciar la etapa más gratificante de mi vida, una vida plena de sentido”.