Gente
“Ni con todo el oro del mundo me puede reparar”: Jessica Cediel se despacha en contra el cirujano que le implantó biopolímeros
La presentadora y modelo indicó que el médico que puso los biopolímeros en su cuerpo no pagará cárcel.
Los biopolímeros son sustancias no compatibles para el cuerpo humano que pueden producir daños a nivel local en el sitio donde se administran, afectando de manera irreversible los órganos, aparatos o sistemas, debido a que producen una reacción inmunológica crónica en el cuerpo.
Estas sustancias han sido una dolorosa experiencia para varias celebridades colombianas que han tenido que someterse a una serie de procedimientos médicos para que sean retirados de su cuerpo, ocasionando secuelas en la piel y en la psiquis de las mismas.
Una de las personas que luchó contra los biopolímeros fue Jessica Cediel, quien, comenzó a luchar contra la sustancia desde el 2009. “Han sido en total 13 años con esta historia”, afirmó Cediel en entrevista con SEMANA.
Tras esperar más de 10 años, la presentadora ganó un proceso de casación que llevaba contra el médico Martín Carrillo y ahora, ha explicado en sus redes sociales que, a pesar de lo sucedido, no iniciará un proceso de reparación pues considera que el dinero no puede revertir el daño sufrido.
Lo más leído
“A pesar de tener todo el derecho, no voy a iniciar un proceso de reparación integral en contra del médico Martín Horacio Carrillo Gómez, único responsable de todos los múltiples daños ocasionados a mi cuerpo, a mi salud mental, a mi familia, a mi carrera, a nivel público y a nivel moral”, dijo Cediel a través de su cuenta de Instagram.
“Esto significa que no quiero ni voy a pedir absolutamente ni un solo centavo por parte de Martín porque ni con todo el oro del mundo el puede revertir y reparar el daño que le ocasionó a mi salud con su conducta”, añadió.
“También les quiero informar que, de acuerdo a la ley colombiana, el señor Carrillo Gómez no pagará los 40 meses en una prisión, es decir, no irá a la cárcel. Va a seguir con su libertad, pero tiene que cumplir con unos compromisos que, debido a este proceso, adquirió con la justicia”, afirmó la presentadora.
Cabe resaltar que, en entrevista con SEMANA, Cediel informó que ha llevado un proceso de cinco cirugías en la zona en la que le fueron inyectados los biopolímeros que le “han costado lágrimas de sangre”.
“Yo nunca, jamás en la vida, me podré quitar del todo ese veneno de mi cuerpo. Nunca. Y todavía me dan chuzones en las nalgas, todavía siento dolores. Te lo decía al comienzo de la entrevista, me siento desgastada y cansada”, aseveró.
Lea la entrevista completa a continuación:
Vicky Dávila: La historia suya es muy especial, un ejemplo de lucha, de fe. Esas historias de las que se aprende. Jéssica, cuando le dicen “mire, ganamos la casación”, ¿qué sintió, qué se le vino a la cabeza?
Jéssica Cediel: Primero, el corazón se me quería salir del pecho. Empecé a temblar y a llorar. Me abracé con mi hermana. Nos arrodillamos y le dimos gracias a Dios porque han sido muchos años de una lucha bajo lo más profundo y lo más puro de mi corazón. Me sentí muy agradecida con Dios y con la vida, porque finalmente la luz salió a la verdad.
V.D.: Usted dice “han sido muchos años”, ¿cuántos exactamente?
J.C.: Empecé con toda esta pesadilla bajo el engaño de Martín Carrillo en el 2009. Me di cuenta en el 2011. Aunque yo ya había empezado a presentar malestar y ya se lo había dejado saber, no tenía ni idea qué era. Yo estaba inocente de lo que había hecho este señor en mi humanidad. En 2011, empezamos con una demanda legal. Han sido en total 13 años con esta historia. Y esto no acaba aquí. Este señor me dejó con una condición de por vida. Ha sido una montaña rusa, un manejo emocional, mental, físico, pero siempre pegada a la mano de Dios.
V.D.: Debe ser una gran parte de su vida..
J.C.: Tengo 40 años, Vicky. Esta persona me engañó en mi inocencia y pues, bueno, ha sido una batalla por querer vivir, porque la gente no se alcanza a imaginar todo el daño que los polímeros le hacen al cuerpo, a la salud, todo lo que pueden comprometer en diferentes funciones de tu cuerpo.
V.D.: La suya es una carrera muy exitosa Jéssica, la hemos visto triunfando como si nada pasara. ¿Cuántas cirugías ha tenido que hacerse después de lo que le pasó?
J.C.: Me encanta esa pregunta, Vicky, porque mucha gente juzga al personaje público y olvida al ser humano que está detrás. Tú lo resumes en esa oración. La mujer afectada es Jéssica Cediel. O sea, es una mujer normal, común y corriente, y es lo que yo siempre le dije a la justicia. No vean una figura pública, porque la figura pública tiene que salir a vender lo mejor de sí. Yo estoy acostumbrada a trabajar…Yo no puedo salir a vender lástima ni me interesa salir a vender lástima, porque así nadie me va a contratar. Entonces, mientras en las cámaras sonríes, nadie se imagina el proceso que uno lleva por dentro.
V.D.: ¿Y cuál es este proceso?
J.C.: Son cinco cirugías. Son cinco cirugías en la zona del trauma, específicamente en la parte lumbar de mi cuerpo y mis glúteos, que me han costado lágrimas de sangre. Lo he dicho y lo he compartido públicamente porque siento que fui la vocera de muchas mujeres víctimas de Martín Carrillo o de otros doctores con mala praxis. Ha sido doloroso, es doloroso exponerse públicamente. Las secuelas están y estarán de por vida. Yo nunca, jamás en la vida, me podré quitar del todo ese veneno de mi cuerpo. Nunca. Y todavía me dan chuzones en las nalgas, todavía siento dolores. Te lo decía al comienzo de la entrevista, me siento desgastada y cansada.
V.D.: ¿Cómo hizo para no desfallecer?
J.C.: El cuerpo lo nota y no es que no quiera sino que simplemente es una batalla muy dura. Me siento contenta, pero tengo emociones encontradas. Me siento cansada y solo le digo a Dios: Señor, dame fuerzas para seguir adelante, porque esto es un precedente para ayudar a salvar la vida de miles y millones de mujeres. Aquí sigo de pie. Si desfallezco, me arrodillo y lloro, me cargo de energías y sigo para adelante porque siempre he hablado con la verdad.
V.D.: Ahora, Jéssica, hay algo que es real. El médico puede estar condenado, usted puede haber ganado esta batalla jurídica, pero nadie le va a cambiar su condición..
J.C.: Exacto. Ni interna, ni externamente. Nada. No hay un monto económico que determine esto…Si son 50 centavos o todo el oro del mundo, nada va a recuperar mi salud. Ya me dejó como me dejó. Lo que más duele, Vicky, es el engaño, porque yo jamás pedí vivir esta situación. A mí este señor me sugirió incisivamente un procedimiento estético inofensivo...Pero este veneno entra líquido en tu cuerpo y se solidifica, pero viaja a donde se le dé la gana. Entonces, te lo ponen en la cola, pero a mí se me subió a la zona lumbar. Esa fue mi primera alerta. Hay mujeres a las que les migra a los labios de la vagina y quedan como si tuvieran testículos. Se les baja a las piernas, se les sube a los brazos y a la espalda...
V.D: ¿Cómo detectó que había un problema?
J.C.: Me recomendaron al doctor Óscar Tirado en Medellín, saqué cita con él y fui a Medellín a decirle: “Doctor, quiero una lipo en la zona lumbar porque siento que hay un gordito ahí que no se me va”. Cuando el doctor me hace la cirugía, me dice que no tenía grasa, que lo que tenía era biopolímeros, silicona líquida y plástico. “Tienes todo eso pegado en la cadera, en la piel, en los músculos y la columna. No era grasa. ¿A ti qué te hicieron?”. Yo no entendía qué pasaba.
V.D.: ¿Qué viene después?
J.C.: El doctor Iván Santos me dice: “Te tengo que hacer más cirugías. Estás comprometida, estás mal”. Voy con mi mamá a hacerle el reclamo a Martín. Y él lo que me dice es: “Se me olvidó decirte que, en el 2009, salió un lote de producto falso”.
V.D.: Cierre los ojos y piense en el día más duro de estos 13 años, el que usted dijo “voy a tirar la toalla”, ¿o nunca existió?
J.C.: Jamás pensé en tirar la toalla, jamás. El ver tu cuerpo motilado es fuerte. Saber que te amputan gran parte del músculo es fuerte. Las curaciones, fuertes. En mi caso, hay mucha vulneración en la zona. Entonces, haz de cuenta que mi colita dice " ya no más, por favor, no más…”. En la primera cirugía, Óscar me sacó un plástico como una botella de agua corrugada negra, llena de músculo y de grasa. Es fuerte. No es de este planeta.
V.D.: Usted compartió unos videos muy impresionantes...
J.C.: Esos videos de las cirugías ya los puedo compartir porque ya los lloré, ya los digerí…Por eso dije, al final, lo voy a compartir, porque la gente te ve sonriendo,pero no saben qué pasa. La cirugía pasada, la primera de la cola abierta, sucedió cuando hice la película con Lokillo. Ahí yo tenía mis nalguitas abiertas. Grabé esa película de Dago García con fajas, con espumas. Todo el elenco fue divino conmigo. Y tú ves en la película a una Jéssica que está haciendo su personaje, pero nadie se imaginaba todo lo que estaba sucediendo en mi interior. Ahí pienso, la gente no puede ser tan inhumana, la gente no puede juzgar sin saber…
V.D.: Nadie debería estar en contra, Jéssica. Es una condición médica, pero hay gente a la que le encanta que el otro sufra y que le encanta juzgar..
J.C.: Así mismo, Vicky. Yo te lo juro de corazón que no le deseo esto a nadie. O sea, a nadie. Siento que cada quien tiene que tener un poquito de misericordia en su corazón.
V.D.: Es muy impactante ver que usted cada vez que habla de esta historia sufre…
J.C.: Duele.
V.D.: Duele mucho, ¿verdad?
J.C.: Sí, duele, me aferro a mi familia, me aferro a Dios. Claro, me siento cansada, pero me siento orgullosa. Aquí estoy y me le paro a quien sea. Entonces duele, pero me lleno de aire. Toda esta pesadilla se va a acabar.
V.D: Con respecto a Martín Carrillo, ¿uno puede perdonar algo así?
J.C.: Sí se puede perdonar. Yo lo logré hasta hace poco. Desde chiquita mi mamá nos enseñó a estar de la mano de Dios. Él era un amigo, entonces, me sentí muy traicionada. Desde 2019, aquí en Estados Unidos, yo hago parte de una iglesia que se llama Vertical Church. Yo soy cristiana, y ellos tienen un curso que se llama Freedom, o Libertad, y mi consigna en el grupo fue perdonar a Martín Carrillo desde lo más profundo de mi corazón. Era como cargar una piedra en tu espalda para todo lado. Esa piedra te desgasta. Me tomó diez años. A Martín no le deseo el mal.
V.D.: ¿Qué cree que piensa él hoy? ¿Cree que está arrepentido?
J.C.: No tengo ni idea. La única vez que hablé con él fue en el 2011, cuando me dijo que se le había olvidado decirme que el lote pudo ser falso. De ahí se fue todo a temas legales. Yo le pedía mi historia clínica, pero no me la daba. No volví a hablar con él fuera de los estrados judiciales.
V.D.: Jéssica, excúseme esta pregunta, imagino que su vida íntima también ha sufrido muchos tropiezos por esto…
J.C.: Pues mira que cuando me operé la tercera vez, tenía drenajes y fajas, yo estaba con Pipe (Bueno). Fueron como siete meses en los que estuve quietica, sin hacer nada de nada, solo dedicada al trabajo y a recuperarme. Pipe estuvo conmigo ahí siempre, ciento por ciento firme. Después, con las otras cirugías, yo no estaba con nadie. Estaba con este muchacho americano y con él nunca tuve sexo, nunca pasó nada. Y ya para esta, dije la persona que me quiera que me acepte como soy, con mis cremalleritas en las nalgas (risas), que van desde arriba abajo, y ya. La persona que venga a mi vida me tiene que amar con mi condición, porque así me amo yo y así me ama Dios. Y si la persona no me ama y no me recibe así, chao.
V.D.: Total, no sirve para nada…
J.C.: Para nada, literal.
V.D.: Después de todo lo que ha pasado, cuando le ponen esos comentarios malucos, cuando le hablan de la vanidad, ¿qué siente usted?
J.C.: Me encanta la pregunta, Vicky, porque todo ser humano que está sobre el planeta Tierra es vanidoso…
V.D.: Todos lo somos, todos nos queremos ver lo mejor posible…
J.C.: Tú lo acabas de decir.
V.D.: Uno se pinta el pelito, se baña, se maquilla, trata de estar lo mejor posible, hace ejercicio, hace dieta…
J.C.: Exactamente, ahí está la respuesta. Aquel que señala no se da cuenta de que lo hace con un dedo, pero tiene tres que lo están juzgando a él. Hace mucho tiempo, cuando leía esos comentarios, me dolían en mi alma y en mi corazón. Hoy no me contamino. Simplemente respeto y entiendo que hay gente que tiene un punto de vista diferente.
V.D: ¿Qué le dice a Martín Carrillo hoy?
J.C.: A él le digo que espero que Dios toque su corazón, que le dé mucha fortaleza, que espero que hable con la verdad, porque cuando uno habla con la verdad, la verdad libera. Creo que en esta situación él sabe muy bien cómo sucedieron las cosas, y ni siquiera me tiene que rendir cuentas a mí, que le rinda cuentas a Dios.
V.D.: ¿Quiere ser mamá, Jéssica?
J.C.: Sí, quiero ser mamá. He tenido la maternidad siempre como algo presente en mi vida; Dios me ha permitido ser mamá a medias (risas), porque tengo sobrinos
V.D.: ¿Cómo siguió el papá?
J.C.: Mi papá es otra situación especial. Él tiene párkinson, una enfermedad degenerativa. A pesar de que uno hace todo lo posible para que esté bien, tiene sus días... Tiene también mucho amor de la familia. Él es mi niño chiquito.
V.D.: Hay algo que me ha llamado mucho la atención y es que usted siempre está mencionando a Dios. Yo le confieso que también soy muy creyente. ¿Por qué es tan importante para usted en todo esto su fe y su humildad ante Dios?
J.C.: Mi Vicky, porque para mí Dios es todo y soy lo que soy gracias a él. Cuando hice todo esto, siempre se lo ponía a Dios y yo le decía: “Señor, si es momento de que yo siga, yo sigo; si es momento de que yo pare, yo paro”. Me puse en ayuno. Y, de hecho, cuando empecé a buscar abogados casacionistas para el tercer recurso, todos me dijeron que no…
V.D.: ¿Por qué?
J.C.: Me decían que no, que no se enfrentaban. El doctor Sergio (Ramírez) fue la única persona que decidió luchar conmigo….
Cuando llegué a las puertas del doctor Iván Santos a hacerme la tercera cirugía, él también me dijo que no me iba a operar porque era una situación muy complicada, y al final Dios tocó su corazón. Entonces, es muy bonito. Yo no soy una persona adinerada ni tengo contactos … Soy una mujer normal, común y corriente, que estaba buscando justicia.
V.D.: Jéssica, no somos amigas, pero me duele su llanto, me duele su dolor. Yo le mando un abrazo muy, muy apretado, fuerte y, como dice mi mamá, no se me ponga tristecita.
J.D.: Tan linda. Amén. Así se lo recibo. Llorar también hace que respire el alma, y son lágrimas de alegría, de emociones, de recuerdos, de sentimientos, de gratitud. Ya estamos a esto de cerrar esta historia, y te agradezco el espacio porque simplemente soy un testimonio de la obra de Dios en mí.