Realeza
¿Qué pasará cuando la reina Isabel muera?
La casa real tiene listo el plan para afrontar la triste noticia del fallecimiento de la monarca, quien cumple 95 años este miércoles y acaba de enviudar. Habrá largos días de duelo y un pomposo funeral de Estado, además de cambios que impactarán al Reino Unido y al mundo.
Varias generaciones de británicos no han conocido a otra persona en el trono más que a Isabel II, quien hoy ostenta la marca del reinado más largo en la historia del reino.
A los 95 años, que cumple este 21 de abril, es, así mismo, la monarca más longeva del planeta y se cree que, a pesar de la reciente partida de su esposo, Felipe de Edimburgo, su inseparable compañero y apoyo por 73 años, seguirá firme en la jefatura del Estado, pues está en pleno uso de sus facultades y con una salud de hierro.
Pero, por la ley de la vida, el fin de la madre de la nación está más cerca que lejos y por eso la corona ya tiene claros los pasos que seguirá apenas ese doloroso hecho suceda.
Todo está fríamente calculado en la London Bridge Operation (Operación Puente de Londres), nombre en clave de una serie de acciones que involucrarán a la casa real, el primer ministro, la iglesia anglicana, la Commonwealth, la prensa, la policía de Londres y las fuerzas armadas, entre otras entidades.
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El plan fue diseñado en la década de 1960, pero es actualizado varias veces en el año.
Todo comenzará cuando, tras el deceso de Isabel, su secretario privado, Sir Edward Young, se comunique con el primer ministro de turno y le dirija el lacónico mensaje “London Bridge is down”.
El jefe del Gobierno sabrá de qué se trata y activará la estrategia.
Primero, transmitirá la noticia a los gobiernos de los otros quince estados en que Isabel también es reina, como Australia, Nueva Zelanda y Canadá, así como a los miembros de la Commonwealth.
En el emblemático Hyde Park de Londres se detonarán 41 salvas de artillería en honor del nuevo rey. Serán 21 reglamentarias más otras 20 por tratarse de un parque real.
En esos días, así mismo, se cumplirá aquello de “la reina ha muerto, ¡que viva el rey!”, pues de inmediato asumirá el trono Carlos, hijo mayor de la reina.
La proclamación tendrá lugar en el Palacio de St. James, que es, en realidad, la verdadera sede oficial de la corte.
Se prevé que el nuevo monarca elija reinar como Carlos III, aunque también existe la versión de que preferirá otro nombre, ya que los anteriores reyes Carlos no son de muy grata recordación en la historia.
Una posibilidad es que escoja llamarse George VII, en honor de su abuelo, George VI.
Tras la proclamación, Carlos le dirigirá su primera alocución a los súbditos y visitará a los líderes de los otros países que forman el Reino Unido además de Inglaterra, es decir, Escocia, Gales e Irlanda del Norte.
A raíz del duelo, cerrarán la bolsa, la banca y el comercio.
El logo rojo de la BBC cambiará a negro y la cadena se concentrará en programas sobre la monarca. No habrá espacios de humor en televisión.
A los cuatro días de su muerte, como sucedió con George VI, en 1952, el féretro de la reina será conducido del palacio de Buckingham al palacio de Westminster, escoltado por sus regimientos.
Allí permanecerá en capilla ardiente durante cuatro días, en los cuales Carlos, sus hermanos y demás miembros de la familia real, se turnarán para velar el féretro, cubierto con el estandarte de la reina.
Las puertas de Westminster Hall se abrirán para que los súbditos le rindan sus respetos a Isabel. En 1952, cientos de miles hicieron largas filas para despedir a George VI y sin duda la escena se repetirá con su popular hija.
El sepelio será entre diez y doce días después del fallecimiento.
Ese día, las campanas del Big Ben tocarán a duelo a las 11 de la mañana, el país se silenciará y se paralizarán todas las actividades comerciales y bancarias.
El oficio religioso será en la abadía de Westminster y se prevé que cuente con la asistencia de testas coronadas de todo el mundo y dignatarios de más de 150 países.
Luego, el féretro será conducido a la capilla de St George del Castillo de Windsor, donde la reina descansará junto a su esposo Felipe y sus antepasados.
Un año después de la partida de Isabel, la abadía de Westminster acogerá la coronación de Carlos. La gran incógnita es si él repetirá el aparatoso rito religioso, que implica varios cambios de ropa y lucir dos pesadas coronas que pesan casi cuatro kilos.
Pasada la pompa y circunstancia, el reino caerá por fin en la cuenta de que despide una era e inaugura otra.
Ello se manifestará en hechos sencillos como el cambio de las monedas, billetes y estampillas que llevan la efigie de Isabel; o tan complejos, como las transformaciones que le imprimirá el nuevo rey a la corona.
Incluso, muchos auguran la conversión en repúblicas de algunas naciones en que Isabel hoy reina.