PERSONAJE
Melania Trump: interesada, manipuladora y no tan sumisa como se creía
Un libro echa por la borda la teoría de que la esposa del presidente Donald Trump es una víctima atrapada en un matrimonio del que se quiere liberar. Por el contrario, es muy parecida a él y tiene mucha influencia en la Casa Blanca.
En enero de 2017, cuando Donald Trump se estrenaba en la Presidencia, las revistas del entretenimiento decían que su matrimonio con Melania pasaba por un momento difícil. Tenían razones para pensarlo: durante la campaña varias mujeres lo habían denunciado por acoso y se había filtrado un video en el que él decía “cuando eres una estrella, te dejan hacerles cualquier cosa. Como agarrarlas por el coño...”.
El nuevo presidente, además, se había mudado casi de inmediato a la Casa Blanca, mientras que ella había preferido quedarse en su apartamento de Nueva York con su hijo Barron. Y como si fuera poco, en la ceremonia de posesión se mostró tan incómoda que millones de usuarios viralizaron la frase #FreeMelania (Liberen a Melania) en las redes sociales.
En esa época muchos la veían como una víctima: una mujer casada con un misógino e incómoda en su papel de primera dama. La realidad, sin embargo, era muy diferente. La decisión de quedarse en Nueva York y sus desplantes en público hacían parte de una estrategia muy bien pensada para presionar a Trump a firmar un nuevo acuerdo nupcial.
En vez de presentarla como una mujer sumisa y atrapada en su matrimonio, el libro la describe como una persona manipuladora, interesada y perseverante.
Ella creía que con la presidencia las condiciones de su matrimonio cambiaban, y estaba dispuesta a todo, incluso a aprovechar las acusaciones de mujeriego contra su esposo para que él accediera a modificar algunos de sus tratos previos. Su plan funcionó: Trump aceptó, y unos días después ella llegó con su hijo a la Casa Blanca y volvió a sonreír en las fotos.
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Cuando Trump se posesionó, Melania se quedó en Nueva York y se mostró distante con él en público. Lo hizo para presionar la firma de un nuevo acuerdo nupcial en el que su hijo menor Barron salió bastante favorecido.
Esa historia forma parte de The Art of Her Deal, una nueva biografía no autorizada de Melania Trump escrita por la periodista Mary Jordan, del diario The Washington Post, que contradice lo dicho hasta ahora sobre la primera dama. En vez de presentarla como una mujer sumisa y atrapada en su matrimonio, la describe como una persona manipuladora, interesada y perseverante.
También dice que tiene más poder del que aparenta en la Casa Blanca y que, al contrario de lo que muchos piensan, apoya frecuentemente a su esposo. “Es mucho más parecida a él de lo que parece. Ambos son ávidos creadores de su propia historia”, cuenta Jordan.
En efecto, Trump ha logrado crear un mito (no tan real) de hombre hecho a pulso alrededor de su fortuna, y Melania ha hecho lo propio. Nació en la Yugoslavia comunista, en la hoy independiente Eslovenia, en una familia de clase media, y con los años logró llegar alto tras promocionarse como una supermodelo con un curso de arquitectura en Italia y cinco idiomas.
Pero ninguna de las tres cosas es cierta: cuando Trump la conoció, a mediados de los años noventa, era una modelo promedio con una carrera más bien regular; había abandonado sus estudios de arquitectura a la mitad, y solo dominaba el inglés y el esloveno. Sus mentiras, no obstante, rindieron fruto, y con Trump hizo una pareja ganadora.
“Ella quería pruebas por escrito de que, en lo que respecta a las oportunidades financieras y la herencia, Barron sería tratado como un igual a los tres hijos mayores”, dice el libro.
De acuerdo con el libro, Melania fue quien lo convenció de lanzarse a la presidencia. “Ella le dijo: ‘sabes, deja de hablar de postularte y hazlo... Si compites, vas a ganar’”, le contó a la autora Roger Stone, un exasesor de Trump. Desde entonces se ha convertido en su mano derecha. Tanto así que el presidente la llama cada vez que termina algún discurso para preguntarle cómo lo vio y suele consultarle las decisiones más importantes.
Incluso habría elegido a Mike Pence como su fórmula vicepresidencial luego de preguntarle a ella. “Melania le dijo que Pence se conformaría con ser el número dos, a diferencia de los otros candidatos”, dice la periodista.
El libro también habla de su rivalidad con su hijastra Ivanka, con quien tiene una relación cordial pero hipócrita, de competencia por poder. Ivanka la llama en secreto ‘portarretrato’, por su tendencia a guardar silencio; y ella le dice ‘la princesa’, por la manera en que se comporta en los asuntos de su padre.
El libro confirma su rivalidad con Ivanka, a la que le dice sarcásticamente ‘la princesa’. Melania, de hecho, habría usado la famosa chaqueta de ‘En realidad no me importa’ para mandarle un mensaje.
De hecho, su interés en modificar el acuerdo prenupcial en la época de la posesión presidencial nació de la idea de proteger el futuro económico de su hijo Barron si Ivanka tomaba las riendas de la organización Trump. “Ella quería pruebas por escrito de que, en lo que respecta a las oportunidades financieras y la herencia, Barron sería tratado como un igual a los tres hijos mayores”, dice el libro.
Ivanka, sin embargo, no perdió el tiempo. Mientras Melania presionaba desde su apartamento de Nueva York, ella ya se había instalado en la Casa Blanca y se había convertido en un componente esencial de la presidencia de su papá. Tanto que cuando Melania llegó a Washington y se dio cuenta de que se paseaba por las zonas privadas de la Casa Blanca como Pedro por su casa, le exigió a su marido ponerle límites. No contenta con eso, desechó una idea que ella había propuesto para cambiar el nombre de la Oficina de la Primera Dama por el de Oficina de la Primera Familia.
Durante la presidencia, además, le ha mandado varios mensajes indirectos. El más famoso en 2018, cuando usó una polémica chaqueta que tenía la inscripción “Realmente no me importa, ¿y a ti?” mientras visitaba los albergues con niños inmigrantes. De ese modo la criticaba por su tendencia a acaparar todos los eventos benéficos.
Su mamá trabajó en una fábrica de ropa para niños y su papá fue mecánico y chofer cuando vivían en Eslovenia, entonces parte de la Yugoslavia comunista.
Así mismo, la biografía confirma que Melania y el presidente viven en pisos separados, y que incluso duermen en camas distintas en los viajes. Aunque no atribuye ese comportamiento a peleas, sino a sus personalidades: independientes, autónomos y amantes de su libertad. Expone que puede haber amor, aunque las personas que los rodean hablan de una relación con altibajos. Su matrimonio, en todo caso, parece priorizar la lealtad y la confidencialidad por encima de cualquier cosa.
Melania, de igual forma, está más feliz de lo que aparenta en la Casa Blanca. Tanto que, según Jordan, está dispuesta a salir a la calle para hacer campaña por su marido para las elecciones de noviembre. Al parecer quiere ejercer el poder en la sombra por otros cuatro años.