Entrevista
Silvestre Dangond se confiesa en SEMANA: “Muchos me critican porque soy parrandero y bohemio”
Silvestre Dangond, que se presentará por primera vez en El Campín este 18 de mayo, revela en SEMANA qué les agradece a sus críticos, si volvería a la actuación y por qué se considera una joyita.
En pleno Festival de la Leyenda Vallenata, que este año llegó a su edición número 47, Silvestre Dangond, uno de los grandes exponentes de la llamada nueva ola de este género, conversó con SEMANA sobre su regreso a la música luego de un largo receso.
Lo hizo mediante el álbum Ta malo, con el que confiesa haberles contestado a los críticos que no le perdonaron que se apartara del folclor vallenato. El hijo favorito de Urumita, pueblo musical de La Guajira, habló también de su concierto en Bogotá en mayo y por qué siente que en otra vida fue cachaco.
SEMANA: Usted siempre está dando buenas noticias y esta semana precisamente estrenó canción con Carlos Vives, a quien llama su ídolo.
Silvestre Dangond: Estoy feliz. Desde que tenía 14 o 15 años, hubo muchas cosas que me unieron a Carlos Vives. Vivía en la plaza Alfonso López, de Valledupar, en el segundo piso de la casa del pintor Jaime Molina. Y Carlos se quedaba a cuatro o cinco casas. Tuve la oportunidad siempre de verlo. Recuerdo la primera vez que se presentó en la plaza Alfonso López, fue el primer artista que trajo al festival esos camiones llenos de producción. Ese día nos montamos con mi amigo Lucho Alonso, hoy gran médico cirujano y compositor de grandes canciones, como La indiferencia, en el tejado de la casa y casi nos caemos solo por verlo a él. Mi mamá hasta me regañó. Luego supe de él cuando grabó la novela Escalona y cuando hizo el video de Amor sensible, en el que yo fui uno de sus extras. Lo que menos me imaginé es que la vida me iba a premiar: ser el primer artista vallenato de la provincia con quien Carlos graba una canción.
SEMANA: Y parece que los recuerdos con Vives no son solo suyos, sino también de Pieri Avendaño, su esposa.
S.D.: Sí, ella un día me contó que cuando era joven perseguía a Carlos Vives en una cicla, cuando grababa la novela Escalona. Y yo le dije: “Pues, mira, no tienes a Carlos Vives, pero te tocó Silvestre”.
SEMANA: ¿Cómo recuerda esa época en que Vives modernizó el vallenato?
S.D.: Carlos nos quitó a muchos el miedo de avanzar, de poder decir: “Yo también quiero hacer algo diferente”. Y lo dice alguien a quien le han dado muy duro, porque me he salido varias veces de lo que es el folclor. Pero vi el ejemplo de Vives, él siempre se arriesgó. Creo que no debemos perder eso: que en cada álbum que grabemos haya una o dos canciones en las que combinemos el vallenato con otro género. Porque si algo tiene el vallenato es que es muy agradecido, le cabe todo, combina con todo y suena rico, sin que pierda su esencia de contar historias.
SEMANA: ¿Cree que ya está zanjada esa discusión del vallenato tradicional versus el vallenato más moderno?
S.D.: Esa discusión nunca se va a acabar. Desde la época de Alejo Durán está eso, ya los criticaban. El propio Diomedes grabó una canción que decía: “Ya los músicos de hoy no quieren grabar merengue”... Eso fue hace 30 años. Tenemos que aprender a vivir con eso, porque siempre habrá artistas que quieran hacer una evolución.
SEMANA: Hace unos días tuvimos en SEMANA a Iván Villazón, quien dijo que el vallenato se ha ‘reguetonizado’. ¿Está de acuerdo?
S.D.: Si escuchan mi álbum, es la mejor respuesta que puedo dar. Lo que pasa es que la gente no se está tomando la tarea de escuchar. Solo escuchan 15 o 20 minutos de alguna plataforma. Mi último álbum, por ejemplo, es el más vallenato que he hecho en mi carrera, grabé guaracha, paseo, música romántica, merengue, de todo. No estoy de acuerdo con esa afirmación. Hace poco estaba escuchando un casete en mi casa y decía que en ese formato la gente escuchaba todo un álbum porque no era práctico detenerse en una canción en particular. Y eso obligaba a escuchar un álbum completo.
SEMANA: Está hablando de su álbum Ta malo, que llega luego de una larga ausencia de la música.
S.D.: Ha sido lindo reconectar con la gente. Encontrar a un público que te apoya, sediento de ir a tus conciertos para cantar contigo. Y más con 22 años de carrera. Se me hacen cortos los conciertos, así esté tres o cuatro horas cantando. Este álbum me hizo sentir que valió la pena el receso, volver a sentir la adrenalina y los nervios, y engavetar el ego, porque te preguntas si de verdad la gente te va a apoyar.
SEMANA: ¿Por qué sintió necesaria esa pausa en su carrera?
S.D.: Después de la novela de Leandro quedé cansado física y emocionalmente. Me entregué mucho a ese personaje. No solo me puse en los pies de Leandro Díaz, sino en sus ojos. Este personaje me dejó muchas cosas bonitas, siento que después de esa novela soy otra persona para bien.
SEMANA: ¿Qué sabor le dejó la actuación?
S.D.: Fue algo que no busqué. Me habían ofrecido actuar muchas veces y nunca había querido, pero cuando me hablaron de Leandro Díaz dije: “Lo hago gratis”. Después de estudiar el personaje y su historia, entendí por qué siempre lo tuve en un pedestal, como un genio de la música.
SEMANA: ¿Y lo han tentado para volver a la actuación?
S.D.: Me gustaría regresar, pero de villano. Leandro fue un personaje demasiado lindo y se compaginaba mucho conmigo. Si vuelvo a la actuación, me gustaría ir por el lado contrario, alguien bien malo. Pero por ahora solo quiero cantar, cantar y cantar.
SEMANA: Llama la atención el nombre de este disco: Ta malo. ¿Será que quería sacarse una espinita frente a sus críticos?
S.D.: Últimamente, me he vuelto muy creyente del universo. Sé que Dios existe. Siento que necesitaba decirles a mis detractores, a esa gente que tengo en contra, ¡gracias! Y la única manera fue ponerle ese nombre a este álbum. En serio les agradecí, y quiero decirles que ellos han sido la mayor fuerza que he tenido en mi carrera, aunque sé que hay otra gente que ora por mí y le pide a Dios que me vaya bien en todos los sentidos. Uno siempre está sembrando y recogiendo. Yo sé que soy una joyita, pero también he sembrado bien.
SEMANA: ¿Por qué una joyita?
S.D.: Porque soy muy bohemio y me encanta la parranda, aunque soy responsable. Ahora mismo, por ejemplo, estoy en Valledupar y esto es un descontrol total.
SEMANA: ¿Siente que pudo cumplir el sueño de su papá, William Dangond?
S.D.: Uno viene a este mundo a complementar lo que otro comenzó. Soy consciente de que vine a terminar lo que en algún momento mi papá quiso hacer y no pudo. Porque lo sacaron de la música, por el apellido, porque el vallenato no era visto como hoy en día. Ser un artista vallenato hace 50 años era una grosería y yo vine a terminar la tarea, lo que mi papá no pudo hacer, su frustración.
SEMANA: Hace poco estuvo en Medellín. ¿Cómo fue llenar el Atanasio Girardot en la capital de la música urbana?
S.D.: Yo me entrego igual en un estadio, frente a 20.000 personas, que en una caseta. Uno de los momentos que más disfruto en la vida es cuando estoy en una tarima, nunca quiero parar. Y estar frente a un público masivo no hace la diferencia. SEMANA: A partir del 9 de mayo estará de gira por Estados Unidos.S.D.: Tengo casi dos años de no ir de gira en Estados Unidos. Cantar allá es especial. Ver el brillo de los ojos de la gente. Hay mucha nostalgia en ese público, van colombianos, ecuatorianos, venezolanos, con un gran sentido de pertenencia. Siempre quedo extasiado. SEMANA: Y el 18 de mayo llega a Bogotá, primera vez en El Campín. S.D.: A Bogotá la amo porque le entregué parte de mi vida. A Bogotá llegué por primera vez en 1998. Me bajé en la terminal y dije: “Esto es lo mío”. La ciudad me daba el toque que no hallaba en otro lado, me producía melancolía y alegría a la vez. Bogotá me dio calle, iba de Bochica al noroccidente, donde cantaba en varios edificios. Luego me montaba en un bus, rumbo a mi casa, detrás del Cementerio Central. Yo abrazaba mi guitarra y me dormía. Pero eso me formó. De pronto en otra vida fui cachaco.