Televisión
De Don Armando a Horacio Valenzuela: Jorge Enrique Abello cuenta secretos de ‘Ana de nadie’ en SEMANA. “Me esmeré en que me odiaran”
Jorge Enrique Abello conversó con SEMANA sobre su personaje de Horacio Valenzuela en la telenovela ‘Ana de nadie’, con el que, dice, se ha ganado más de un insulto en la calle.
“Adelaida me devolvió la vida que tú me quitaste. Ella me hizo entender que podía soñar la segunda parte de mi vida, que podía recuperarla, porque la primera te la dejé aquí, en esta casa”.
La frase forma parte de una escena de la telenovela Ana de nadie, la más vista por los colombianos actualmente. Es de Horacio Valenzuela, el personaje que encarna el actor Jorge Enrique Abello, un esposo infiel que en ese momento se ve confrontado por su esposa, Ana Ocampo, en una maravillosa interpretación de Paola Turbay.
Se emitió la semana pasada y, desde entonces, confiesa el actor entre risas, aumentaron los insultos que recibe en la calle por cuenta de este personaje, para el que se empeñó –reconoce– en vestir con todo el cinismo posible. Así lo confesó en entrevista con SEMANA.
SEMANA: ¿Imaginaba la acogida que ha tenido esta novela a pesar de que se trata de un ‘remake’ de ‘Señora Isabel’?
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Jorge Enrique Abello (J. A.): Si bien es una versión de una serie que se emitió hace mucho tiempo, no creo que Señora Isabel siga tan fresca en la memoria de la gente. Y por eso creíamos que realmente Ana de nadie no iba a tener un antecedente. Por otro lado, cuenta una historia poderosa, que sigue teniendo el poder de convocar una conversación muy importante sobre el amor y la mujer.
SEMANA: ¿Tuvo la oportunidad de ver esa serie hace 30 años?
J. A.: Sí, era una serie semanal que en su momento paralizó el país, tuve la oportunidad de verla siendo muy joven. Recuerdo todo el revuelo que causó, lo polémica que generó. Además, porque tenía unas actuaciones impresionantes. Era muy conservadora, si se le compara con la versión que hemos hecho con Ana de nadie, pero Señora Isabel era un reflejo de cómo pensaba el país hace 30 años. Siendo la misma historia, había una mirada muy distinta sobre el matrimonio, los hijos, el papel de la mujer, el amor.
SEMANA: ¿De alguna manera se inspiró en el personaje que encarnó el actor Álvaro Ruiz, o construyó su personaje de Horacio desde cero?
J. A.: La idea no era tomar nada de allí. Primero, porque era un hombre de hace 30 años, muy distinto a un padre y un esposo de esta época. Y segundo porque ese personaje no tenía la misma figuración en la historia que sí le dieron en la adaptación. Aunque hay que reconocer que la actuación de Álvaro Ruiz fue maravillosa.
SEMANA: ¿Qué es la infidelidad para Jorge Enrique Abello?
J. A.: No me gusta dar definiciones morales. Y no me gusta juzgar a los personajes, esa labor no le corresponde al actor. Prefiero que sean los televidentes los que juzguen, y respeto a quienes incluso busquen defender lo que ha hecho Horacio Valenzuela en la historia.
SEMANA: ¿Cómo ha sido trabajar con Paola Turbay?
J. A.: Maravilloso, porque Paola ha tenido un acercamiento con el personaje a partir de la disciplina y la labor actoral increíble. Eso ha sido algo clave para que la novela sea un éxito. Está haciendo un gran papel, cuando la veo en las escenas me conmuevo.
SEMANA: ¿Qué siente que ha cambiado realmente en las mujeres en estos 30 años?
J. A.: Hoy en día tenemos un discurso donde la hegemonía de un solo género y los micromachismos que antes normalizábamos están puestos en duda. Donde estamos viendo todo el daño que ha causado la falta de equidad de género. Y eso nos está permitiendo contar la historia de una manera diferente de como se contó hace tres décadas, en una época en la que a nadie le interesaba hacerse esas preguntas del rol de las mujeres en la sociedad.
SEMANA: Si bien dice que el rol de las mujeres ha cambiado, la novela muestra aún patrones del pasado, como las mujeres que renuncian a la vida profesional para dedicarse al hogar.
J. A.: No juzgo ese tipo de decisiones, pero justamente la novela en su evolución va a mostrar que en algún momento de la vida las mujeres se enfrentan a esa reflexión. Lo único que creo, seas hombre o mujer, es que una relación no te debe hacer perder tu identidad, porque entonces se está construyendo algo que no es sincero. “Te amo, así no pueda ser yo para estar contigo”. Eso es como darse un tiro en el pie.
SEMANA: Cuesta tener empatía con Horacio Valenzuela. Más allá de su infidelidad, es su cinismo, su manipulación. ¿Cómo fue la construcción de este personaje?
J. A.: El objetivo del personaje era justamente causar irritación, malestar, para poder contar realmente la historia de una mujer en una sociedad como la actual. Porque las mujeres hoy, por fortuna, decidieron que era hora de dejar de callar y asumir con plenitud su libertad, su sexualidad, sin pensar en el qué dirán. Yo pude haber hecho el personaje más encantador, pero le estaría quitando el verdadero foco a la historia. Me esmeré mucho en lograr que me odiaran.
SEMANA: ¿Y eso cómo ha caído en la gente?, ¿es cierto que muchos televidentes le dicen cosas en la calle?
J. A.: Todo el mundo me dice que me odia… Pero ese odio me lo he ganado a pulso. Había escenas en las que tenía diálogos suaves, pero al interpretarlos los volvía más duros. Este personaje es muy inteligente para construir relaciones y conocer tanto a los demás que los manipula. Es un mago de la manipulación. Y todos en algún momento hemos conocido o sido víctimas de alguien así. Por eso creo que la gente lo odia tanto. Ha sido un reto representar a alguien así porque tiene demasiadas caras.
SEMANA: ¿Con este personaje cree que ya se supera su eterno papel de Armando Mendoza en ‘Yo soy Betty, la fea’?
J. A.: No, no, para nada. Armando Mendoza es un clásico. Muchísima gente me asocia con ese personaje, que marcó un antes y un después en mi vida y que recuerdo con inmenso cariño.
SEMANA: Muchos creen que Armando Mendoza y Horacio Valenzuela se parecen mucho...
J. A.: No creo, están en diferentes edades y momentos de sus vidas y enfrentados a distintas decisiones. Se parecen solo en la clase social y en que eran hombres equivocados.