Sin Filtro
“Su hijo va a quedar vegetal”: Zion Hwang y el sueño de baloncesto que terminó por un accidente
El joven artista, que llegó por accidente a nuestro país hace una década, se destapó en Sin Filtro, el nuevo videopodcast de SEMANA. Esta es su historia.
Nadie es profeta en su tierra y esa es la historia del coreano Zion Hwang, quien por cosas de la vida llegó a Colombia a estudiar español, tras aburrirse en otros países donde intentó hacer su vida.
Aunque en este momento es reconocido en nuestro país por haberse convertido en un importante influencer y cantante música popular, su vida no fue fácil en Corea y hay varias historias desconocidas sobre lo que tuvo que pasar antes de que llegara a Colombia.
En sus redes sociales han conocido un Zion amable y que ama nuestro país por todo lo que ha vivido y los sueños que ha cumplido, pero antes tenía otros que se truncaron por cosas de la vida.
Antes de hacer un recorrido por varios países, Zion estuvo en China, donde fue enviado por sus padres para aprender mandarín. Allí conoció el baloncesto, deporte que se convirtió en su sueño y quería ser profesional.
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Practicar ese deporte le sirvió para superar episodios de depresión que padecía porque ‘se la montaban en el colegio’, así que se regresó a su país a buscar un equipo. “Jugaba baloncesto todo el día y llegué a Corea y empecé a jugar muchos partidos en la calle. El equipo nacional me eligió y fui feliz porque era el sueño de mi vida, me encantó cuando superé el tema del bullying”.
Sin embargo, estaba por ocurrir algo que le cambió la vida por unos meses: un grave accidente que casi lo deja cuadrapléjico. “Esa noche llegué feliz a la casa por lo que estaba pasando, Dios me regaló ese momento porque estaba en el equipo nacional y llegué a contarle a mi abuela, pero esa noche salimos a caminar, yo estaba chateando y ella se me perdió”.
Agregó: “yo empecé a correr para buscarla y un carro me atropelló, me partió varios huesos y cuando me llevaron al hospital les dijeron a mis papás que quedaría en estado vegetal. Mis papás lloraron mucho, oraron y gastaron un montón de plata para tener una buena atención”, contó en Sin Filtro de SEMANA.
Esa época fue bastante difícil, estuvo cuatro meses postrado en una cama e incluso debía hacer sus necesidades acostado. Por eso pensó que no tendría futuro alguno “yo empecé a llorar porque literalmente hacía chichi y popó acostado, pero después de cuatro meses, no sé cómo, empecé a mover el dedo y me pude mover. Cuando pasó eso me fui al equipo nacional de Corea, le dije al profe que ya podía moverme, pero me dijo que no me podía recibir, así que entré en depresión”.
Nunca supo por qué no lo recibieron de nuevo en el equipo, pero si lo hubieran hecho seguramente nunca hubiera llegado a Colombia. “Me encerré en la habitación durante una semana, estaba muy pequeño, y tuve malos pensamientos. No quería nada, pero mi papá me dijo que me fuera para Alemania a aprender otro idioma porque ya sabía inglés, coreano y mandarín. Llegué a Alemania y no me gustó, la gente es fría y me entró la depresión. Me arrepentí y le dije a mi papá que me devolvería, pero ahí me dijo que me fuera para Colombia y me mandó”.
Por eso llegó a la localidad de Engativá en Bogotá, donde empezó una nueva vida. “Es lo mejor que me ha pasado. Tuve una sensación increíble porque cuando la gente está estresada toma cerveza en la calle, pone música con los vecinos y se la quitan. Esa energía es bonita y me enamoré de esas cosas, la depresión quedó atrás y me dieron ganas de vivir. Por eso llevó más de ocho años porque me enamoré de Colombia”.
Aunque pensó que sin el baloncesto no haría nada en su vida, en Colombia conoció una nueva faceta en la que se metió gracias a amigos que conoció en el país. “Yo esto tan enamorado de Colombia, yo amo tanto a Colombia y estoy tan agradecido, es porque Colombia me salvó la vida. La gente, la energía me sirvió para todo lo que he hecho”, dijo en Sin Filtro, el nuevo videopodcast de SEMANA.
Pero su vida siguió cambiando, conoció la música popular e increíblemente resultó cantando ese género musical a pesar de su acento oriental. Empezó a mover contenido por redes sociales y se ganó el cariño de sus seguidores.
“Después de tres años de vivir aquí. Me fui a una discoteca y me senté en una mesa, solo. No sabía bailar, pero me movía. Y nadie se me acercaba. Después, pedí una botella de trago. Y nada. Y me fui decepcionado. Me pregunté por qué la gente no se acercaba. Supuse que pensaban que no hablaba español. Después de eso, empecé a escribir letras de canciones en un cuaderno. Primero de reguetón y luego de despecho, como Aventurera y Dulce pecado. Cuando volví a las discotecas, cantaba y la gente se dio cuenta de que si hablaba español y se acercaban. Al comienzo creían que era chino, yo les aclaraba que era coreano”.
Ese talento se le despertó en nuestro país, de hecho reconoce que solo cantaba en la ducha y que sus padres siempre le dijeron que no sería cantante y mucho menos un influencer.
“Mis amigos me enseñaron cómo grabar videos. Mi familia no lo creía: me decían “eres feo y no eres gracioso”. Pero mis amigos me obligaron, Yefferson y Cintia Cossio. A mí me daba pena hablar frente a una cámara. El primer video que hice fue sobre la changua. Y me gustó. Yo tengo orgullo ‘lolo’, me gusta la changua. Ahora me quito el guayabo con eso”.
Ya lleva una década en Colombia, ha lanzado tres canciones: ¿Culpa de quién?, Infiel, y Costumbre, canciones de música popular que ha convertido en virales y que cada día lo tienen más cerca de los grandes exponentes de este género. De hecho, en este 2024 hará una gira para cantarles a sus seguidores y contó con quiénes podría compartir tarima.
No hay duda de que este coreano es más colombiano que cualquiera y que su talento está conquistando a los amantes de la música de despecho. Además de cantar, se convirtió en influencer y también entró al mundo de la gastronomía a través de un restaurante que montó en Usaquén y que por poco debe cerrar por cuenta de la pandemia. Allí conoció a su novia colombiana Stephanie Fernández.