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Robinson Díaz se sinceró y reveló por qué no ve algunas escenas de Adriana Arango, su esposa, en televisión: “Es muy fuerte”
El actor comentó un poco de su experiencia compartiendo industria con su pareja sentimental, quien actualmente trabaja en ‘Ana de nadie’.
Robinson Díaz de ubicó como uno de los grandes artistas de la televisión y el teatro colombiano, debido a su extensa y sólida carrera en la industria. La celebridad marcó una huella con el trabajo que le imprimió a diversos papeles y proyectos, tal y como fue el caso de Pecados capitales, Vecinos, Tiro de gracia, El cartel de los sapos y La saga, negocio de familia.
Además de su talento para la actuación, el colombiano despertó curiosidad en miles de personas que siguieron su crecimiento profesional, buscando saber más de sus temas personales y familiares. Uno de los puntos más relevantes es el matrimonio con Adriana Arango, famosa actriz, con quien lleva más de 20 años de relación.
Al estar en los medios y los escenarios públicos, la pareja se robó la atención con algunas situaciones que atravesaron al interior de su unión. Los dos artistas manejaron sus asuntos en la privacidad de su hogar, soltando pequeños detalles en entrevistas y diálogos con programas o formatos actuales.
Recientemente, durante una charla que sostuvo con Tropicana, Robinson Díaz fue el encargado de revelar una particular situación que ocurría en su matrimonio, precisamente por compartir oficio con su esposa. El intérprete del famoso ‘Mago Kandu’ recibió una inesperada pregunta, la cual contestó sin problema y con toda sinceridad.
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El tema surgió por las relaciones en los medios, llevando a la periodista a indagar si era fácil conservar un vínculo sentimental en este mundo artístico, donde las tentaciones y situaciones estaban presentes. El actor comentó que no era sencillo y se volvía algo “fuerte” de lidiar, por lo que a veces prefería no ver algunas escenas de su esposa en televisión.
“En el mundo de la actuación o en el mundo artístico en el que ustedes se desenvuelven, ¿es fácil tener una relación de pareja? Yo no creo, hay mucha tentación”, preguntó la periodista.
“Sí claro, además los actores somos muy carnales. Emocionalmente uno está muy implicado y comprometido. Y claro, por ejemplo, las escenas de besos de mi esposa no las veo. No, o sea… es muy fuerte, a pesar de que yo sé que no está pasando nada, pero no sé, el hecho de ser actor ya es un oficio muy complicado, es muy duro”, respondió el actor.
De igual manera, Robinson Díaz fue claro en que había muchos factores que influían a lo largo del camino, iniciando solo por el hecho de ser “una figura pública”. No obstante, fue claro en que sabía cómo sucedía todo y no buscaba justificar el desliz que vivió en el pasado.
“Es muy berraco, no solo me pasa a mí, a los cantantes. Ser figura de por sí ya produce deseo, uno no está exento...Adriana tampoco, una mujer muy bella, con un éxito poderoso”, agregó.
El paisa apuntó que no existía una historia perfecta y completamente feliz como lo pintaban antes, pues todo vínculo pasaba por altos y bajos.
Es importante detallar que el actor está por estos días entregado a La Tropa, compañía teatral que fundó con su familia. También sigue siendo un agudo observador de la realidad del país y no teme llamar las cosas por su nombre frente a los escándalos del Gobierno de Petro.
En entrevista con SEMANA, Robinson Díaz habló de su trabajo y abrió las puertas sobre algunos detalles de la escena artística en la actualidad.
SEMANA: Por años lo hemos visto como actor en papeles maravillosos. ¿Cómo le ha ido ahora en su faceta como empresario de cultura con su compañía de teatro La Tropa?
Robinson Díaz (R.D.): Ha sido una oportunidad de hacer un teatro de mucha calidad, donde el primer beneficiario es el público. La Tropa es una compañía de teatro que dirijo con Adriana Arango, mi esposa; también trabajan mi hijo y otras 20 personas. Es un proyecto próspero porque hemos contado con el respaldo del público que cree en el arte bien hecho. Tenemos actualmente seis obras en escena, entre ellas La dama de negro, Esquizofrenia, Mucho animal, In fraganti. Y el público asiste masivamente al Teatro Libre de Chapinero a verlas. La idea es hacer un teatro autosostenible que nos permita financiar nuestros próximos montajes.
SEMANA: ¿Cómo ha sido trabajar en familia?
(R.D.): Todo se ha ido construyendo poco a poco. Adriana, que ya tiene experiencia como gestora cultural, y yo nos conocimos en el TPB y desde entonces estamos juntos. Nuestro hijo, Juan José, que es muy brillante, creció entre escenarios, entre cámaras, sets y camerinos, esto lo lleva en la sangre. Los tres apostamos como una tropa a hacer las cosas que nos gustan mucho para el disfrute del público.
SEMANA: A usted, que es ahora un empresario que apuesta por la cultura en Colombia, ¿no le preocupa ver que el sector pareciera no tener doliente en este Gobierno?
(R.D.): Hay que dejar que arranque el proceso en el que creímos muchos con este Gobierno. Y, sobre todo, no quedarse de brazos cruzados, esperando que un gobierno nos solucione todo. Yo aporto como un empresario del arte que paga sus impuestos y produce prosperidad y da empleo. Es que hay que salir de la mentalidad de que el que hace cultura es un loquito marihuanero. Eso ya está mandado a recoger. Pero es cierto también que el Gobierno tiene que despertar y darse cuenta de que tiene un activo poderosísimo en todo el país con las artes. No se puede seguir postergando eso.
SEMANA: Pero, ¿no cree que a casi un año del comienzo del Gobierno ya deberían estar despegando las políticas relacionadas con la cultura, con las que muchos lo eligieron? Es que ni siquiera se ha nombrado a un ministro en propiedad.
(R.D.): Es cierto, pero Petro es un tipo que escucha. Aún tiene tres años para materializar esas reformas, incluida la de la cultura. Ahora, sé que Gustavo Petro no es la panacea, ni huevón que fuera. Pero por lo menos se sienta a conversar con los artistas. No es menos cierto que urge que entienda que se necesitan más salas concertadas, dotar a los teatros de mejores equipos, ofrecer mayores estímulos a los artistas, más sedes culturales. No todo puede ser festivales, reguetón y aguardiente, que es lo que mucha gente piensa que es la cultura. Lo cierto es que Colombia es un país en obra. Y quieren que Petro hagan en ocho meses, lo que se ha demorado más de 200 años.
SEMANA: Con esa ascendencia que tiene en el medio, ¿por qué no quiso integrar la mesa de concertación que existe actualmente con los artistas?
(R.D.): Hay gente más capacitada para esa tarea. Y yo estoy ahora concentrado en La Tropa. Por ahora, yo mismo estoy haciendo mi propia revolución, haciendo todo bien como empresario y pagando mis impuestos. Sé que ya Petro se reunió con los artistas, algo que no pasaba en otros gobiernos. Ahora bien, lo que sí espero, como muchos de mis compañeros artistas, es que haya cambios profundos para beneficio del sector, que en el Plan Nacional de Desarrollo exista un ítem considerable para la cultura, porque esto no se arregla comprando trombones y flautas. Que hagan cuentas: la cultura le aporta mucho al PIB de este país.
SEMANA: ¿Se arrepiente de su voto por Gustavo Petro?
(R.D.): Yo voté contra 200 años de feudalismo. Voté por alguien que propuso reformas, ideas distintas, más allá de un partido político. Tengo 57 años y a mí no me ha tocado un solo día de paz en Colombia, entonces sí quería un cambio de verdad.
SEMANA: Pero, con solo ocho meses de Gobierno, ya hay varios petroentusados, varios de ellos en el propio sector de la cultura.
(R.D.): Es que hay mucha gente que vota y después se hacen los huevones. Y en medio de todo eso siento que se ha generado un matoneo bravo, permanente, una polarización contra quienes queremos que las cosas cambien. No creo que nos vayamos a volver comunistas, como dicen muchos. O que esto se vaya a volver una dictadura. Las instituciones y la propia ciudadanía no lo vamos a permitir. El comunismo es una cochinada, igual que el socialismo. No estoy de acuerdo con el comunismo y el socialismo en donde dicen: pa’ todos por igual. ¡Las huevas! Yo camello durísimo y pago impuestos. Y quiero vivir dignamente de eso que produzco, de mi oficio, de mi arte. Hacerlo con calidad y pagarles bien a quienes trabajan a mi lado. Lo que muchos queremos es una redistribución de las oportunidades, porque este es un país rico, pero muy mal administrado. Pero a mí no me interesa convencer a nadie, que cada uno crea en lo que quiera.
SEMANA: Ahora que habla de matoneo, ¿se considera un hombre de izquierda?
(R.D.): Me considero un hombre de la vida en realidad. El arte no tiene partidos políticos. Yo no me pongo a pelear con Tomás Eloy Martínez, con Umberto Eco o con Borges, que era tan de derecha. Yo quiero mucho este país. A mí me han ofrecido irme a vivir a México, a Estados Unidos, y siempre he dicho que no. Mientras tanto, mucha gente me escribe cochinadas. “Váyase para Venezuela, váyase para Cuba”. Y yo les respondo, yo ya estuve en esos lugares y no me gustó, mi país es este. No estoy abogando porque tengamos un sistema como el cubano o el venezolano, ¡qué asco! Lo que creo es que Colombia es un país al que podemos administrarlo mejor. La gente te quiere graduar de petrista o no petrista para ponerte un rótulo y mientras tanto te siguen atacando las hordas. Pero creo que el buen arte está por encima de todas esas cosas.
SEMANA: De todos modos, como una persona que creyó en el proyecto de este Gobierno, ¿no le deja un mal sabor de boca todos los escándalos que se han destapado en un Gobierno que lleva tan pocos meses?
(R.D.): Petro se ha rodeado mal en algunos casos. Gente que uno dice ¡Hp, qué hace ahí! Pero tiene buenas intenciones. Me han sorprendido los escándalos y no puedo creer que estemos viviendo lo mismo que le hemos criticado a otros gobiernos. Lo del hijo, por ejemplo, es una recontracagada. Creo que Petro ha sido ingenuo como gobernante; por eso, no se ha dado cuenta a tiempo de por quiénes estaba rodeado.