REALEZA
¿Qué tan enfermo está el príncipe Felipe de Edimburgo?
Las fotos más recientes del esposo de la reina Isabel despiertan preocupación en la realeza, debido a lo frágil y demacrado que se ve. Este artículo hace parte de la revista Jet-Set.
A los dolores de cabeza que ha tenido la reina Isabel en los últimos meses, por el escándalo sexual de su hijo Andrés, las peleas de sus nietos William y Harry, o la renuncia de este último y de Meghan Markle a la monarquía, se suma el deterioro de la salud de su esposo Felipe, duque de Edimburgo, el hombre que la ha ayudado a soportar las complejidades de llevar una corona.
Al príncipe, de 98 años, no se le había vuelto a ver en público desde mayo pasado, hasta que, poco antes de la Navidad, el Palacio de Buckingham informó que había sido internado en el hospital King Edward VII, en Londres.
El comunicado informó que fue una medida preventiva por una condición preexistente, pero tratándose de un paciente a punto de cumplir un siglo, las alarmas se dispararon.
Voceros reales insistieron en que no pasaba nada grave, en tanto que Carlos, príncipe de Gales y heredero al trono, trató igualmente de tranquilizar al país: “Está siendo muy bien cuidado”, les declaró a algunos espontáneos que le preguntaron por la salud de su padre. “Cuando llegas a esa edad, las cosas no marchan tan bien”, explicó.
Felipe salió del hospital el 24 de diciembre, pero no fue a la misa de pascua, toda una tradición de la familia.
Tras varios días de expectativa, Felipe fue dado de alta el 24 de diciembre. Como el hombre orgulloso que es, salió por sus propios pies, bien vestido y no requirió ayuda para subir al automóvil. No obstante, su rostro se veía desencajado, demacrado y con los ojos algo desorbitados.
La imagen, frente a la del hombre guapo, atlético y enérgico que fue, conmovió a los británicos, quienes lo admiran además como miembro de la generación que enfrentó con coraje la devastadora Segunda Guerra Mundial.
Otra señal preocupante fue su ausencia en la misa de Pascua en Sandringham House, a la cual suele asistir la familia real en pleno.
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Isabel y Felipe en las carreras de Ascot de 2017. A los pocos meses, él se retiró de la vida pública y se instaló en la residencia real de Sandringham House, donde su estado se ha deteriorado cada vez más.
Ello pareció darle la razón a informes de prensa que desde hace varios meses insisten en que él está cada vez más endeble y que los últimos desatinos que han enturbiado la imagen de la casa real se deben a la falta de la mano de hierro con que él la lideraba.
En 2017, al parecer motivado por la muerte de un par de amigos, Felipe le dijo adiós a la vida pública, luego de una frenética actividad. Desde 1952, había cumplido más de 22.000 compromisos, presidido 780 organizaciones de toda índole y realizado 637 viajes al exterior, entre ellos a Colombia.
La pareja real, poco antes de su boda hace 72 años. Felipe mandaba en la casa mientras ella se encargaba de los asuntos de Estado.
“Hice mi parte”, dijo el duque, conocido además por su humor tremendo, que le hace a veces caer en las más vergonzosas imprudencias.
“¡No te vayas a morir ahora, Felipe!”, se dice que exclamó la reina cuando fue hospitalizado hace unos años, así que nada de raro tiene que, detrás del aire jovial y sereno que mostró en los últimos días del año pasado, escondiera el desasosiego por su más fiel súbdito en casi siete décadas de reinado.
* Este artículo hace parte de la última edición de la revista Jet Set. Puede leer otros aquí.