ENTREVISTA

La mujer detrás de las terapias más innovadoras contra las fobias

Desde hace 12 años Mariana Samper ayuda a pacientes con enfermedades psicológicas como depresión, ansiedad y fobias como el miedo a las alturas, miedo a volar en avión o temor de hablar en público a través de terapia de realidad virtual.

24 de octubre de 2017
Mariana Samper nació el 14 de junio de 1980 en Bogotá. | Foto: Danilo Costa Cangucu

Mariana Samper nació el 14 de junio de 1980 en Bogotá. Creció en el seno de una familia conservadora que siempre motivó su creatividad. Quería estudiar medicina o arte. Finalmente se decidió por la psicología. Estudió en la Universidad de McGill (Canadá) y se graduó con honores. Como parte de su especialización en psicología clínica trabajó en un hospital psiquiátrico investigando por qué causas no funcionaba el medicamento que les daban a pacientes con cuadros de esquizofrenia, trastorno de la personalidad y depresión.

Hace 12 años decidió regresar a Colombia. Trabajó con el reconocido médico bioenergético Santiago Rojas y tiempo después montó su propio consultorio. Desde entonces ayuda a pacientes con enfermedades psicológicas como depresión, ansiedad y fobias como el miedo a las alturas, miedo a volar en avión o a temor de hablar en público a través de terapia de realidad virtual. Su trabajo se ha destacado por ser la primera persona en traer un simulador virtual con fines médicos. Actualmente estos simuladores están en México, Brasil y Argentina. En Colombia se encuentra uno en su consultorio.

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SEMANA: ¿A qué le tiene miedo?
Mariana Samper: Al mar pero navego.

SEMANA: ¿Qué le gusta hacer cuando no está trabajando o compartiendo con su hija Sofía?
M.S.: Me gusta salir a caminar. Meterme en tiendas de libros o anticuarios. Tomar café en terrazas y mirar qué restaurantes nuevos hay. Me encanta ese plan cuando estoy sola.

SEMANA: ¿Qué hace para cuidar su salud mental?
M.S.: Duermo nueve horas. A las ocho de la noche ya estoy en la cama. Trato de comer bien y trato de ejercitarme. De vez en cuando voy a que me hagan un masaje o a un baño turco.

SEMANA: ¿Cómo se ejercita?
M.S.: Si tengo una hora libre voy a Cyglo donde mi hermana es instructora. Hago mínimo una hora de ejercicio al día.

SEMANA: ¿Qué le gusta comer?
M.S.: La comida colombiana costeña me fascina, muero por un bollo pelado con suero, una arepa de huevo o una carimañola de queso. Podría desayunar almorzar y cenar cebiche de caracol, camarón y pulpo con cola román. Me fascina la posta negra cartagenera con arroz de coco y el cariño con que lo sirven en esa región.

SEMANA: ¿Cuál es su propósito?
M.S.: No lo sé. Creo que para saber eso hay que olvidar todo lo que se ha aprendido. Estoy en ese proceso...

SEMANA: ¿Qué la enoja?
M.S.: Ya no me enojo con tanta facilidad y si me enojo es porque me duele. Pero me molesta la falta de civismo y las malas maneras.

SEMANA: ¿Qué le gustaría cambiar de usted misma?
M.S.: Me gustaría optimizar mi entorno, sacar mejor provecho de todo lo que me rodea, tener metas más claras y definidas.

SEMANA: ¿Cuál es su mayor virtud?
M.S.: Tengo buena capacidad de soltar el pasado y no guardar rencor.

SEMANA: ¿Qué la motivó a estudiar psicología?
M.S.: En mi casa siempre había un cuarto donde se arreglaban cosas. Mi papá tiene una empresa de sistemas para oficina, pero él siempre arreglaba por hobbie todo lo que se dañaba, desde un tacón hasta una mesa. Y a mí me llamaba mucho la atención eso de poder arreglar algo, me interesaba cómo el cuerpo se desencaja y cómo podría regenerarse o sanarse. 

SEMANA: ¿Cuál fue esa enseñanza de sus padres que la ha llevado a lograr lo que ha alcanzado?
M.S.: Mi madre es un ejemplo a seguir porque me enseñó que más que talento se requiere de disciplina y constancia. Mis padres siempre han sido personas muy amorosas. Han sido un ejemplo de familia, mi hermana es un ejemplo de mamá. Y aunque a veces uno no alcance esos estándares, el referente siempre está.

SEMANA: ¿Cómo fue la experiencia de trabajar en el hospital psiquiátrico?
M.S.: Siempre hubo mucha presión. En el instituto había niños y adolescentes que no podían estar ni en sus casas ni en sus colegios. La idea era poder rehabilitarlos para que lograran volver a sus hogares o asistir a un colegio de niños con necesidades especiales. Lo último que queríamos era que tuvieran que ser internados.

SEMANA: ¿Cómo ayudaban a los niños que llegaban al hospital?
M.S.: Había una chiquita con depresión severa, otro con dejes esquizofrénicos y una niña con trastorno de la personalidad súper severo. Todos entraron en remisión para que los siguieran tratando. Recuerdo que lo que hacíamos era utilizar herramientas para conectarlos con ellos mismos y con su propósito. Por ejemplo, la niña con trastorno de personalidad quería ser bailarina entonces tratábamos de que se conectara con ese deseo. Muchas veces los pacientes dejan de ser personas y se convierten en el diagnóstico. Es decir, ya no era una niña que quería ser bailarina sino la niña con trastorno de personalidad.

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SEMANA: Después de que terminó sus estudios le ofrecieron trabajar en el hospital, pero usted decidió regresar a Colombia. ¿Por qué?

M.S.: En el hospital aprendí mucho de esquizofrenia pero ya no me dedico a eso porque durante todo el tiempo que investigaba en el hospital descubrí que había alternativas y métodos de tratamiento en la ansiedad, la depresión y las fobias, que es en lo que me especializo ahora. Quise volver a Colombia y hacer algo nuevo acá. Cuando encontré el simulador de fobias me di cuenta de que era algo distinto. Por ejemplo, con el miedo a volar lo que se hace en la mayoría de las terapias es llevar al paciente a un avión o que se imagine que vuela. Y estos métodos no tienen resultados de mejora del 100 por ciento. Con la terapia de realidad virtual una persona que empiece y termine el tratamiento pierde el miedo a viajar en avión. De 15.000 consultas casi todas han sido exitosas… Ahora, la terapia va acompañada del tratamiento cognitivo comportamental, que no es nueva, pero al unir ese conocimiento con tecnología tienes una ventaja.

SEMANA: ¿Ha encontrado algo que tengan en común sus pacientes?
M.S.: En la mayoría de los casos en los que no hay una psicosis que afecte las estructuras cerebrales y neurotransmisoras, se trata de personas que no pueden conectar la cabeza, las emociones y el corazón. La mayoría de mis pacientes tienen desesperanza aprendida más que una depresión endógena. Los pacientes de Colombia con depresiones severas son muy escasos. Sin embargo, los síntomas son parecidos: No quieren dormir, no quieren comer, no quieren vivir, todo lo ven negro.

SEMANA: ¿Por qué las personas llegan a este punto?
M.S.: Las personas empiezan a sufrir episodios de depresión cuando se desintegran, cuando no pueden conectarse con ellos mismos o con Dios, cuando se alejan de su propósito, de su esencia. La gente no tiene que vivir un choque muy fuerte para caer en esto, para caer en la depresión no hace falta una enfermedad o un episodio violento. A veces son cosas muy sutiles.

SEMANA: ¿Qué experimentan las personas cuando están en las terapias de realidad virtual?
M.S.: Experimentan la vivencia exacta. Por ejemplo, las personas que tienen miedo a volar experimentan la sensación real de estar en un avion de verdad. En general esta terapia supone experimentar las mismas sensaciones fisicas y emocionales. 

SEMANA: ¿Cuál ha sido el paciente que más le ha impactado?
M.S.: Hay una mujer que me manda un regalo cada fin de año diciendo ‘Doc, sigo viva’. El esposo la encontró en el baño en su segundo intento de suicidio. Ella ya estaba siendo tratada con cinco medicamentos y no le funcionaba. Tenía una depresión muy severa… Después del tratamiento un día se despertó y me dijo ‘hoy tengo ganas de cocinar’. Eso es muy importante para una persona que no tiene ganas de vivir. También un día me dijo que cuando no puedes más, lo puedes todo. Eso me impactó mucho.

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SEMANA: ¿Le pareció duro ser mamá?
M.S.: Desde que mi hija nació hace cinco años trabajo solo medio tiempo para poder estar con ella cuando llega del colegio y no me cambio eso por nada. Tomamos onces, hacemos tareas juntas… Cuando haces las cosas desde el amor no sientes que es un sacrificio. A mí me gustan los retos y trabajo muy bien bajo presión por eso creo que funciona. De todas formas cuando ella se duerme yo me pregunto si lo hice bien. Ser mamá es algo que te enseña todos los días y a la vez es un privilegio. Sophia para mí es solo cosas buenas. Un hijo te recuerda que Dios existe.

SEMANA: ¿Cuáles son sus planes a mediano plazo?
M.S.: Quiero llevar mi terapia a otros lugares del país porque llevo 12 años solo en Bogotá. Quiero hacer otra maestría… El tema en el que me he enfocado tiene muchas posibilidades y no voy a parar.