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Dejarlos tomar riesgos sin supervisión y no tener interés en moldearlos determinó en gran parte de los hijos de Maye Musk.

Personaje

Maye, la mamá modelo de Elon Musk

Maye Musk es literalmente eso, pues, con su carrera de modelaje y en medio de la adversidad, crio a sus tres hijos, uno de ellos, el hombre más rico del mundo.

13 de febrero de 2021

Dicen que la necesidad es la madre de la invención. Y necesidades fue lo que pasó Maye Musk en Canadá mientras trabajaba en cinco empleos diferentes –como modelo y como dietista– para sacar adelante a sus tres hijos. Pero al ver la historia completa de esta mujer, revistas como The Economist la definen como la madre de la invención. Gracias a su estilo de crianza libre pero amoroso, sus tres hijos son emprendedores millonarios e independientes en la industria del cine, en el negocio de los restaurantes, y el mayor de ellos, Elon, fundó una compañía, SpaceX, con la cual pretende enviar humanos a Marte.

Para muchos, la motivación de Elon Musk viene de su madre, pues no tuvo problemas en empezar de cero en Canadá, con tres hijos y cinco empleos para sobrevivir. Hoy ella lo acompaña a muchas galas, y él la consiente con frecuentes regalos.

Este año, la mamá modelo de 73 años ha celebrado que Elon, a los 49 años y con una fortuna de más de 165.000 millones de dólares, desbancara a Jeff Bezos como el hombre más rico del mundo. Parte de ese triunfo es gracias a ella, una canadiense corajuda, de pelo cano, ojos azules brillantes, piel perfecta y personalidad electrizante, que supo darles rienda suelta a sus hijos para que tomaran riesgos desde muy pequeños.

Su historia comenzó en Canadá, donde nació en 1948 en el seno de una familia modesta que decidió mudarse a Sudáfrica cuando ella tenía 2 años. A los 15 ya era modelo, y a los 19, luego de ser finalista en el reinado de belleza de ese país, se casó con Errol Musk, ingeniero, con quien tuvo sus tres hijos: Elon, Kimbal y Tosca. Mientras estuvo casada siguió su carrera como modelo, pero también terminó sus estudios universitarios para perseguir una gran pasión: una maestría en dietética, título que la ayudó a establecer una fuente de ingresos más estable que el modelaje.

Su personalidad de acero, sin embargo, se forjó después de que el matrimonio con Errol se resquebrajara, tras nueve años de convivencia. Divorciada a los 31 años, salió con sus tres hijos a buscar fortuna en Canadá, donde estableció una práctica como dietista en su casa mientras sus hijos trabajan y estudiaban.

Fueron épocas duras. La familia pasaba dificultades para alcanzar el mes y no podían darse lujos, como comer en restaurantes ni ir a cine. Ella les cortaba el pelo y los cuidaba, pero nunca dejó que fueran consentidos.

A los 17 años, Elon y su hermano, Kimbal, decidieron mudarse con su padre a Sudáfrica, una decisión que el mayor siempre lamentó. Según le dijo a la revista Rolling Stone en 2017, su padre abusó de él de muchas maneras. “No tienen idea de lo malo que fue. Casi todos los crímenes que uno pueda imaginar él los ha cometido… Es un ser humano terrible”, dice el multimillonario de su padre, quien, a los 74 años, es el único del clan que vive en Ciudad del Cabo y se mantiene sin contacto con sus hijos. Hace poco fue padre de nuevo, esta vez de un bebé que tuvo con una hijastra de un matrimonio posterior.

A Errol Musk, un ingeniero de 74 años, sus hijos no lo quieren. Dice que ellos son lo que son gracias a él, pero la historia de Maye lo contradice.

Maye siempre creyó que su carrera de modelaje había terminado al llegar a Canadá, pero a los 60 años esta revivió cuando dejó de pintar su caballera de rubio para que afloraran las canas. Esto, sumado a su cara radiante a pesar de los vestigios del tiempo y a su figura esbelta, resultó en un total interés por parte de muchas agencias de modelaje que le hicieron llover contratos.

Hoy forma parte del portafolio de IMG Models, la misma firma de Gisele Bündchen y las hermanas Hadid, y ha participado en las campañas de Revlon, Target y Virgin America, como embajadora de CoverGirl y en portadas de reconocidas revistas. La más llamativa fue tal vez la de New York Magazine para un artículo sobre la maternidad a los 60 años que causó estupor. “Siempre que necesitan una modelo vieja me buscan a mí”, dice sin complejos. Ahora, cuando su hijo se ha vuelto una figura mundial, muchos quieren tenerla en sus fiestas y entrevistarla para que ofrezca anécdotas de cómo es criar a un genio.

Su carrera de modelo tuvo un impulso inusitado en su vejez. En esta portada usaron su cara para ilustrar el tema de las madres tardías.

Ella les cuenta que nunca fue una madre helicóptero, como muchas hoy que supervisan cada una de las actividades de sus hijos, sino todo lo contrario. Les dio espacio para que exploraran el mundo por sí mismos y a sus anchas. Nunca interfirió con sus obligaciones ni horarios ni revisaba sus tareas; tanto fue así que ellos aprendieron a imitar su firma para los trámites escolares.

Con ese estilo libre y poco estructurado, cada hijo encontró un interés propio desde muy temprano. Maye lo supo cuando empezó a ver qué hacía cada uno cuando los llevaba a una tienda. “Elon tomaba un libro y se sentaba a leer. Tosca estaba a mi lado, y Kimbal, hoy un magnate de los restaurantes, escogía y olía las verduras”.

Elon siempre fue un lector obsesivo y un pensador absorto consigo mismo. Maye recuerda que leía mucho y sabía muchas cosas a tal punto que le decían la enciclopedia andante. Por esta razón tenía problemas de socialización con sus compañeros, que aprovechaban su personalidad introvertida para matonearlo en el colegio. Maye pensó que se trataba de algún trastorno de personalidad, pero en realidad era un genio, y prueba de ello fue que a los 11 años escribió su primer programa para computadores, el cual fue publicado en una revista.

Su hermano menor, Kimbal, también innovador y empresario como Elon, siempre estuvo interesado en la agricultura y en 2004 cofundó The Kitchen, una cadena de más de 13 restaurantes que se especializan en platos con alimentos no procesados y locales. De pequeños vendían con Elon huevos de Pascua a un precio exorbitante, y, cuando sus potenciales compradores se quejaban, esgrimían el argumento de que al comprarlos estaban “apoyando a futuros capitalistas”. Y, en efecto, Elon fundó Zip2 y PayPal con Kimbal, quien hoy, a los 48, tiene una fortuna estimada de 388 millones y forma parte de la junta directiva de Tesla y SpaceX.

Tosca, la menor, se entusiasmó desde temprano con el cine. Cuando tenía 15 años, aprovechó un viaje de su madre para vender la casa de la familia. Al regresar Maye, el negocio estaba casi hecho y solo se necesitaba firmar los papeles de la venta. En lugar de ponerse furiosa, estaba contenta de ver que su hija había hecho todo el trabajo.

A los 18 Tosca consiguió un trabajo en un estudio para convertirse en directora. Hace siete año dio a luz a Isabeau y Grayson, concebidos vía fertilización in vitro con un donante de semen. Hace tres años y sin ninguna ayuda de sus hermanos, fundó su firma Passionflix, una especie de Netflix para películas románticas. Ella quería probarse a sí misma que podía sola, y de sus hermanos solo recibió consejos acerca de cómo conseguir fondos y hablarles a los inversionistas.

Sus tres hijos, Kimbal, Tosca y Elon, son millonarios por cuenta propia, pero el más famoso es Elon, quien este año se convirtió en el hombre más rico del mundo, superando al dueño de Amazon, Jeff Bezos. Su fortuna rebasa los 165.000 millones de dólares.

Con diez nietos y sus hijos ya hechos y derechos, la vida de Maye es muy distinta hoy. Siguen siendo muy unidos, y la fama y los millones no se les han subido a la cabeza.

Mientras Elon sigue creando empresas, ya sea para mejorar el tráfico de las ciudades –como pretende con The Boring Company– o desarrollar un implante cerebral –como busca con su empresa Neuralink–, ella se mantiene activa en Instagram, con más de 411.000 seguidores. El resto del tiempo lo pasa en sesiones de fotografía, en galas de la alta costura, en entrevistas con los medios o recorriendo las calles de Los Ángeles en su carro. Un Tesla, por supuesto.