Memorias
Sharon Stone confiesa los secretos de la picante escena de su vagina en Bajos instintos
Lo más jugoso del nuevo libro de memorias de la actriz, The Beauty of Living Twice, son los detalles del antes, durante y después de una de las secuencias más célebres en la historia del cine. Por primera vez revela que lo hizo engañada por el director de la cinta, Paul Verhoeven.
En 1991 Sharon Stone estaba a punto de los 33 años y sentía que la estaba dejando el tren para convertirse en una verdadera estrella en el competitivo Hollywood. De las 17 películas que había filmado, varias eran basura, según las describe ella misma.
Para colmo, su agente, Chuck Binder, le venía diciendo que no era sexi y sería cada vez más difícil que la contrataran. Esto la preocupó, pero encontró el mejor de los remedios: una sesión de fotos en Playboy, que se consiguió a través de contactos que hizo en las fiestas de la conocida mansión de la revista.
A las pocas semanas estaba en el casting de Bajos instintos, el thriller erótico que marcó una época y la convirtió en símbolo sexual. Pero ello no fue nada fácil.
Primero, Binder tuvo que violar con su tarjeta de crédito la cerradura de la oficina del director de reparto para robarse el guion, pues de otra manera no lo conseguiría.
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Apenas lo leyó, Sharon deseó con todas sus fuerzas el papel de Catherine Tramell, una psicóloga y asesina en serie, “porque sabía que tenía la inteligencia para hacerlo”, según narra en su nuevo libro de memorias, The Beauty of Living Twice.
Paul Verhoeven, director de Bajos instintos, ya había trabajado con Stone en Total Recall (con Arnold Schwarzenegger), pero el mánager tuvo que insistirle por ocho meses para que le diera una nueva oportunidad a Stone.
El renuente, en realidad, no era él, sino el protagonista, Michael Douglas. “¡Hey!, yo no era nadie comparada con él y esta era una película arriesgada”, cuenta la actriz, refiriéndose al alto contenido sexual de la cinta. “Recuerden, era 1992 y no hoy, cuando vemos penes erectos en Netflix”, puntualiza.
Verhoeven accedió a hacerle la prueba a ella sola, y luego de que 12 artistas no aceptaran el papel, Douglas finalmente accedió a actuar con ella.
En una reunión, terminaron hablando de cierto amigo en común, pero con opiniones divergentes. La conversación se acaloró, y Sharon retó al hijo de Kirk Douglas a salir a la calle a pelear. Michael aceptó, pero no hubo golpes y a la postre terminaron simpatizando.
“Supimos inmediatamente cómo encendernos los botones. Tenemos una bella relación”, asegura.
El rodaje no estuvo exento de más complicaciones. En la primera escena, como se recuerda, Tramell aparece matando con toda la sevicia a un hombre.
Ello obligó a Stone a darle fuertes golpes en el pecho al actor que lo representaba, cubierto por una prótesis, mientras fingía herirlo con un picahielos retráctil.
Debajo de la cama, un asistente bombeaba sangre artificial a borbotones, y el director gritaba: “¡Más sangre!, ¡más sangre! ¡Golpéalo! ¡Duro!”.
Cuando Verhoeven dijo “corten”, el actor no se despertaba, y Stone pensó que el mecanismo del picahielos no había funcionado y lo había matado.
La verdad es que le pegó tan fuerte que se había desmayado.
Por supuesto, el otro momento que no olvida es cómo se filmó la escena en que Tramell es interrogada por varios policías, entre ellos el detective Nick Curran, el rol de Michael Douglas.
Todos quedan inquietos cuando al cruzar y descruzar ella las piernas es visible que no lleva ropa interior.
Según lo cuenta Sharon en sus memorias, esta, que ha sobrevivido como una de las secuencias más célebres del cine, no estaba en el guion ni se dio por un acuerdo previo con el director, sino que fue un engaño.
En el set, los técnicos le dijeron que el blanco de su panti estaba reflejando la luz y eso arruinaba la toma, entonces le pidieron que se lo quitara.
“Sí, ha habido muchos puntos de vista sobre este asunto, pero como la dueña de la vagina en cuestión soy yo, los demás puntos de vista son mierda”, reflexiona la artista, quien solo vio la escena hasta que la invitaron a una audición del filme para agentes y abogados ajenos al proyecto, días antes del estreno.
Furiosa, le dio una bofetada al director y se fue a hablar con su abogado, Marty Singer, quien le dijo que la película no podría ser lanzada con esa escena sin su consentimiento y que su sindicato, el Screen Actors Guild, la respaldaría.
Pero al director eso no lo intimidó. “Yo solo era una actriz, solo una mujer. ¿Qué opciones podía tener?”, razonó Stone.
Entonces, pensó detenidamente. Recordó todo lo que había hecho para obtener el papel y que sabía la clase de película que era.
En últimas, aceptó que la escena quedara, “porque era correcta para la cinta y para el personaje; y porque, después de todo, yo la hice”, escribe en sus reminiscencias, en las cuales también evoca cómo, desde antes de su debut, Bajos instintos había desatado la locura entre el gran público.
El día del estreno contó con una cómplice inmejorable: la gran actriz Faye Dunaway. Cuando la proyección acabó, hubo un gran silencio.
“Faye me agarró y me dijo ‘no te muevas’, y no lo hice. Tampoco lo hizo Michael, que estaba delante de mí. Él miró a la derecha y a la izquierda, a los productores y a Paul. Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, la gente empezó a aplaudir y a aclamar. ‘¿Y ahora qué?’, le pregunté a Faye, quien respondió: ‘Ahora eres una gran estrella y todos pueden besarte el culo’”.
Efectivamente, el filme, todo un hit en taquilla, la consagró (ha tenido 41 postulaciones y 10 premios como actriz desde entonces), pero la renombrada escena le valió también burlas y desprecios.
Perdió contratos, y, en los Globos de Oro de 1993, cuando la anunciaron como nominada, estalló una carcajada general. En el libro esboza un posible porqué: “Quizá pensaban que yo era Catherine Tramell. Era lo que querían creer”.
Otro aspecto poco conocido de su paso por Bajos instintos es que su personaje se nutrió de un suceso horrible de su infancia, pues su abuelo materno, Clarence Lawson, abusó sexualmente de ella y de su hermana, Kelly, de 5 años. Sharon entonces tenía 8 y siempre sintió mucha rabia contra él y ella misma por no haber podido defender a Kelly.
“Permitirme procesar esa ira a través de Catherine Tramell fue liberador y creo que dejarles sentir a los espectadores ese sentimiento también fue terapéutico para ellos”, concluye.