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“Perdí a mi primer amor”: entre lágrimas y dolor, hijas de Darío Gómez lo despiden cantando
A medida que transcurre el tiempo, siguen llegando más personas a la Unidad Deportiva del Atanasio Girardot para contemplar la figura del ‘Rey del Despecho’.
Bajo la intemperie del estadio Atanasio Girardot y frente a los lentes de las cámaras que se alzan en medio de la multitud, Catalina y Kenlly Gómez Arcila se acomodan sobre el ataúd de su padre y le cantan.
La tristeza y el dolor son perceptibles. Cierran los ojos con tanta fuerza, como si anhelaran que al abrirlos apareciera un Darío Gómez vivo. Ambas se apoyan entre sí, y se dan consuelo.
“No tengo palabras”, dice Kenlly Gómez Arcila. Ella solo lo despide con letras y melodías, al mejor estilo de Darío Gómez, mientras en sus rostros las lágrimas se hacen más evidentes.
Las voces de ellas se extienden por todo el lugar. A medida que transcurre el tiempo, siguen llegando más personas a la Unidad Deportiva del Atanasio Girardot, quienes intentan abrirse paso entre la aglomeración, para contemplar la figura del Rey del Despecho.
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“Perdí el primer amor de mi vida. Perdí al mejor papá del mundo. Perdí al papá de mis hijos. Perdí el ejemplo en medio del mejor ejemplo”. Las palabras salen, pero con dificultad. Kenlly conserva los mejores recuerdos.
“La nobleza que tenía mi papá era intachable, excepcional. Yo siempre le decía a mi papá, tú eres un ángel en la Tierra, tú eres un ser de luz maravilloso. Yo sé que el día que te vayas vas a tener la muerte más digna, y así fue.
Darío de Jesús Gómez Zapata nació el 6 de febrero de 1951 en San Jerónimo, Antioquia.
Trabajó como mecánico, mientras conseguía apoyo para incursionar en la música. Tenía 12 hermanos, por lo cual era tan difícil decirles a sus padres que se iría de la vereda Los Cedros para cantar.
Sin embargo, su abuelo materno le regaló un tiple y se aventuró con su voz, sus composiciones de joven y su amor a la música, a buscar oportunidades en Medellín, Armenia y hasta en Venezuela.
De tanto probar suerte, un día la vida lo llevó hasta la puerta de Codiscos a finales de la década de los setenta. En la disquera vieron en su talento un diamante por pulir y le dieron la oportunidad de grabar con su hermano Heriberto Gómez a dúo, bajo el nombre de Los Legendarios.
Empezó a tocar el cielo del éxito cuando le dedicó a su hermana Rosángela Ángel perdido, quien había fallecido, y en medio del dolor logró vender más de medio millón de copias.
La prematura partida del cantante deja un luto profundo en Colombia. Gómez falleció este 26 de julio luego de ingresar a la clínica Las Américas en estado de inconsciencia.
El centro médico informó que sufrió un colapso súbito en su residencia y llegó sin signos vitales. A pesar de que el personal del hospital, uno de los mejores de Antioquia, hizo todo lo posible por reanimarlo, el cantante falleció a las 7:31 p. m.