Realeza
Meghan Markle no irá al entierro del príncipe Felipe: ¿No puede o no quiere?
Después de su devastadora entrevista con Oprah Winfrey, las relaciones entre la pareja y la realeza quedaron rotas. Se ha dejado saber que Harry irá al funeral de su abuelo solo y que Meghan se quedará en Estados Unidos.
La presencia de Meghan Markle en la ceremonia de despedida del duque de Edimburgo es uno de los puntos que más genera suspicacias y controversias en esa ceremonia.
En épocas diferentes a la de pandemia, el duque de Edimburgo habría convocado una gran procesión militar por la ciudad de Londres y miles se habrían congregado en las calles para darle el último adiós a uno de los símbolos más sólidos de la monarquía: el esposo de la reina. En medio de esa procesión tendría que estar en tiempos normales toda la familia, incluidos sus nietos, los entrañables hijos de Diana, con sus esposas.
Pero todo parece indicar que los tiempos no son normales no solo por el coronavirus. Hay un factor adicional: Meghan, la esposa de Harry, no asistirá. El Palacio de Buckingham ha confirmado esto, y la razón oficial sería que Meghan, quien está esperando una bebé para el inicio del verano, no logró un visto bueno de su médico para hacer ese viaje sin poner el riesgo el embarazo.
La razón, sin embargo, genera escepticismo. La ceremonia del entierro del príncipe Felipe está prevista para realizarse en ocho días en la capilla San Jorge del Castillo de Windsor. Por lo tanto, se espera que los actos fúnebres se realicen el próximo sábado 17 de abril. El príncipe será enterrado en el mausoleo real de esa capilla el mismo día del funeral, luego de una ceremonia privada a la que asistirán la reina y otros miembros de la familia real. Los detalles más precisos serán divulgados por funcionarios del palacio de Buckingham en los próximos días.
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Ante el triste deceso de su abuelo, el joven príncipe y su esposa habrían quedado muy mal si ponen sus desencuentros con la familia por encima de esa despedida. Pero si iban a Londres juntos, también serán la comidilla de todos los medios, en su mayoría molestos por el daño que le hicieron al Reino Unido con su entrevista.
Una fuente de Palacio le dijo a la prensa en Londres que Harry “no quiere otra cosa que estar ahí para su familia, especialmente para su abuela, en estos terribles momentos”. Aunque nadie lo dirá en público, es claro que la presencia de Meghan podría insultar a una parte de la familia.
El príncipe Felipe fue, sin quererlo, uno de los protagonistas de la polémica entrevista con Oprah. El patriarca de la familia estaba muy enfermo por esos días y había sido trasladado a un hospital. Muchos días después de esa explosiva cita, cuando ya la crisis en la familia real era una verdad sonora, tanto Harry como Meghan dejaron saber que ellos habrían cancelado la entrevista si el abuelo fallecía.
Felipe estuvo varios días sin saber lo que su nieto había hecho, pero una vez se recuperó temporalmente se decía que sería la única persona que podría ayudar a arreglar esa crisis. En medios ya se había publicado la versión de que él había sido el encargado de acercarse a Harry y lograr sanar esas heridas.
Sin embargo, el hueco que crearon tanto Harry como Meghan es enorme. Todavía se busca a la persona de la familia real que le habría preguntado a Harry si su hijo sería moreno. Aunque se ha especulado que puede ser la princesa Ana, nada está confirmado.
También se creó una enorme pelea con William, que criticó en privado duramente que Harry utilizara conversaciones privadas en un programa de televisión y que Meghan hablara mal de Kate, de quien sostuvo que incluso la había hecho llorar antes del matrimonio. Agregó que los cortesanos, además, le prohibían salir con sus amigas y le pidieron ser “cincuenta por ciento menos Meghan Markle”.
La verdad es que desde que Harry y Meghan sacudieron al mundo en 2020 con el anuncio de su salida de la monarquía, se sabía que tarde o temprano se desahogarían. Aunque el palacio de Buckingham estaba preparado para que se despacharan, el bombazo, que se vio venir, tomó por sorpresa a todo el mundo.
Hasta hoy, los escándalos de los Windsor habían sido de sábanas. Y, aunque en el pasado algunos de ellos tuvieron gaffes con el tema de la raza (como cuando Harry se disfrazó de nazi o se rumoró que su abuelo Felipe era pro-Hitler), jamás se habló antes de un ataque discriminatorio tan frontal de un miembro de la casa.
En su comunicado en respuesta al programa, la reina manifestó que algunas de las cosas dichas por los Sussex son cuestionables. Al menos así interpretan algunos la expresión while some recollections may vary (en tanto que algunos recuerdos pueden variar), utilizada para anunciar que investigará privadamente el tema. “Es una exquisita frase para acusar a los Sussex de vivir en un mundo de fantasía al estilo Disney”, dijo el biógrafo real Tom Bower.
Harry y Meghan dieron pie para ser vistos como ambiguos y en el Reino Unido son miles los que hoy los ven con desconfianza. Entre otras, porque se han conocido hechos que demuestran que ellos mintieron en la entrevista; por ejemplo, la supuesta boda secreta que ya hasta el cardenal del país desmintió que existió.
Por otro lado, no se comprende cómo él, que ha hecho campañas sobre salud mental y admitió haber ido a terapia para superar los traumas por la muerte de su madre, no lograra brindarle ayuda profesional a su esposa. Por otra parte, medios como el Daily Mail notaron que ella afirmó que las charlas sobre el color de Archie se dieron cuando estaba embarazada, mientras que Harry aseguró que fue antes de la boda.
Otra contradicción es sobre un posible título nobiliario para Archie. Antes del parto, contaron, miembros de la familia les advirtieron que él no tendría derecho a ninguno y Meghan lo interpretó como otra muestra de racismo. Lo preocupante para ella era que eso lo dejaría sin seguridad.
Los cronistas de la realeza, sin embargo, recuerdan que por una directriz del rey Jorge V solo son príncipes los hijos y nietos del monarca y aquellos a quienes este les conceda ese título. Más aún, por iniciativa de Carlos, padre de Harry, se busca que la familia real sea cada vez más compacta y que sus parientes no tan cercanos lleven una vida normal sin depender de la Corona.
Aunque los duques parecieron alineados con esta idea cuando Archie nació, en la entrevista resultó que sí estaban detrás de un título para él, lo que parece otro contrasentido. En el futuro, él podría usar el título de conde de Dumbarton, subsidiario del ducado de su padre, o ser príncipe cuando su abuelo Carlos suba al trono.
Los expertos ven infundados los temores por su seguridad, que no siempre viene con el título y no se les otorga a los bebés, pues se entiende que siempre serán custodiados por sus padres y su escolta si la tienen.
Los Sussex, además, dieron papaya con la aseveración de que Carlos les cortó el apoyo financiero. Según el Evening Standard, él se encargó de hacerle saber a la prensa, por intermediarios de confianza, que los sigue ayudando, aunque no desmintió que dejó de contestarle el teléfono a Harry, como este lo contó. Aquí, la contradicción es que uno de los pilares de su grito de independencia fue el deseo de ser autónomos en este frente y ahora lloran por plata.
Otros no entienden que reivindiquen tanto su derecho a la privacidad, mientras que hablan de lo más íntimo de su vida familiar ante el mundo.
La entrevista, vista por 22 millones de personas, recordó la confesión de Diana de Gales ante las cámaras de la BBC en 1995. La reportera Melanie McDonagh afirma que los Sussex han construido su discurso basados en la historia de la princesa. Harry ha dicho que siente no haber podido proteger a su madre de lo mucho que sufrió en la familia real y cree que al salvar a su esposa expiará esa culpa.
En todo caso, el paralelo entre las dos es asombroso. Por ejemplo, ambas fueron tratadas por los Windsor como extrañas y cuando se negaron a agachar la cabeza las aislaron.
Si bien a Diana se le creía, a Meghan no tanto: dijo que no sabía nada de la monarquía y eso resulta sospechoso. A Isabel II la identifican por lo que es en cualquier rincón del planeta y Harry es hijo de quien fue la mujer más famosa del globo.
Además, cuando estuvo en Londres, jovencita, se tomó la típica foto frente al palacio de Buckingham. Y amigas suyas hablan de lo mucho que admiraba a Lady Di; tanto es así que una vez hizo una exposición sobre ella en el colegio.
El cara a cara dejó serias dudas acerca del raro modo de comunicarse de esta familia: la pareja se sintió desairada por la reina cuando regresaron de Canadá, donde vivieron tras anunciar su retiro. Habían quedado en verse con ella en la residencia de Sandringham, pero, de repente, el secretario privado de la monarca les notificó que no se daría el encuentro.
Entonces, Harry llamó a su abuela y ella le dijo que estaría ocupada el resto de la semana. La explicación, según Harry, es que en palacio los que mandan son los cortesanos, a los cuales les echa gran parte de la culpa de sus problemas.
Como pasó con la entrevista de Lady Di, hoy los británicos están divididos. La mayoría opina que la de los Sussex fue inapropiada. Pero no hay que hacer sondeos para ver el daño que hizo. Por un lado, perjudica la reputación que ha atesorado la realeza británica, a pesar de una abdicación, tres rupturas matrimoniales en un solo año (1992) y otros escándalos. Ahora, creen los observadores, se ha rasgado definitivamente ese misterio que ha tejido la magia del trono. Y aunque la pareja trató cariñosamente a la soberana, en realidad todos los golpes los recibió ella por ser la cabeza de la Corona.