PERFIL
La increíble historia de Kamala Harris, la fórmula de Biden para ganarle a Trump
La fórmula de demócrata podría convertirse en la primera mujer en ocupar ese cargo en la historia de Estados Unidos. Pero no la ha tenido fácil: es hija de inmigrantes de Jamaica y la India, es negra y es mujer. Esta es su historia.
En su libro de memorias, publicado el año pasado, la senadora Kamala Harris le dedica estas palabras a su madre: “No hay título ni honor en la tierra que atesore más que decir que soy la hija de Shyamala Gopalan Harris”. Y con toda la razón: quien hoy acompaña a Joe Biden como candidata a la vicepresidencia por el Partido Demócrata le debe mucho a esa mujer que a los 19 años salió de la India para buscar mejores oportunidades.
Shyamala, hija de P. V. Gopalan, un funcionario que luchó por la independencia de la India, había logrado romper las tradiciones que obligaban a las mujeres de su país a hacer tareas domésticas y servir a sus maridos, elegidos por la familia para un matrimonio concertado. Desde pequeña sus padres, que se consideraban progresistas, aceptaron que se dedicara a lo que la apasionaba, así fuera poco convencional. Shyamala fue cantante de música tradicional de la India y ganó un concurso nacional cuando era niña.
Más tarde, luego de estudiar Ciencias Domésticas (el arte de ser una buena ama de casa) en Nueva Delhi, se postuló a una maestría en Nutrición y Endocrinología en la Universidad de California en Berkeley y, sorpresivamente, la admitieron.
Sus padres decidieron apoyarla y usaron sus ahorros para pagar el viaje, la matrícula y la alimentación durante los primeros años. Valió la pena: en Estados Unidos, Shymala se convirtió en una destacada científica y con el tiempo se especializó en el cáncer de mama.
“No te puedo decir la cantidad de veces que de vi cómo maltrataban a mi madre porque era una mujer bajita, de tez oscura y con acento fuerte”
Pero en los años sesenta, cuando aún era estudiante y participaba en las protestas del movimiento por los derechos civiles, conoció a Donald J. Harris, un estudiante de Economía jamaiquino, de quien se enamoró perdidamente.
Tendencias
Kamala con su madre, Shyamala Gopalan, quien se abrió paso como investigadora en Estados Unidos. También junto a su abuelo, P. V. Gopalan, un funcionario público de India.
Se casaron en 1963 sin seguir las tradiciones indias, y de ese matrimonio nacieron Kamala y su hermana menor Maya. La hoy senadora recuerda que tuvo una infancia feliz en un ambiente de protestas a favor de los derechos de los afroamericanos que la marcó: “Recuerdo un mar de piernas en movimiento, gritos y cánticos”, escribió años después. También creció en medio de dos religiones: la bautista, de su padre, y la hindú, de su madre.
Sus papás, sin embargo, se separaron cuando ella solo tenía siete años y Shyamala se quedó con la custodia de las niñas. Por esa época por primera vez sintió el racismo: asistía a un jardín que tenía un programa de autobuses integrados para promover la participación de niños negros en la escuela, que antes tenía el 95 por ciento de estudiantes blancos. Y cuando iba a visitar a su papá los fines de semana en Palo Alto, California, los niños no jugaban con ella porque era negra.
En muchas ocasiones, además, vio cómo menospreciaban a su mamá: “No te puedo decir la cantidad de veces que de niña y joven veía cómo maltrataban a mi madre, las suposiciones que las personas hacían sobre su inteligencia, su estatus, porque era una mujer bajita, de tez oscura, con un acento fuerte”, dijo a Telemundo hace dos meses. De esas experiencias aprendió, según dice, ya que su mamá solía decirle que había que luchar contra las injusticias y que no podía quedarse callada.
Solía presentarse como una fiscal que trabajaba para reducir las desigualdades del sistema penal, pero dura para atacar los delitos. “Ser blando con el crimen no es progresista”, solía decir.
Kamala creció convencida de que solo desde el interior del establecimiento era posible cambiar las cosas. Por eso estudió Economía y Ciencias Políticas en la Universidad de Howard, en Washington, conocida como el Harvard negro, debido a que la gran mayoría de sus estudiantes son afroamericanos. Allí comenzó a dar sus primeros pasos políticos y de liderazgo al ganar un puesto en el consejo estudiantil y trabajar por un tiempo como ayudante de un senador.
Kamala creció en medio del movimiento por los derechos civiles y se graduó de la Universidad de Howard, en donde forjó sus características como líder.
Cuando salió al mercado laboral, sin embargo, no se decantó por la política ni por el activismo, sino que decidió buscar un puesto como fiscal adjunta. “Fue una decisión muy consciente –le dijo al diario The New York Times hace unos meses–. Quería entrar al sistema, a donde no tenía que pedir permiso para cambiar lo que debía cambiar”. Allá hizo historia y se convirtió en fiscal del distrito de San Francisco y, años después, en la fiscal general de California, la primera mujer negra en el cargo.
Su carrera en la entidad estuvo marcada por una fuerte dualidad que llamó la atención desde el principio. Solía presentarse como una funcionaria con ideas liberales, que trabajaba para reducir las desigualdades del sistema penal, pero dura para atacar los delitos. “Ser blando con el crimen no es progresista”, solía decir.
Ella implementó un programa de reinserción para delincuentes no violentos y aumentó las condenas por homicidios y delitos graves. Muchos, sin embargo, la critican porque en esa época casi no procesó a oficiales de Policía involucrados en el asesinato de civiles y se negó a que hicieran pruebas de ADN avanzadas que hubieran podido exonerar a Kevin Cooper, un ciudadano negro sentenciado a muerte.
Harris contrajo matrimonio en 2014 con Doug Emhoff, socio de una firma de abogados. Desde entonces, la apoya en su carrera política.
En esa época conoció a Doug Emhoff, un abogado y padre de dos hijos con el que se casó en 2014. Dos años después dio el salto a la política electoral y llegó al senado federal, en donde tuvo una carrera meteórica. Se codeaba con Obama, criticaba a Trump y se alzaba como una de las demócratas más reconocidas de la cámara alta.
su trabajo rindió frutos. Hoy es la primera candidata negra a la vicepresidencia y si los sondeos tienen razón, en noviembre se convertirá en la primera mujer en ocupar el cargo. Algunos ya piensan en el largo plazo y creen que es cuestión de tiempo para que alcance la presidencia.