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“Soy más feliz entrevistando a los humildes que a los políticos”: María Elvira Arango habla en SEMANA de los diez años de Los Informantes
La periodista había jurado no volver a la televisión, pero este programa la tiene contando historias desde hace una década.
El 27 de octubre de 2013 nacieron Los Informantes, en Caracol Televisión, con una promesa que han honrado hasta ahora cada domingo: tres grandes historias. Bajo la dirección de la periodista María Elvira Arango, se han contado 1.400 relatos, en 480 programas. Algunos, de famosos que muestran la otra cara que no vemos cuando no los alumbran los reflectores de la fama. Otros, seres ordinarios que se hacen extraordinarios al narrar su vida frente a las cámaras.
Lo sabe bien María Elvira, que esta semana fue la anfitriona de esta celebración, que reunió en Bogotá a algunos de los más importantes líderes de la política y el periodismo en Colombia; varios de ellos, los maestros que la han guiado en este oficio, en el que se inició muy joven, con apenas 19 años, cuando llegó al Noticiero 24 horas.
No pasó mucho tiempo antes de que terminara como presentadora junto a Adriana Arango. Ambas crearon la famosa era de ‘las Arango’. Luego hizo parte del equipo de Sábado Nuestro, de Caracol; en La FM acompañó las mañanas de miles de colombianos y luego llegaría a la mesa de trabajo de W Radio.
Formó parte de TeleNoticias, la primera cadena 24 horas de noticias en español para América Latina. Presentó el noticiero CM& y después la emisión de noticias de las 7:00 p.m. de RCN Televisión, cuando nacieron los canales privados.
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Había jurado no volver a la televisión, pero Los Informantes la cautivó desde que solo era un proyecto en ciernes. Y contando “tres grandes historias” ya completa, feliz, una década. De ese logro periodístico, María Elvira habló con SEMANA.
SEMANA: ¿Cómo celebra los 10 años de este hijo suyo llamado Los Informantes?
María Elvira Arango (M.A.): Me siento muy orgullosa y feliz y muy satisfecha de haber logrado armar un equipo de trabajo comprometido, lleno de mística y de ganas para cumplir esa promesa de hacer tres grandes historias cada domingo. Y también muy afortunada, porque ese equipo lo da todo para llegarles a los colombianos con buen periodismo.
SEMANA: Este programa apuesta por un tipo de periodismo que parece en vía de extinción: el narrativo, el de las crónicas y los reportajes…
(M.A.): Yo pienso que la gente siempre quiere escuchar una buena historia. No hay que subestimar a los miles de personas que aún confían en nuestro oficio, que necesitan estar bien informados y que les gusta que les echen un buen cuento. Creo que eso nos gusta a todos desde los orígenes mismos de la humanidad, que nos cuenten buenas historias. Detrás del programa hay un equipo que se dedica todo el tiempo necesario a hacer un trabajo riguroso de reportería, a hablar con las fuentes. El periodismo no se ha perdido y es importantísimo que quienes lo ejercemos lo defendamos sin más armas que la rigurosidad y la calidad.
SEMANA: Uno de los grandes aciertos del programa es que muchas veces logran poner agenda para el resto de la semana. ¿Cómo lo logran?
(M.A.): Es lo que uno quisiera. Que todos los domingos fuéramos los dueños de la agenda, o por lo menos uno de los tres temas del programa lo sea. Intentamos que la de abrir sea como la gran historia, la de impacto, la de coyuntura. E intentamos cerrar con una nota que nos invite a reflexionar o a reír. Y creo que esa mezcla ha sido chévere, nos ha servido para mantenernos en el gusto de la gente. Yo me imagino siempre a una familia sentada frente al televisor y en donde cada integrante de la casa escoge la historia que más le gusta.
SEMANA: ¿Cuáles han sido los personajes más complejos de tener en el programa?
(M.A.): Muchos. A varios llevamos tiempo persiguiendo, y aún no nos salen. Con muchos llevamos tiempo rogando. Pero, siempre digo en la redacción que sigo con la rodillera puesta. Gente que admiro y no hemos podido tener en el programa como Karol G, James Rodríguez o J Balvin. Hasta Evo Morales, el expresidente de Bolivia, que nos puso a voltear por el Amazonas en una avioneta, que yo decía ‘esto de milagro no se va a caer’, y nunca nos atendió. Pero, recuerdo una vez un jefe que tuve, para el que trabajé como productora, y me pidió que le consiguiera un personaje. Y no lo encontré. Y le dije: ‘es que está de viaje’. Y él me respondió: ‘¿Y allá no hay teléfono?’. Entendí que en el algún momento, algún día, así sea por cansancio, lo vamos a lograr. Así que, con la vela prendida y mucha insistencia, seguiremos detrás de los personajes.
SEMANA: ¿Qué lecciones del oficio cree que se han llevado los periodistas que han pasado por el programa?
(M.A.): Pues espero que se hayan llevado las mejores. A mí me han marcado los jefes que he tenido. Tuve el privilegio de trabajar junto a los grandes de este oficio. En el caso de Los Informantes, no aprenden de mí, sino del buen periodismo que se hace en el programa. Aquí se aprende el respeto y la gratitud hacia las fuentes, porque que una persona acepte, frente a una cámara y un micrófono, contarte una historia, merece toda la gratitud, así sea un criminal o una vedette. Se necesita generosidad para compartir tu historia con un desconocido. También les digo que este es un oficio que hay que tomarse en serio para que funcione, que se hace de manera profunda, no buscando en Wikipedia. Lo otro es que acá no tenemos fuentes, así que un periodista debe tener la flexibilidad de poder entrevistar hoy a la alcaldesa de Bogotá y mañana a la señora más humilde. Eso te da un reto enorme como profesional. Me siento orgullosa que todos en el programa practicamos esa misma religión.
SEMANA: En Los Informantes sientan por igual al famoso que al desconocido, esa gente que puede parecer ordinaria, pero tiene una vida extraordinaria…
(M.A.): Soy más feliz entrevistando a los segundos, a la gente más humilde que a los políticos. A mí la política me cuesta mucho trabajo. Me cuesta seguir ese ritmo. Me encanta por el contrario sentarme con la señora que va a salir en la próxima edición: vive en una finca y dice que tiene cuatro hijos a los que sabe que nunca les podrá pagar la universidad, pero que tampoco quiere verlos con el azadón en la mano y criando gallinas. Por eso, con dolor de madre, a todos los mandó para el Ejército, en un país tan violento como Colombia. El día que la entrevisté me dijo: ‘se que, a pesar de los riesgos, podrán estudiar una carrera y profesionalizarse y cumplir los sueños que yo no tuve’.