Realeza
Meghan, Fergie y otros célebres excluidos del sepelio del príncipe Felipe
La pandemia obligó a la reina Isabel a reducir al mínimo la lista de asistentes a los funerales de su esposo. Algunas exclusiones resultaron dolorosas, pero también hay parientes que no serán muy extrañados.
El número de 30 de convidados a las honras fúnebres en la capilla de St. George del castillo de Windsor no evoca ninguna simbología o norma de protocolo. Sencillamente, es el máximo de personas reunidas en un recinto que estipulan las normas de bioseguridad en el Reino Unido, uno de los países que con más rigor ha sufrido los estragos de la pandemia del coronavirus.
A pesar de tener una larga parentela, eso obligó a la reina Isabel a reducir drásticamente el número de asistentes a las exequias de su marido. Otros, definitivamente, eligieron no hacerse presentes para evitar complicaciones, en una época en que la armonía de la familia real se ha visto seriamente perturbada. Estos son los grandes ausentes en el adiós a Felipe de Edimburgo.
Meghan Markle, duquesa de Sussex
Por supuesto, la baja más sensible la encarna la esposa del príncipe Harry, duque de Sussex, nieto de Felipe. Apenas se supo del deceso del príncipe, una de las primeras preguntas que saltó a la palestra fue si ellos asistirían a las exequias.
Mientras que el príncipe luchaba por su vida en dos hospitales, ellos promocionaban su escandalosa entrevista con Oprah Winfrey. No fueron pocos en Gran Bretaña, los que dijeron que sus declaraciones en ese programa eran de poca importancia comparadas con la salud de Felipe, quien siempre fue muy amado por el pueblo.
Harry y Meghan fueron tratados de indolentes y se les pidió que aplazaran la emisión hasta que Felipe mejorara. Pero no hicieron caso y se lanzaron con una andanada de críticas a la familia real, incluida la acusación de racismo por parte de al menos uno de sus miembros, que les indagó sobre el color de su hijo Archie.
Finalmente, Harry dejó de lado sus reproches y se unió a su familia, pero Meghan no viajó con él.
Voceros del palacio de Buckingham le expresaron a la prensa que no lo hizo porque su médico le recomendó viajar en vista de su embarazo de seis meses.
Y no le falta razón. La propia reina Isabel es tan consciente del morbo que causa el rifirrafe familiar, que ordenó que Harry no caminara hombro a hombro con su hermano William, duque de Cambridge, dado que una de las aristas más candentes del conflicto es la enemistad entre los otrora unidos príncipes. Todo porque William “no le tendió el tapete rojo a Meghan”, según afirmó un allegado a ellos, para dar a entender que Meghan no le parecía la elección adecuada.
No hay duda de que la presencia de la actriz estadounidense al lado de personas a las que señala de haberla llevado al borde del suicidio, según le dijo a Oprah, habría transformado un acto tan solemne en un circo mundial.
Sarah Ferguson, duquesa de York
Es otra duquesa que habría causado malicia entre la concurrencia. Técnicamente, desde que ella se divorció del príncipe Andrés en 1992, no es miembro de la familia real.
Pero lo cierto es que continúa muy ligada a su ex. Siguió usando el título de duquesa de York y hasta viven bajo el mismo techo en el Royal Lodge.
Todo eso irritaba mucho a Felipe. Nunca le perdonó a Fergie, como la llaman popularmente, que se dejara pillar por un tabloide mientras el hombre con que engañaba a Andrés, el millonario texano John Bryan, le besaba un pie y la besaba en presencia de su hija, la princesa Eugenie, de escasos dos años.
Felipe y Sarah estaban en el castillo de Balmoral cuando la foto le dio la vuelta al mundo. Al encontrarse en la mesa para el desayuno, él le dijo a su nuera: “Tranquila, eso le pasa a cualquiera”.
La expresión suena consoladora, pero hay una versión extendida de acuerdo con la cual él jamás quiso volver a dirigirle la palabra.
El escándalo suscitó que la reina obligara a la pareja a separarse en 1992, el cual la monarca llamó annus horribilis, pues además estaba en furor la guerra de su hijo Carlos con Lady Di, que cobró un vuelo siniestro y ellos anunciaron también su separación.
Para colmo, la princesa Ana, la hija única de Isabel, rompió igualmente ese año su matrimonio con el capitán Mark Philips, también entre rumores de infidelidad, avalados por unas cartas de ella a su caballerizo, Tim Laurence, con quien terminó casándose ese año. De hecho, él integró el cortejo fúnebre de Felipe, junto a Carlos, Andrés, Eduardo, William y Harry, entre otros.
La reina Isabel, en cambio, siempre ha perdonado las locuras de Fergie. Son famosos sus escándalos por deudas, que hasta la llevaron a venderle a un periodista una entrevista con Andrés.
Lo malo es que ella no sabía que él la estaba grabando y difundió el video, en el cual decía, entre otras cosas, que Isabel no la tocaba porque nunca se había quedado con nada de ella.
Pese a esa y otras metidas de pata, la reina la defiende como una buena madre de sus hijas, las princesas Beatrice y Eugenie.
En los últimos años, Fergie ha vivido una reivindicación y, seguro pensando en sus nietas, su exsuegra la invitaba a los veranos en Balmoral o al palco real en Ascot. Eso sí, los cortesanos se veían en problemas para que ella no coincidiera con Felipe, quien no la podía ver.
Cuando se barajó la posibilidad de que Andrés y Fergie se volvieran a casar, él dio su no rotundo.
La duquesa de Gloucester y la duquesa de Kent
Fergie quizá fue una pariente fácil de descartar para la reina en una elección tan difícil, pero no es posible decir lo mismo en el caso de Birgitte van Deurs, la esposa del duque de Gloucester, y Katharine Worsley, la esposa del duque de Kent, otras importantes ausentes.
Al igual que sus esposos, que son primos de la reina, estas dos duquesas son miembros activos de la familia real, o sea que reciben una asignación por representar a Isabel en diversos escenarios. Son patrocinadoras de múltiples asociaciones y gozan de popularidad.
La gratitud de la reina hacia ellas es grande, pues su trabajo ayuda a mantener vivo el contacto de la monarquía con el pueblo. No obstante, las duras limitaciones se han impuesto.
Los príncipes Michael de Kent
Otro descartado fue el príncipe Michael de Kent, primo también de Isabel, y su esposa, la princesa Michael de Kent, título que responde a una forma protocolaria de llamar a las parejas de los parientes de la realeza con los nombres de sus maridos.
El príncipe Michael es hermano del duque de Kent y fue uno de los pajes que llevó la cola del vestido a Isabel en su boda con Felipe en 1947.
A diferencia de su hermano, no recibe una asignación como miembro activo de la familia, pero sí representa a la reina ocasionalmente, en especial en los países de la Commonwealth.
Por su esposa, originalmente la baronesa Marie Christine von Reibnitz, Michael renunció a sus derechos dinásticos, debido a que ella era católica y divorciada, pero luego le fueron retornados. De hecho, mucho antes que Camilla, la esposa de Carlos, y Meghan Markle, ella fue la primera divorciada en entrar a la familia real por matrimonio.
La princesa ha sido piedra de escándalo. Una vez se quejó de que ella y su familia vivían tan quebrados, que no podían ir a restaurantes. Y cuando Meghan Markle apareció en escena, la criticaron por lucir en una gala familiar un prendedor con un personaje negro. Le tocó disculparse públicamente.
La pareja, igualmente, es habitual invitada a las fiestas y eventos de la familia real, pero ahora les tocó mantenerse en la sombra.
El kínder real
También faltan en la despedida de Felipe sus diez bisnietos, todos de menos de diez años. De no ser por la crisis actual, era previsible que al menos asistiera el príncipe George de Cambridge, hijo de William, de 7, dado que algún día será rey (es el tercero en la línea de sucesión al trono).
Entre sus primos, hay dos que definitivamente no habrían estado, pues acaban de nacer: August Philip, hijo de Eugenie de York, y Lucas Philip, tercer hijo de Zara Phillips. Ambos crecerán con el orgullo de llevar el nombre del bisabuelo que nunca conocerán.