ENTREVISTA
Exclusivo: Carolina Cruz habla con SEMANA de sus turbulencias y de su valentía
La presentadora relata cómo ha sido su trabajo con Salvador de Sueños, Regalo de Dios, la fundación que creó a partir de la experiencia de salud que vivió con su hijo menor. Reflexiona sobre la fe, la gratitud y la necesidad de ayudar a otras mamás.
SEMANA: Salvador de Sueños es, valga la redundancia, un sueño al que usted le dedicó mucho tiempo. ¿Cómo fue este proceso de construcción para ponerla a andar?
Carolina Cruz: Todo comenzó cuando estuve en el hospital con Salvador y viví esa experiencia con su salud. En un momento así, uno se cuestiona cómo hacen tantas familias que atraviesan por ese tipo de coyunturas, pero no tienen lo que uno tiene. No porque sea mi hijo, sino porque pagamos una prepagada, gracias a la cual él ha podido tener la atención que necesita y a tiempo. Eso no es lo que pasa con la mayoría de niños. Entonces, decidí ayudar a otras mamás.
SEMANA: ¿Ayudarlas de qué manera?
C.C.: Hay mamás que no tienen ni siquiera Sisbén, mamás que trabajan, mamás que cuidan otros hijos que dependen enteramente de ellas, mamás que tienen que cocinar y hacer absolutamente todo en sus casas. Y cuidar de un niño en un hospital es una tarea 24/7 también. La misión de Salvador de Sueños es salvar la vida de niños de 0 a 5 años que tienen problemas neurológicos que afectan su sistema central. Les hacemos un acompañamiento a las mamás que están solas, que necesitan muchas veces para los pasajes del bus, para comer algo en la clínica, sin quitarles las responsabilidades a las EPS y a las IPS. Somos una guía para ellas, una compañía, y le apuntamos a convertirnos en una solución inmediata para cualquier situación de salud que vivan esos niños.
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SEMANA: ¿Cómo eligieron los casos para ayudar?
C.C.: Nos llegaron tantos casos que ya tuvimos que cerrar la convocatoria. Lo primero es que cumplan con ambos parámetros: ser menores de 5 años y con problemas neurológicos que afectan su sistema central.
SEMANA: ¿Alguna historia la conmovió particularmente?
C.C.: No podría hablar de una historia en particular. Todas son difíciles. Todas tienen la misma importancia. Me sorprendió, eso sí, por ejemplo, que hay muchísimos casos, más de lo que yo me imaginaba, de espina bífida. Esa enfermedad desencadena otras situaciones graves. Lo más triste es que muchos de esos casos habrían podido tratarse si desde el embarazo las mamás hubieran tenido una mejor atención. Otros casos, como las enfermedades huérfanas, no había cómo detectarlos. Todo me toca. Son familias que tienen la enorme ilusión de vivir el nacimiento de sus chiquitos, pero estos llegan con unas complicaciones médicas que en algunos casos no tienen solución. Me duele que tantos niños no tengan atención a tiempo y luego terminen con problemas irreversibles.
SEMANA: ¿De dónde sale la inspiración para la fundación?
C.C.: Toda la inspiración ha sido de vivir la experiencia con mi hijo, desde la ‘comodidad’ de tener lo que necesito, pero también desde la misma angustia que vive cualquier mamá. La junta directiva está conformada por los médicos que atendieron a Salvador y trabajo en lograr alianzas para poder ayudar a más niños.
SEMANA: Usted ha dicho que levantó la fundación apoyada en la fe y en la enorme gratitud que tiene con la vida. ¿Cómo ha experimentado la fe en este proceso?
C.C.: La fe ha sido absolutamente todo. Yo sabía que Salvador en algún momento iba a estar bien. No sabía en qué momento, pero sabía que pasaría. Uno quiere que pase en los tiempos de uno, pero finalmente las cosas suceden en los tiempos de Dios. La fe se fue fortaleciendo poco a poco cuando íbamos viendo su solución. Ahí empezó este camino de mucha gratitud, de mucho aprendizaje y de mucho amor.
SEMANA: ¿Cómo se vive la gratitud en medio de esa angustia?
C.C.: Para mí, la infinita gratitud se explica en que muchas veces lo que tienes se vuelve paisaje. Uno se acostumbra a la vida que tiene. A hacerse exámenes a tiempo y solo pagar un copago. Yo he tenido dos cesáreas y no he tenido que pagar nada. Me han atendido en el mejor lugar, he regresado a la casa y todo ha estado bien. Cuando te chocas con la realidad de este país, en el que las familias sufren todos los días porque tienen una dificultad de salud y tienen que rogar por un examen, ahí es cuando te das cuenta de que lo que para ti muchas veces se vuelve paisaje para otras personas es imposible tenerlo. Ahí comienzas a sentir esa enorme gratitud y a entender que tenemos que ser mucho más empáticos. No taparse los ojos ante esa realidad.
SEMANA: Como mamá, ¿qué siente que les falta a las clínicas?
C.C.: A las mamás en las clínicas les hace falta absolutamente todo. Los centros de salud no tienen empatía. Debería existir un grupo de apoyo para esas mamás que no cuentan con todos los recursos. La gran mayoría son mujeres lactantes que muchas veces no tienen dónde comer, descansar o bañarse. La gente piensa que solo se puede ayudar con plata, pero la verdad es que se necesita tiempo, amor, terapias, abrazos, incluso ayuda jurídica para hacer tutelas.
SEMANA: ¿Qué lecciones tiene hoy de su paso por el hospital?
C.C.: Yo afortunadamente nunca estuve sola. Lincoln ha sido siempre un papá muy presente, así no estemos juntos como pareja. Estuve en la Fundación Santa Fe, la mejor clínica. Siempre estaba acompañada de mi mamá. Tenía a la nana de mis niños, pero este no es el caso de miles de familias. Si la mamá está bien, el niño está bien.
SEMANA: Usted lanzó también un libro que se llama Los superpoderes de Salvador. ¿Qué historia quiso plasmar en este cuento?
C.C.: En este proceso, el que más me ha enseñado cosas es Mati. Él ha visto el proceso de su hermano de una manera amorosa, empática. Incluso, él nunca me preguntó por qué Salva tenía su cabecita tan grande. Nunca me preguntó qué tenía su hermano en la cabeza cuando Salva llegaba de sus cirugías. Él siempre ha visto a su hermano perfecto. Por eso, nos inspiramos en hacer el libro y contarles a los demás niños la historia de dos hermanos.
SEMANA: Ha dicho que quiere enseñar con esa historia valores a otros niños…
C.C.: Sí. Especialmente, la empatía, el amor incondicional, la sensibilidad y el acompañamiento. Esos valores que Mati me ha enseñado a mí.
SEMANA: Usted ha hecho un esfuerzo muy grande por humanizar esa maternidad de los famosos que se suele ver tan ideal. ¿Por qué abrirse así a la gente?
C.C.: La gente piensa que quienes trabajamos en la televisión tenemos una vida perfecta, no tenemos problemas y no pasamos por situaciones difíciles. Yo soy una mujer demasiado positiva, pero, cuando empecé a vivir mi proceso con Salvador, me di cuenta de lo común que puede ser enfrentar estas adversidades. Y, entonces, quise volver esto una herramienta para ayudar a más mamás. Para decirles que muchas veces uno siente que el camino es lejano y largo, pero cada vez uno avanza más. Lo más importante es hablar. Muchas veces, las mamás sentimos que podemos con todo, que nada nos queda grande. Ahí es cuando entramos en depresiones y en situaciones difíciles anímicamente. Se vale pedir ayuda, se vale desahogarse. A todas nos sienta bien. No todo lo tenemos que hacer perfecto.
SEMANA: ¿Ha recibido comentarios dolorosos por llevar este tema a las redes sociales?
C.C.: Muchos hablan desde su ignorancia. Yo trato de no prestarles mucha atención a las redes, a esas malas energías.
SEMANA: ¿Cómo hace para blindarse de esas malas energías?
C.C.: De pronto, porque voy bloqueando a todo el mundo (risas).
SEMANA: Seguramente, han sido más los mensajes de amor y de ayuda...
C.C.: Sí, hemos recibido ayuda, pero tampoco mucha. Levantar una fundación es muy difícil. En este país falta mucha empatía. Pero es increíble ver cómo los niños, cuando son tan pequeñitos, evolucionan muchísimo, a veces con muy poco.
SEMANA: ¿Cómo quisiera contarle a Salvador de grande de esta fundación que lleva su nombre?
C.C.: La fundación es de los dos. Se llama Salvador de Sueños, Regalo de Dios, porque este es el significado de Matías. Me gustaría poder llevar una ley para que los niños tengan la mejor atención en salud posible. Me voy a meter de cabeza en eso.
SEMANA: ¿De dónde ha sacado las fuerzas no solo para salir adelante en su proceso con Salvador, sino, además, para ayudar a otros?
C.C.: Ni idea. Creo que de Dios. Yo soy la mujer más chillona, más sensible del mundo. Yo me pongo en los zapatos de las otras mamás. Dios me ha dado la fuerza para sacar esto adelante, para sobrellevar las noticias malas, para recargarme con las positivas y para trabajar en la fundación.