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Roger Federer: El abuelo del tenis que quiere superar su propio récord en Wimbledon
La mayor atracción del actual campeonato inglés de Grand Slam es el suizo, quien, a punto de cumplir 40 años, es su competidor más viejo y mantiene intacto el brillante juego que ha hecho de él uno de los grandes en la historia del tenis. ¿Cuál es el secreto?
Federer se ha paseado por los grandes escenarios del tenis en más de dos décadas de carrera, pero Wimbledon ocupa un lugar muy especial en su palmarés; lo mismo que él encarna un capítulo aparte en la historia del único campeonato de Grand Slam sobre hierba.
Tiene el récord como el jugador que más veces se ha llevado la copa: 8. En 2017 se convirtió en el ganador más viejo desde 1968, momento en que se permitieron por primera vez los profesionales.
Este año, cuando el bello y venerable All England Club reabre tras la suspensión en 2020 por la pandemia, el suizo se destaca como el contrincante de mayor edad, con 39 años, en individuales masculinos.
Él sigue tan campante, haciendo honor a su fama de “atleta sobrenatural”, que parece inmune a las leyes del envejecimiento, según dijo el novelista David Foster Wallace en 2006. Tres lustros después, las frases siguen vigentes.
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Junto con Rafa Nadal, de 35 años, y Novak Djokovic, de 34, con quienes forma el combo de “los tres grandes”, Federer ha redefinido la extensión de una carrera en el tenis. Los campeones que él admiró en su juventud, Becker, Edberg, Sampras y Agassi, se retiraron a sus 30, pues eso era normal. Este año, en cambio, 13 jugadores, como Tsonga, Verdasco o López (menor que Federer por solo un mes), tienen más de 35.
Así, esta vez se registra la edad promedio más alta desde 1968: 28 años y 102 días. De igual manera, hoy los ganadores cuentan más calendarios. En los años ochenta, un jugador como Becker podía coronarse a los 17 años, y la edad promedio era de 22. Desde 2015 este último indicador es de 31 debido especialmente a “los tres grandes”. Como muestra de su portento, han barrido con 16 de 17 títulos de Grand Slam desde 2017.
En 2009, cuando Federer cumplió 28, muchos empezaron a rondarlo con preguntas sobre su despedida, sin saber que le quedaba tanta cuerda. Él, que con sus 20 premios en Grand Slam ostenta otro récord, junto a Nadal, confiesa que su meta nunca fue llegar a los 40 activo. Pensaba en los 35 años, que ya era mucho decir. El gran enigma del tenis es si alguien podrá predecir el adiós del suizo, octavo en la clasificación de la ATP.
A su vigesimosegunda participación en el torneo inglés, llega más que nunca en pleno dominio de su talento, a pesar de haber pasado por tres operaciones de rodilla. El ingrediente más elemental, pero significativo de su larga trayectoria es que conserva la pasión por su deporte. Testigos afirman sorprenderse al ver el placer con que le pega aún a la pelota, sin importar que el día esté ventoso y frío. Es, pese a su notoriedad, sencillo, relajado y locuaz en sus prácticas, durante las cuales no tiene problema en tomar una escoba para barrer la cancha.
También asombra cómo, a estas alturas, pregunta las cosas más simples del juego, lo que remite a una cualidad poderosa: su continua voluntad de aprender y desarrollar habilidades para mejorar. Entiende rápido, y un ejemplo de esa capacidad es la velocidad –tan importante en el tenis–, en la cual se ha enfocado con ahínco en los últimos 20 años.
Otro componente de la receta es el trabajo duro. Eso sí, con la cercanía de los 40, que cumple en agosto, sus allegados cuentan que redujo sus horas de entrenamiento en la cancha y el gimnasio, aunque la intensidad de las sesiones se mantiene. Competidores más jóvenes que han practicado con él, como Dan Evans, aseguran que no sienten estar jugando con un hombre de 39, y que ahora es más inteligente en su adiestramiento.
Federer también ha sido muy selectivo. En 2017, por citar un caso, solo jugó en 12 torneos, de los que excluyó a los de cancha de arcilla. El resultado: siete títulos, dos de ellos de Grand Slam. También es crucial el descanso. Ese mismo año, venía de seis meses de reposo, convencido de que es la mejor droga natural para el optimizar su trabajo y recuperarse física y mentalmente. Por eso duerme hasta doce horas por noche y se va de vacaciones apena termina un torneo. “Hay que tomar distancia para regresar más fuerte”, observa el campeón, dueño de una fortuna de 90 millones de dólares, según Forbes.
Un aspecto que no se puede soslayar es su relación con Nadal y Djokovic. El hecho de tener al trío prodigio en la arena durante los últimos 15 años no se volverá a repetir. Y la verdad es que son más que amigables competidores, de acuerdo con Goran Ivaniševic, ganador de Wimbledon en 2001. Según él, han aprendido los unos de los otros para ser mejores. Craig O’Shannessy, exentrenador de Djokovic, contó que, para alargar su carrera, el serbio ha incorporado a su estilo elementos que les funcionan bien a Federer y a Nadal.
Otros han querido ver una relación entre su singular trayectoria y el tiempo en que vence en los partidos. De acuerdo con el sitio Tennis News, ha ganado más encuentros en menos de una hora que cualquier otro jugador activo. Si Nadal ha triunfado en 15 partidos en menos de 60 minutos, de un total de 1.163 citas, Federer se ha llevado 110 en ese mismo lapso, de un universo de 1.499. No es que en ello repose por completo su genialidad, pero sí tiene relevancia que ese menor transcurso en la cancha, además de reportarle victorias lo protege de las lesiones que han afectado gravemente las carreras de algunos de sus más fuertes rivales.
Para Christopher Clarey, cronista de deportes de The New York Times y una autoridad en el tenis, Federer tiene todo para ganar en Wimbledon este y otros años. Sobre su jubilación, opina que, precisamente, el actual campeonato puede ser definitivo, y que el jugador, además, tendrá en cuenta la opinión de su esposa Mirka, pues es también su gerente y ha sido pieza clave en la construcción de su carrera. Todo se sabrá en el desarrollo de este icónico torneo que concluye el 11 de julio.