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Reina Isabel II y su amplia colección de sombreros; el icónico accesorio con el que impuso una moda
La monarca dejó huella en la industria de la moda con miles de sombreros que lució en cada una de sus apariciones.
La reina Isabel II se convirtió en la integrante más longeva de la familia real, luego de ocupar el trono durante 70 años. La monarca dejó un legado inigualable debido a los gestos que tuvo con el pueblo británico, las acciones que realizó en el lapso de su reinado, los momentos polémicos que atravesó y los movimientos políticos que llevó a cabo.
Tras la noticia de la muerte de Isabel II el pasado 8 de septiembre, millones de personas recordaron varios sucesos y momentos que protagonizó la monarca. Uno de los detalles que más relevancia tuvo entre sus fieles seguidores y los curiosos fue el emblemático estilo que llevó en cuestión de moda.
A lo largo de su reinado, la británica experimentó distintos cambios en su imagen, probando atuendos, accesorios y elementos que le dieran un toque de elegancia y porte. La mandataria supo combinar colores, texturas y estampados, de una forma fiel y respetuosa con el protocolo que exigía la realeza.
Uno de los detalles que siempre se robó la atención del público fueron sus icónicos sombreros y tocados, los cuales se convirtieron en una pieza clave al momento de aparecer en eventos o compromisos sociales. Este accesorio se ubicó como una huella en la imagen de la reina, quien llegó a tener una amplia colección de más de 5.000 sombreros.
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Este elemento quedó como una característica principal de sus looks, dándole un significado especial al momento de lucirlos. Gran parte de estas piezas fueron diseñadas por Philip Somerville, uno de los diseñadores favoritos de la monarca.
No obstante, al ser un accesorio fundamental en cada ‘outfit’ o atuendo que lucía la mandataria, debía poseer ciertos requisitos y características específicas para que fuera portado de la manera correcta. Según se dio a conocer en medios internacionales, los sombreros no debían entorpecer la visión de la británica, ni tampoco el ala debía tocar el abrigo para que existiera una armonía en la imagen.
Lo particular de este sello de moda que tenía Isabel II es que guarda un significado profundo, el cual se relacionaba directamente con las funciones de la integrante de la familia real. De acuerdo con declaraciones que brindó la periodista especializada Elizabeth Holmes en su libro HRH: So Many Thoughts on Royal Style, el sombrero en la reina es una pieza del uniforme de trabajo que lucía.
“El sombrero es un recordatorio de que la reina está contratada para un servicio, para un trabajo”, dijo la comunicadora en su publicación.
Uno de los retos que tuvo el famoso diseñador de la reina fue no repetir ningún modelo al momento de presentar las piezas, ya que debía conservar el estilo y los gustos de Isabel II. Este trabajo tenía una dedicación particular, teniendo en cuenta que la británica solía viajar y desplazarse por varios espacios.
Los sombreros de la monarca tuvieron todos los colores habidos y por haber, además de las terminaciones y detalles como flores, plumas, mallas, cintas o pedrería. La reina era la encargada de decidir cómo quería los modelos para su colección, buscando que el diseñador replicara sus ideas al pie de la letra.
En cuanto a temas de moda y estilismo, Elizabeth Holmes dedicó unas palabras a la revista People, indicando que a finales de la década de los 90 la reina decidió plasmar colores vivos a sus atuendos, buscando resaltar al momento de aparecer en público. La celebridad optó por jugar también con los bolsos y carteras que llevaba a sus compromisos.
Angela Kelly, modista de toda la vida de la reina, escribió en sus memorias de 2019 que “la reina era consciente de que debía ser visible para la mayor cantidad de gente posible cuando estuviera fuera de casa, así que eligió principalmente colores llamativos que se verían fácilmente”.
Muchos diseñadores de moda como Antonio Riera, dueño de Lagomarsino, y Roger Loayza explican que este elemento fue fundamental para la experimentación de la monarca con su estilo, teniendo en cuenta que los trajes debían conservar un protocolo específico.
De acuerdo con lo que informa Vanity Fair, estos diseños eran exclusivos para la reina Isabel II, pero cada cierto tiempo se elegían modelos para ser replicados y puestos a la venta por un lapso limitado.