Miles le dijeron adiós a Roberto Gómez Bolaños en el mítico Estadio Azteca. | Foto: AP

MÉXICO

Así fue la apoteósica despedida a Chespirito

"¡Chespirito, Chespirito!", corearon miles de asistentes mientras aplaudían a la entrada del féretro al Estadio Azteca.

30 de noviembre de 2014

Miles de personas rindieron el domingo un homenaje póstumo al comediante Roberto Gómez Bolaños, mejor conocido como Chespirito y quien se convirtió a través de sus personajes en ídolo de millones en Latinoamérica.

Niños, adultos y ancianos, algunos ataviados como El Chavo del Ocho y El Chapulín Colorado, llegaron hasta el Estadio Azteca en el sur de la capital del país para decirle adiós a uno de los mayores humoristas de la historia reciente de México y cuya influencia superó fronteras para marcar a generaciones de toda la región.

"¡Chespirito, Chespirito!", corearon los miles de asistentes mientras aplaudían a la entrada del féretro a la cancha del Estadio Azteca. "¡Chavo, Chavo!" y "¡Se ve, se siente, el Chavo está presente!", gritaron después.

A punto de entrar a la cancha del estadio, miles de niños disfrazados como el Chapulín Colorado recibieron el féretro, el cual fue colocado en el centro, donde dos fotografías gigantes con el rostro de Gómez Bolaños atestiguaban el homenaje.

Poco antes de que iniciara el homenaje, hacia el mediodía, la gente ocupaba no más de una tercera parte del estadio, con capacidad para 100.000 personas, y casa del Club América, el equipo de fútbol favorito del humorista.

En dos pantallas pasaron algunos videos sobre su vida y los personajes que creó, y luego se realizó una misa. Pero aún antes de la celebración religiosa muchas personas ya habían abandonado el estadio.

La mayoría de los asistentes llevaban playeras rojas, el color de El Chapulín Colorado, un héroe inusual que era descrito como "más ágil que una tortura" y "más fuerte que un ratón".

Su viuda, Florinda Meza, y familiares se hicieron presentes para ser testigos de la despedida. Sus hijos llevaban camisetas rojas del Chapulín con un corazón amarillo y las letras CH en el pecho.

"Gracias por hacernos reír" y "Síganme los buenos" se leía en algunos estampados en playeras que la gente portaba.

"Pensé que la gente así no se muere", dijo Gilberto Romero, un hombre de 47 años que arribó con su esposa y sus tres hijos hasta el estadio al sur de la capital del país.

María Laredo, una mujer de 86 años, llegó con su hija Angélica Herrera de 48.

"Es muy chistoso, lo recuerdo de siempre; se lo enseñé a mis hijos", dijo Laredo, mientras su hija añadió: "Nos ha marcado a muchas generaciones, le gustaba a mi mamá, me gusta a mí y hasta le gusta a mi nieto que tiene tres años".

Aunque muchas personas iban disfrazadas como personajes de Chespirito, y varios llevaban gorros como los que usaba El Chavo del Ocho, lo que más se veía eran las "antenitas de vinil", como las que ayudaban al Chapulín Colorado a detectar la presencia de enemigos.

"Es mentira eso que dice que sólo gustaba a gente más humilde, gustaba a todos", dijo Judith Robles, de 25 años y responsable de relaciones públicas en un hospital de la ciudad norteña de Monterrey, mientras trataba de superar la indecisión de qué antenitas comprar.

El féretro con los restos del comediante, escritor y guionista partió poco antes del mediodía de instalaciones de la cadena Televisa, para la que trabajó toda su vida, y se dirigía al estadio a bordo de un vehículo descubierto y forrrado de rojo.

Protegido el féretro con un acrílico, en la plataforma también se observaban dos esculturas, una del Chavo del Ocho y otra del Chapulín Colorado, y varios ramos de flores blancas.

Gómez Bolaños, cuyos personajes marcaron a varias generaciones de latinoamericanos, falleció el viernes a los 85 años en su casa de Cancún, en el sur del país.

Los organizadores pidieron a los admiradores del comediante que llevaran una flor blanca para rendirle honores.

Los restos de Gómez Bolaños fueron trasladados el sábado de Cancún a la capital mexicana, donde el comediante nació y vivió hasta 2009, y fueron velados en las instalaciones de Televisa, la empresa con la que trabajó durante cuatro décadas.

Al homenaje llegaron también algunos extranjeros, como dos primos de Cali, Colombia, que estaban de vacaciones en México cuando se enteraron de la noticia del deceso.

"Estamos bien tristes, pero bien contentos de poder estar aquí, esto es histórico", dijo Irme de Jesús Pulgarín, de 31 años, mientras su primo Iván de Jesús Pérez grababa las porras en su celular para enviárselas a sus hijos.

"Nos divertía mucho a todos desde niños", dijo Pérez.

Pero no faltaron turistas despistados que al visitar el estadio se encontraron con el homenaje, como el francés Jonathan Janicki, de 28 años.

"En cuanto llegue al hotel voy a mirar en internet quién es", dijo el hombre. "¿Debía ser popular, no?".