GENTE
Reconocido actor de ‘Betty, la fea’ le bajó al pesar que generó: “No hay que hacer escándalo, no me estoy muriendo de hambre”
En diálogo con ‘Bravíssimo’, el programa de los colegas de City TV, el actor aseguró que incluso tiene dos carros. De todas maneras, dijo, hay momentos duros sin ser empleado.
Kepa Amuchastegui, actor de la reconocida novela Betty, la fea, habló de su situación económica. Lo hizo luego de publicar en su cuenta en Instagram, y también en su perfil de YouTube, diversos mensajes que dan cuenta de su desempleo. Además, él decidió actualizar su perfil de LinkedIn en busca de oportunidades laborales.
“El reconocido actor @kepa.amuchastegui habló en exclusiva en Bravíssimo y desmintió rumores ante la opinión pública. En nuestro set de sábado, el artista aclaró la situación que surgió en las plataformas digitales a raíz de un video publicado en sus redes sociales donde Kepa pedía mayor visibilidad a su canal de YouTube. Sin embargo, diferentes noticias que se publicaron llevaron a pensar que se encontraba en una mala situación económica, algo que fue desmentido en nuestro programa de televisión. Además, en nuestra entrevista, el actor nos comenta que aparte de su actual proyecto digital, le gustaría enfocarse en nuevas miradas como las miniseries de la mano de las nuevas tecnologías, algo que le hace mucha ilusión. Bravíssimo para Kepa y su resiliencia y trabajo frente a los avances de las nuevas generaciones”, aseguró el programa al presentar el relato del actor.
“¿Alguien sabe quién o qué empresa, qué editorial sería susceptible de querer contratarme para grabar audiolibros? Estoy buscando trabajo una vez más y esa creo que podría ser una salida a la medida de mis capacidades. Soy actor. Leo bien. Y mi voz gusta. Ayúdenme, por favor. Gracias”, expresó el artista, de 81 años de edad, en uno de los mensajes que suscitó gran preocupación entre quienes lo siguen.
Posteriormente, actualizó su perfil en LinkedIn y manifestó: “Más de 50 años como escritor, director y actor de teatro, cine y televisión. Reconocido en Colombia por esas actividades. Hablo, escribo y traduzco del francés y del inglés al español. Puedo diseñar, filmar (Canon EOS 7D) y editar (FinalCutPro) audiovisuales de todo tipo. Preferiría trabajar desde mi casa”.
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Este 15 de abril, el actor Kepa Amuchastegui consideró que la interpretación a sus publicaciones fue exagerada. “Me da hasta vergüenza estar un poquito mendigando o de pordiosero, pero la realidad es que en nuestra profesión de actores, directores y demás, pasada cierta edad, el trabajo empieza a escasear y eso es ley de vida. En la nuestra es un poco más grave porque actores como yo, de mi edad, en mi época, cuando arrancábamos, no teníamos el privilegio de colaborar o contribuir a pensiones”, aseguró el actor en el espacio televisivo.
“No hay que hacer escándalo, uno hace su trabajo y me encanta trabajar en esta profesión que escogí, sin pretender. Soy de quitar y poner... no me estoy muriendo de hambre, para nada, tengo una casa, tengo un techo, tengo dos carros, tengo comodidades”, agregó el actor al referir que, por cuenta de su trabajo y de su edad, muchas veces no es tenido en cuenta para nuevos proyectos. Según dijo, en ese momento es cuando él tiene que apuntarle a ahorrar para intentar superar las dificultades financieras.
No es la primera vez que el actor llama la atención por cuenta de su situación laboral. En 2019 habló con SEMANA al respecto. “A mi edad no le tengo temor a la muerte ni espero recompensas del cielo ni castigos. Pero sí me asusta la incertidumbre del trabajo remunerado”. También aseguró que no se queja de todos los que ha tenido, pero lo cierto es que todo el dinero que ha ganado se lo ha gastado. “Tengo una casa, un par de carros, una serie de bienes pero no una garantía de que de aquí a tres meses voy a tener para comprar el mercado”. Eso le genera a su vez otros miedos: “¿Será que sigo vigente?, ¿será que va a salir algo?”.
Kepa empezó muy temprano en el teatro. Fue mientras estudiaba arquitectura, una carrera de la que nunca se graduó (solo le faltó la tesis) porque la actuación lo conquistó desde los primeros semestres. Fue al ingresar a un grupo de teatro de la Universidad de los Andes con el papel de un viejo de la edad que hoy tiene, en el que debía hacer un monólogo de una hora y diez minutos. Su talento era evidente y desde ahí empezó una racha de éxitos que le granjearon giras en festivales en Europa y Nueva York. En la Gran Manzana tuvo la oportunidad de presentar una obra de Broadway con su grupo.
Pero su fama vino en 1964 con una obra de Fernando Arrabal, que era una reconstrucción de la pasión de Cristo en un cementerio de automóviles, entre prostitutas y músicos que habían encontrado allí un sitio para vivir. Había también un desnudo, pero eso fue insignificante frente a lo otro, que se recibió mal en la sociedad mojigata de su época. “Una señora que no había visto la obra envió una carta al alcalde y luego al obispo, quien alertó a la policía. Esta a su vez llegó al teatro con una orden de cerrarlo. La razón que daban es que una señora extranjera, Kepa de Amuchastegui había montado una obra blasfema y eso no se podía dar en Bogotá”. Sellaron el teatro y lo metieron a la cárcel, hecho que generó grandes protestas de sus amigos y colegas para que lo liberaran.
Lo bueno del incidente es que cuando salió de la cárcel ya todos sabían quién era Kepa Amuchastegui. Luego ganó el premio a mejor actor en un festival de teatro en Bogotá que consistía en una beca en Francia para estudiar teatro durante año y medio. “Cuando les dije a mis papás que salía a hacer teatro y dejaba la arquitectura por un tiempo no pusieron problema. El anuncio venía antecedido por un bagaje con el grupo de teatro. Ellos tenían que ver que yo actuaba bien y me gustaba, pero no me lo dijeron de frente como tampoco se opusieron”.
Dice que llegó a París endiosado, presumido, petulante y engreído. Esa primera noche en la Ciudad Luz tuvo un accidente en el cual se quemó el brazo, las costillas, la cara y debió permanecer durante dos meses en un hospital en el pabellón de quemados. “Mi único contacto era un radio de transistor que me servía para escuchar noticias. Al final salí humilde físicamente, porque estaba muy maltratado; pero también humilde mentalmente porque me di cuenta de que yo no sabía nada y tenía que aprender desde cero, que era malo comparado con los directores y actores que encontré allá. De no haber tenido ese accidente esa primera noche no sería lo que soy yo ahora”.
Él podría haberse quedado allá para trabajar, pero dice que su cobardía lo impidió. El acto de cobardía consistió en devolverse a Colombia para escapar de tres mujeres que lo asediaban: una era una santa católica, púdica y recatada. La otra era una holandesa, Henriette, con la que convivía por razones económicas pero aclara que “un hombre y una mujer viviendo juntos en un apartamento pues… pasan cosas”. Ella lo llevó a La Haya a conocer a su familia y cuando vio a su hermana Bellien fue amor a primera vista. “De ella y mío. Ella me llamó después para ir al zoológico y a un viaje de LSD. Yo le dije que sí al zoológico pero no al viaje, porque nunca metí ni meto droga. Y eso la impactó porque creía que por ser teatrero me gustaban. El paseo fue lindo sin necesidad de estar alucinados”.
Pensaba que nunca iría a la televisión, un medio que despreciaba y no merecía los esfuerzos de un actor y director como él. “Prefiero prostituirme haciendo publicidad, pero no traicionando mi arte”, decía en aquella época. Todo cambió en 1983 cuando David Stivel y Julio Jiménez le propusieron trabajar en este medio. Fue tanta la insistencia que él preguntó: Bueno, ¿y ustedes cuánto pagan por eso? Cuando Kepa vio la cifra dijo: ¿dónde firmo? “Me abrí de piernas ahí mismo porque lo que me ganaba en un mes haciendo funciones en el Teatro Nacional me lo pagaban por un capítulo. Eran 21 capítulos por un mes. Cedí y caí, pero con la intención de hacer lo mejor posible en cada producto que yo haciera o dirigiera. Y creo que me mantuve fiel al objetivo”.