Brooke Greenberg murió en Maryland, Estados Unidos, de una extraña enfermedad genética que le impedía evolucionar y envejecer. Nació prematura, pesó 1,84 kilos, no mudó sus dientes de leche y aunque tenía 20 años parecía de 2, edad en la que se detuvo su crecimiento. La adolescente, quien vivió rodeada de amor al lado de sus padres Howard y Melanie Greenberg y tres hermanas, tenía la capacidad mental de una niña de un año y pesaba siete kilos. Sólo el pelo y las uñas le crecían, pese a las hormonas de crecimiento que le suministraban los médicos, según un informe de la cadena ABC.
Brooke tampoco podía hablar, pero se valía de gestos para darse a entender, aunque “a veces se rebelaba como una adolescente”, expresaron sus hermanas. Una afección pulmonar detuvo su vida.
Sin embargo, al nacer parecía normal, excepto que poseía una cadera dislocada y por esto fue después intervenida quirúrgicamente.
Pese a la enfermedad, la eterna bebé “desarrolló un fuerte sentido de la identidad individual, amaba a sus padres y tres hermanas” y tenía una fuerza vital a prueba de fuego, pues durante los primeros 6 años pudo soportar varias cirugías que le practicaron para curarla de siete úlceras gástricas.
La niña fue enterrada en el cementerio de Baltimore, en un cofre que su familia guardaba de tiempo atrás, pues el médico Richard Walker les había prevenido siempre de una posible muerte precoz, según comunicó el Daily News.
Esta condición, casi única en el mundo, en que se detiene el envejecimiento, ha generado un nuevo enigma para la ciencia y comunidad médica internacional. A lo largo de su corta vida Brooke siempre fue asistida por varios expertos, pero ninguno pudo determinar con precisión la causa de la enfermedad. Por ello la diagnosticaron con “Síndrome X”.
Esta falencia también se conoce como 'el síndrome de Benjamin Button', que reduce o detiene el crecimiento de los niños desde una edad temprana, provocado por una mutación en el gen responsable del proceso de envejecimiento.
Otros cuatro casos similares de Síndrome X, en que el cuerpo se niega a crecer, se han registrado en el mundo: Nicky Freeman, australiano, de 40 años, atrapado en el cuerpo de un niño de 10. Gaby Williams, de 8 años quien pesa escasos 4 kilos y usa pañales. Gabriel Kay, de Montana, Estados Unidos, de 6 años, pero que aparenta uno, y una brasilera de 41 años, con rasgos de bebé, cuyo nombre se desconoce.
Según Walker, “esta extraña mutación detiene drásticamente el proceso de envejecimiento, haciendo que el cuerpo no se desarrolle como una unidad coordinada y las distintas partes de éste no se sincronizan.” Él añade que, “en caso de descubrir el secreto del mecanismo, los científicos podrían encontrar el 'interruptor' para desactivarlo, algo que probablemente no haría posible alcanzar la inmortalidad física humana pero que sí podría salvar al cuerpo de la senilidad y de las enfermedades de la vejez”.