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“Perdí un hijo, pero gané una amiga”: la Gorda Fabiola habla de la experiencia de construir un hogar desde la diversidad
Nelson David Polanía sorprendió a sus padres con una confesión nada fácil de asimilar: es gay. El joven y su madre, la reconocida humorista Fabiola Posada, le cuentan a SEMANA cómo lograron afrontar esta nueva realidad con amor y, claro, con humor.
No fue fácil para ninguno de los tres: para la Gorda Fabiola, asimilar que su hijo era gay supuso una íntima confrontación que puso a prueba su formación de tantos años en un hogar “ultraconservador”. Para Nelson Polanía fue duro tropezar de repente con la idea de que su único hijo varón tenía una orientación sexual distinta. Y para Nelson David, el hijo de ambos, confesárselo al mundo implicó una decisión que le tomó muchos años de soledad.
Pero ahí están, en la sala de su casa, riendo y recordando para SEMANA cómo vivieron en familia la noticia. Al final –coincidirán los tres– encontraron en el amor y, claro, en el humor las armas para asimilar que el suyo, desde entonces, era un hogar que se construiría en medio de la diversidad.
Quien habla primero es Nelson David. Tiene 23 años y está a punto de graduarse como antropólogo. Se refiere a sí mismo como el “hijo niña” de la casa y cuenta que hace tres años tuvo “la valentía de compartir” su orientación sexual.
La Gorda Fabiola, quien ya tenía dos hijos de su primer matrimonio, lo interrumpe y le lanza una mirada de orgullo: “Valentía está muy bien dicho, porque se necesita ser muy macho para salir del clóset en Colombia, un país machista y prejuicioso”.
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La popular humorista —a punto de cumplir 60 años de vida y cerca de 40 en Sábados felices, el programa de Caracol TV que la dio a conocer—, antes de enterarse de la verdad de labios de su hijo, pensaba que ese tipo de “inclinaciones” —corrige: “orientaciones sexuales”— eran asunto de otros. Algo ajeno.
“Disfrutaba mucho las imitaciones de homosexuales, en las que decían que se dedican a la peluquería y esas cosas. Se me hacían personajes divertidos. Pero poco sabía de ellos hasta que mi hijo nos hace la confesión. A mí lo único que se me ocurrió decirle fue: permíteme conocer tu mundo para entenderte y seguirte amando”.
Es que no fue fácil, insiste. “Soy una mujer del siglo pasado, criada en un ambiente ultraconservador. Mi papá jamás me perdonó el divorcio. Era de los que decía que el matrimonio es para toda la vida”.
Al abuelo de Nelson David no le alcanzó la vida para escuchar que su nieto era gay. Pero Fabiola intuye que su respuesta no habría sido la mejor. “Por eso, hoy me parece increíble que una mujer criada con tanto prejuicio como yo se enfrentara a esto. Y ahora creo que definitivamente no hay nada que el amor no pueda lograr”.
Sentado a su lado, Nelson David recuerda esos primeros años en los que se preguntaba por qué “no le gustaban tanto las niñas”. Admite que por entonces empezó “a dudar” de sí mismo e inició “un proceso en el que al final pude darle nombre a eso que sentía desde pequeño. Fue algo que me acompañó toda la vida. Solo que hasta ahora tomé la valentía de contárselo a mi familia, a mis amigos. Y, como hijo de dos comediantes famosos, también se lo tenía que contar a Colombia”.
El joven no encontró mejor momento para revelar la verdad que un 28 de junio, Día del Orgullo Gay. “Ese día iba a asistir a la marcha en Bogotá. Era 2019. Al salir les dije: voy a acompañar a unas amigas a la marcha del Orgullo. Mi mamá lo tomó con calma. Pero mi papá empezó a preguntarme por qué iba. Me persiguió hasta la puerta de la casa y la cerró de golpe. Me insistió en que no le gustaba que fuera. En ese momento, me derrumbé y me encerré en la habitación a pensar todo el día. En medio de todo, se me cruzó por la cabeza contarles. Es ahora o nunca, dije. O les confieso mi sexualidad y Dios sabe qué pasará, o me quedo encerrado en esta prisión”.
Lo que sucedió después aún le emociona las palabras. Decidido, esa misma noche se fue al cuarto de sus papás y a punto de soltar las lágrimas sacó las fuerzas necesarias: “Oye, pa’, te tengo que contar algo”. Y se lo narró “en medio del llanto”, dice.
“Uno piensa lo peor, uno dice: me va a tocar irme de la casa, mantenerme solo. Pero la sorpresa fue que en ese momento mi papá, simplemente, en silencio, me abrazó durante unos minutos. Y me calmó”, recuerda Nelson David.
Fabiola está convencida ahora de que a un hijo no lo define su “orientación sexual”. Mirando a Nelson David, asegura que “de la cintura para abajo, el placer le pertenece a él. No al papá o a la mamá. Lo único que nos queda como padres es acompañarlos en este camino, en el que la sociedad te discrimina, en el que los intolerantes te matan”.
De hecho, Nelson confiesa que ha recibido virtualmente “numerosos ataques y burlas” sobre su orientación sexual y su cuerpo. “Se han convertido en pan de cada día. Hasta me han deseado la muerte. Al principio me afectaban. Ya después me acostumbré”.
Fabiola cree que su hijo, esa noche, prefirió confesárselo a su padre, porque ella ya lo sospechaba. “El corazón de una madre no se equivoca. De golpe, por algunos gestos que él hacía, una manito muy quebrada o porque yo me quitaba los zapatos y él se subía en mis tacones a caminar”.
Y bromea. Siempre bromea. Incluso cuando cuenta que hace poco viajaron en familia a San Francisco, Estados Unidos, para visitar el barrio The Castro, donde se concentra gran parte de la población LGTBIQ y que representa un lugar de orgullo para esta comunidad en el mundo.
Tras la confesión del menor de sus hijos, hoy en la familia Polanía se permiten chistes sobre la homosexualidad: “A veces me preguntan mis amigas: ¿y tú no notabas que ese peladito era gay? Y yo les digo: no, ¿cómo te parece? Claro, a veces le decía al nene, ¿qué le vas a pedir al Niño Dios? Y él: la Barbie. Al año siguiente, la keratina de EPA Colombia. Otro año me pedía la depilación láser y el bikini. Y yo, sana”.
Y a todos se les sale una sonora carcajada. Tal vez por eso ahora hablan del tema con la mayor naturalidad. “Siento que al hacer público esto nuestra familia se convirtió en un ejemplo de esas familias que abrazan la diversidad. He notado muchísimo que se acercan mamás, hermanas y hasta los propios hijos a preguntarnos qué hacer en estos casos. Porque les da mucho miedo salir del clóset o no saben las mamás cómo reaccionar”.
La Gorda Fabiola cuenta su historia y no teme decir que perdió un hijo, pero ganó una mejor amiga: “Hemos ganado una confianza inmensa entre los dos, nos compartimos incluso la ropa”.
Nelson David la interrumpe y asegura que “la ropa no tiene género y a mí me gustan unas prendas de ella. Tengo los mismos gustos de mamá. Sus colores, sí, toda guapachosa. Es una cosa muy bacana”.
“El amor, el amor todo lo puede”, repite la humorista. “No te imaginas lo que ha sido esta experiencia. Algo maravilloso, la familia, tanto las hermanas de Polilla, sus abuelitos. Jamás lo han echado a un lado. Mis hijos del primer matrimonio, es hermoso como lo tratan. Lo hacen con cariño. Hasta le dicen Mi Bichota”.