Entrevista
“Mi papá era esposo, padre, hijo, hermano y criminal”: cantante Santiago Cruz abre su corazón y cuenta los dolores de su vida
En un mundo donde todos usan filtros para mejorar su imagen, el cantautor colombiano relata con sinceridad episodios de su vida. Esta fue la conversación que sostuvo con SEMANA sobre su nuevo libro ‘Diciembre, otra vez’.
SEMANA: ¿Cómo es el origen del libro?
Santiago Cruz (S. C.): Lo empecé como un ejercicio terapéutico, sin pretensiones de libro, en diciembre de 2019. Me habían dicho que escribiera, pero por ese imaginario tan grande que tiene uno del libro, decía no. Además, uno cree que la historia de uno solo le importa a uno. Pero todo está en cómo cuentas la historia y así empecé.
SEMANA: ¿Cómo escogió las temáticas de las que habla?
S. C.: Estaban clarísimos algunos episodios de mi vida y los empecé a armar, a sacarlo todo sobre ese tema. De repente sentí que había quedado bien contada la historia. No es una historia cronológica. Escogí ciertos momentos. Yo vengo de un universo donde debo condensar 4 minutos 30 segundos, máximo, para una canción. Este ejercicio era mucho más retador, pero terminó siendo más liberador. Me permití la vulnerabilidad. En un mundo en que todos buscan el filtro que más les favorezca, lograr un relato real es un ejercicio valioso. Sobre todo ahora cuando tratamos de aparentar.
Lo más leído
SEMANA: ¿Qué significa diciembre en su vida?
S. C.: Inicialmente era un mes familiar, era alegría. Pero mientras escribía el libro me di cuenta de episodios puntales de mi vida que terminaban pasando en diciembre. Ahora ya me da ansiedad y emoción lo que cada diciembre me traerá. Los diciembres tuvieron un ingrediente agridulce, pero en esas fechas las ausencias se potencian. Yo esperaba ver a mi padre. Durante muchos años, más de los que quisiera, hubo el sabor agridulce de un mes muy especial.
SEMANA: De cada episodio escogido, ¿cuál fue la historia que más impactó en su vida?
S. C.: De todo lo que cuento, lo más duro es la historia de mi padre, mi relación con mi padre y lo que implicó en mi vida. Quisiera que estuviera acá, pero ya hace 19 años murió. Más allá de esos 19 años, hay años previos de ausencia, que era cuando no lo veía. He pasado mucho más tiempo en mi vida sin él. Hay silencios que son atronadores y hay ausencias que son presentes.
SEMANA: Y en efecto, al leer el libro uno ve una historia muy nuestra, es una historia típica del país en el que muchos, como su padre, estuvieron involucrados en el narcotráfico.
S. C.: Sí, y de alguna manera se caricaturizó con el caso de la vicepresidenta. Algunos decían ‘en mi familia no’, ‘no somos bandidos’, y yo creo que en nuestro país particularmente debemos dejar de mirar esa realidad como algo lejano. El narcotráfico permeó todas las esferas de la vida. Para lograr saber quiénes somos como país es necesario abrazar lo que no nos gusta que somos. Mi papá era esposo, padre, hijo, hermano y criminal. Esas facetas no son un juicio, sino una realidad.
SEMANA: Habla de muchas personas en su libro. ¿Cuál le enseñó algo que lo puso en el camino en el que está hoy?
S. C.: Se me vienen muchos por diferentes razones, pero me quedo con Néstor Mejía, mi terapeuta, quien me ayudó a superar mis adicciones. Me mostró que yo no tenía que ser miserable en mi vida para ser lo que hago y no tenía que seguir el mito del artista atormentado para ser lo que hago, que podía ser distinto. Esas personas que descubren tu brillo, el que no eres capaz de ver, son muy valiosas. Néstor, Nacho Mañó, Mariana Zuluaga, Juliana, quien me enseñó a querer bonito, mi esposa, todos ellos son muy valiosos en mi historia.
SEMANA: ¿Es difícil ser adicto al alcohol en un país como Colombia?
S. C.: Cuando estamos en una sociedad que permite tanta libertad, no se mide el impacto individual que tienen estas sustancias para cada uno. El borracho es divertido. La valía de alguien se mide por cuánto toma. Pero el problema no es la sustancia. El problema es cómo lo recibe cada persona. Si a usted no le hace daño, bienvenido, pero si le hace daño, ¿por qué seguir ese camino? Eso aplica para todo en la vida. Es difícil en un país como el nuestro donde se naturaliza el consumo, se celebra y alaba, y para los hombres es virilidad la cantidad de alcohol que puedan soportar. Pero también siento que nuestra sociedad tiene una necesidad de anestesiarse muy grande.
SEMANA: ¿Cómo así?
S. C.: La adicción tiene que ver con inmadurez. Con mi esposa he aprendido que tiene que ver con inmadurez emocional y uno tiene que trabajar en su crecimiento y desarrollo personal para necesitar lo menos los estímulos externos. Ese es el camino: cultivarte de tal manera que las necesidades sean cada vez menos. Este año serán 15 años sin tomar alcohol. Es posible que hoy ya pueda tomar solo un trago porque yo tengo claro que no soy el mismo de hace 15 años ni tengo las mismas falencias y sé de mi crecimiento personal. Seguro que no sería un adicto si llegara a pasar, pero no me atrevo.
SEMANA: ¿Se arrepiente de algo?
S. C.: Ya no puedo hacer nada. ¿Hubiera querido actuar diferente en mi vida? Quiero pensar que sí, pero actué así y esas fueron las consecuencias. El arrepentimiento es un ejercicio inútil.
SEMANA: ¿Y el perdón?
S. C.: El perdón es diferente y creo que hubo un momento muy sanador cuando le leí el capítulo a mi hermana. Nos toco virtual, primero con mi madre. Hubo mucha confrontación, ella se veía confrontada y le daba miedo que hablara de ciertos episodios, pero fue muy sanador. Luego hice el mismo ejercicio con mi hermana y ahí sí hubo un momento de perdón, hicimos cierre finalmente de un episodio muy doloroso para los dos que ya habíamos intentado dejar atrás, pero en esa lectura se generó una cosa distinta. Ese es el valor de sacar las cosas y de romper el paradigma de que la ropa sucia se lava en casa. Eso de tapar y no asumir responsabilidad nos hace mucho daño.
SEMANA. ¿Quién es el artista Santiago Cruz?
S. C.: Creo que soy un artista preocupado por lo que se dice y como se dice en la canción. Entiende el poder de la palabra y la palabra hecha canción, y cree en el poder de la canción y tiene respeto por la artesanía de la canción. Veo mucha uniformidad hoy. Yo sí creo en voces particulares y los artistas que más me gustan son los que tienen sello propio en como cantan, los instrumentos que usan y lo que proponen. Eso es más valioso que la estandarización para encajar.
SEMANA: ¿Momentos del bar “El Sitio” que hayan quedado en la memoria?
S. C: Muchos, pero recuerdo la noche en la que Miguel Bosé y yo cantamos Yesterday. Fue después de su concierto y ya cuando el bar había cerrado, pero aún quedábamos unos pocos. Ahí era cuando empezaba la verdadera fiesta. Pasaba gente maravillosa. Se vivieron experiencias musicales y de cultura popular muy significativas, emblemáticas de la música en vivo de Bogotá.
SEMANA: ¿Hoy, quién es su cable a tierra?
S. C.: Mi esposa, mis hijos, sin duda, pero también tengo un cable a tierra propio. Ellos ejercen una fuerza de gravedad para mi alma, pero yo también tengo esa fuerza de gravedad.
SEMANA: ¿En el futuro cómo ve su vida?
S. C.: Seguir creando. Hay una frase de una película que dice que cuando una persona como tú no está en función de crear se convierte en un peligro para la sociedad. Y sé que eso me pasa a mí: si no creo soy un peligro para mí y mi familia, y procuro crear. El libro forma parte de ese ejercicio; estoy estudiando escritura de guion, escribo una película y compongo canciones. Entendí que hay una creatividad que excede la canción, que es un ejercicio que hago desde hace 25 años y también debe ser explorada. No sé cuál es el resultado, pero el proceso va a ser lindo.
SEMANA: ¿Una frase de alguna canción que le resuene?
S. C.: Son de un par de canciones. Una de Jorge Drexler: “Ya está en el aire girando mi moneda y que sea lo que sea”. Y otra de Rubén Blades: “Si he vivido parao, que me entierren parao”.
SEMANA: ¿Y de su libro?
S. C.: Una que me gustó es la que siento que me define. “Soy un intento permanente”.