Gente
¿Se aprovecha Hunter Biden de su posición privilegiada?
La polémica vuelve a surgir a raíz de la nueva exposición de arte del hijo de Joe Biden.
Expertos en ética y algunos columnistas han dicho que la muestra es una mala idea. “La reacción inicial de la gente va a ser que él está capitalizando su posición de hijo del presidente y anda en busca de mucho dinero por parte del público. Es decir, los precios son bastante altos”, le dijo a The Washington Post Richard Painter, abogado de ética del expresidente George W. Bush.
Lo dice porque los cuadros de Hunter van desde los 75.000 hasta los 500.000 dólares, sumas nada despreciables para alguien que no ha hecho una carrera muy larga en el arte.
Otro pero que le han puesto viene de la suspicacia de tráfico de influencias. Los compradores de la exposición tendrán su identidad protegida y eso trae múltiples problemas, de acuerdo con Walter Shaub, exencargado de la oficina de ética del Gobierno durante la administración de Barack Obama.
“Como no sabemos quién está pagando por el arte e ignoramos si Hunter Biden tiene esa información, tampoco tenemos posibilidad de monitorear si la gente está comprando acceso a la Casa Blanca”, anotó Shaub.
Painter también cree que el anonimato de los compradores se puede prestar para que gobiernos extranjeros y lobistas puedan comprar los cuadros del hijo del mandatario en un intento por quedar bien con la Casa Blanca y granjearse futuras prebendas.
Y eso que la exhibición todavía se demora, ya que se abrirá al público en octubre próximo en la galería Georges Bergès, en Nueva York. Un mes antes, habrá una muestra privada para clientes VIP en Los Ángeles.
Hunter Biden no se ha pronunciado al respecto, pero en su defensa salió Georges Bergès, director de la galería y representante de importantes artistas de todo el mundo.
Cuenta que lo descubrió luego de que se lo presentara un importante coleccionista, quien le habló de su faceta artística. En principio, el galerista se preguntó, muy escéptico, qué tan bueno podría ser Hunter. En especial, le intrigaba saber si lo que hacía era auténtico y no parte de una pose.
Cuando concluyó que sí había madera, lo que hizo fue ayudarlo a encauzar su carrera desde hace tres años. Le enseñó, por ejemplo, a establecer una disciplina de trabajo; en otras palabras, a tener una rutina con los pinceles.
Hunter, famoso por sus problemas de drogas y alcohol, ha compaginado así su rehabilitación con la pintura, que pasó de ser un hobby que le ocupaba 20 % de su horario, a una actividad de tiempo completo, gracias a lo cual ha estado enclaustrado en su estudio de Los Ángeles, al menos en los últimos dos años.
Hoy, Bergès dice estar muy satisfecho con el arte abstracto y fuertemente influenciado por el expresionismo del hijo del presidente. Especialmente, se trata de obras ricas en tonos pasteles casi que etéreos, con gotas de lluvia y otros elementos naturales. Hunter realiza muchas de sus creaciones basándose en antiguas técnicas japonesas.
En cuanto a los altos precios, Bergès cuenta que no fue algo deliberado, sino que cuando se supo que Hunter tenía un gran talento escondido para la pintura, los coleccionistas se arrebataron a llamarlo a solicitarle sus obras. La demanda ha elevado los precios, dicho de otro modo.
“Muchos creen que Hunter aterrizó de casualidad en la escena del arte, pero la verdad es que esto lleva varios años cocinándose”, explicó Bergès.
Desde antes de la llegada de Joe Biden a la Presidencia, Hunter ha cobrado fama de ser su hijo problema. Las acusaciones de que se aprovecha de su posición no son nada nuevas. Se dice que así fue como obtuvo contratos en empresas de Ucrania, algo que amenazó la campaña de su padre y evolucionó de modo tal que concluyó con el primer impeachment a Donald Trump.