REINO UNIDO

Se vuelven a casar

Aunque la prensa europea está especulando sobre la posibilidad de una reconciliación definitiva entre el príncipe Andrés y su exesposa, Sarah Ferguson, después de 17 años de divorcio, la realidad es que mientras el príncipe Felipe de Edimburgo esté vivo, eso es imposible.

7 de septiembre de 2013
Esta es la foto que delata la posible reconciliación entre el príncipe Andrés y su exesposa, Sarah Ferguson. Ambos se dirigen al castillo de Balmoral, la mansión de verano de la reina Isabel II. Es la primera vez desde 1992 que la monarca invita a Ferguson a quedarse allí.

Desde hace 15 días los titulares de la prensa internacional repiten constantemente un nombre: Sarah Ferguson. Tabloides, diarios respetables y revistas de todo el mundo afirman que la duquesa de York y el príncipe Andrés están juntos de nuevo, e incluso que piensan volver a casarse. 

El rumor apareció hace dos semanas, cuando los duques de York salieron juntos del aeropuerto de Aberdeen camino al castillo de Balmoral, donde la reina los esperaba. Ferguson no había pisado el lugar desde 1992, cuando se separó del príncipe. Por eso, que Isabel II invitara a la exesposa de su hijo a su mansión de verano, para muchos significó su bienvenida de nuevo a la familia. Pero aunque la reconciliación sea verdadera, que la formalicen con un nuevo matrimonio es casi imposible.

El príncipe Andrés y Sarah se conocieron cuando eran niños. El padre de Ferguson era un militar de la aristocracia británica y, en su biografía, ella recuerda que jugaba con su futuro esposo cuando iba a los partidos de polo de su padre. Se reencontraron casi 20 años más tarde y Ferguson no dudó en dejar a su novio de entonces, el piloto de Fórmula 1 Paddy McNally, por el príncipe Andrés. En 1986 se casaron con toda la pompa digna de la realeza: la boda, de casi 2.000 invitados, se celebró en la abadía de Westminster y Ferguson usó un vestido de seda con un velo de más de 5 metros de largo, bordado con la inicial de su esposo. 

Pero la dicha les duró poco: Ferguson ha dicho que tan solo dos semanas después de casarse, Andrés comenzó a viajar por trabajo con tanta frecuencia que apenas se veían 30 días al año. En 1992 anunciaron su separación y el divorcio se hizo oficial en 1996. Durante esos años los duques de York protagonizaron cientos de titulares, pues la relación terminó cuando se publicaron unas fotos de Ferguson asoleándose junto al tejano Steve Wyatt, un magnate del petróleo. 

Poco después, otras imágenes comprometedoras salieron en el Daily Mirror: Ferguson y otro tejano adinerado, John Bryan, aparecían disfrutando de sus vacaciones en el sur de Francia. El detalle estaba en que la duquesa no llevaba la parte de arriba de su bikini y Bryan le chupaba los dedos de los pies. Cuando el tabloide publicó las fotos, Ferguson estaba en el castillo de Balmoral con el resto de la familia real. Al día siguiente los consejeros de la corona le recomendaron que se fuera y no volvieron a invitarla hasta hace unos días. 

Aún después del divorcio Fergie, como la llaman, siguió protagonizando situaciones vergonzosas. La peor, sin duda, ocurrió cuando el periódico británico News of the World la grabó mientras le decía a un supuesto inversionista indio que a cambio de dinero le presentaría a su exesposo, para que este lo ayudara con sus negocios. En ese momento, el príncipe Andrés era el embajador de comercio e inversiones del Reino Unido. 

La duquesa fue a cenar con el hombre, que resultó ser un periodista disfrazado, y le pidió 40.000 libras en efectivo, que recibió, y otras 500.000 que debía entregarle cuando hiciera el contacto con su ex. En la grabación se le oye decir: “Si tu te ocupas de mí, Andrés se ocupará de ti”. Según la casa Windsor, el príncipe no tenía idea del trato y la misma Fergie lo confirmó. Su excusa es que en ese momento supuestamente estaba borracha y en la quiebra. 

El príncipe Andrés tampoco ha estado exento de escándalos. Algunas de las amantes que tuvo después de Fergie no encajaban en los estándares reales, como Denise Martell, una exmodelo de Playboy. Desde joven el príncipe siempre se caracterizó por sus romances excéntricos: salía con una hermosa bailarina a la que dejó por la actriz norteamericana Koo Stark, pero también terminó con ella cuando se supo que había aparecido desnuda, en una escena lésbica de una película.

Andrés tuvo su buena dosis de novias y fiesta y, al parecer, después del divorcio decidió volver a su vieja rutina. Courtney Love contó en una entrevista que el príncipe apareció en su casa una madrugada con ganas de fiesta y que había ido a Hollywood “en busca de mujeres”. Además, la prensa todavía lo critica por su amistad con el millonario Jeffrey Epstein, acusado de explotación sexual de menores. De hecho, hay fotos en las que el príncipe aparece agarrando por la cintura a una de las adolescentes involucradas en el caso. 

A pesar de sus listas de amantes y los 17 años que llevan divorciados, los duques de York siguen viviendo bajo el mismo techo, en Windsor Great Park. La relación parece ser totalmente amistosa, según fuentes cercanas a la expareja que aseguran que se tienen mucho afecto y son excelentes padres. Muchos dicen que siguen viviendo juntos por sus hijas, Beatriz y Eugenia. Pero como el príncipe sigue ocupándose económicamente de su ex, también se especula que Ferguson no se ha marchado porque no tiene a dónde ir. Ella ha dicho en más de una ocasión que “ha debido luchar por su matrimonio” y que Andrés es su “alma gemela”. 

La forma como se llevan hoy en parte explica por qué los duques podrían estar de nuevo cerca del matrimonio. Pero para los expertos, esa posibilidad es remota. Phil Dampier, periodista especializado en la realeza británica, dijo a SEMANA que “al príncipe Felipe no le agrada Fergie por los escándalos de los años noventa, que dejaron muy mal parada a la monarquía. Se vuelvan a casar o no, nada va a pasar mientras Felipe siga vivo”. 

Aparentemente, antes de esa fatal década, el duque de Edimburgo y Ferguson eran muy cercanos. Sin embargo, las indiscreciones y entrevistas que ella dio a la prensa, particularmente sus confesiones en el programa de Oprah Winfrey y la autobiografía que publicó, hicieron que el príncipe consorte cambiara de opinión. 

Los rumores han sido suficientes para que vuelvan a surgir los pasados oscuros de Andrés y Fergie. Y eso es lo último que quiere la monarquía, justo ahora que está disfrutando de una época dorada gracias a su nueva pareja perfecta, Kate Middleton y el príncipe William, y al nacimiento de su primer bebé. Su boda, de hecho, es otra señal de que Ferguson no está de vuelta en el círculo real, pues no estuvo entre los 1.900 invitados ese día. Para el bautizo del príncipe George, que se celebrará próximamente en el palacio de Buckingham, sería raro que recibiera una invitación.
 
Las apariencias son esenciales cuando se trata de la realeza, por eso, cada paso debe estar bien medido. John Watkins, historiador especialista en la monarquía de Inglaterra, explicó a esta revista que, “aunque las separaciones dañan el prestigio de la realeza, una reconciliación también podría hacerlos quedar como una familia caprichosa e inestable”. Sería mejor para todos, entonces, que los rumores sigan siendo solo eso y los duques continúen con su divorcio perfecto.