TELEVISIÓN

Detrás de la niña

La guionista Juana Uribe y la actriz Ana María Estupiñán hablan de ‘La niña’, una serie basada en una historia real que aborda el tema de los menores en el conflicto armado y la reinserción.

7 de mayo de 2016
Juana Uribe supo que la historia le exigía narrar con tacto y veracidad. Ana María Estupiñán interpreta a Belky en la serie | Foto: Cortesía Caracol TV

Desde que interpreta a Belky en la serie La niña, Ana María Estupiñán ve de manera distinta a su sobrina. El papel le abrió los ojos y ahora sabe de primera mano cómo los menores entran a un conflicto armado y terminan de peones en medio de la barbarie. “La serie me mostró lo mucho que ignoramos a los pequeños”, confesó la joven actriz a SEMANA. Por su parte, Juana Uribe, gestora y guionista de la serie, concuerda con ella. Se pregunta a manera de mea culpa dónde estaban la sociedad y ella mientras, por abuso de los grupos armados ilegales, más y más niños se integraban al combate.

Hoy ambas están haciendo algo al respecto. Desde su oficio y el de sus colegas están tocando el tema para llevarlo a millones de colombianos. Aspiran así a ayudar a quebrar el círculo vicioso que por tanto ha alimentado la violencia en Colombia, en el que niños reclutados para luchar una guerra absurda, que abusa de ellos, crecen en medio de la desconfianza y la desazón y suelen replicar la violencia que reciben. “Obviamente, si no hay perdón, nada va a cambiar y nuestros niños seguirán creciendo con ese rencor”, concluyó Estupiñán.

Por eso, la historia que Uribe escogió contar, que la llevó a escribir televisión después de seis años de actividad directiva, toma el punto de vista de una niña de carne y hueso que vivió la guerra y ahora busca hacerse a su lugar en la sociedad. Uribe considera importante que se entienda que un niño en el conflicto no es un guerrillero, ni es un paramilitar: es un niño. Con esta idea clara en su cabeza capoteó las críticas previas al estreno que le reprochaban que después de una etapa de ‘narconovelas’ ahora se apuntara a glorificar guerrilleras. “Si le daban una oportunidad al sentimiento, podía ser exitosa. Parece que así ha sido”, afirma la guionista.

La historia llegó a manos de Uribe cuando Alejandro Éder, entonces director de la Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR), visitó el canal Caracol. Este les expuso las muchas acciones de la agencia e ilustró los esfuerzos de civiles y de empresas para dar una nueva oportunidad a los miles de colombianos que optaron por reinsertarse en la vida civil. Mencionó que detrás de estos hombres y mujeres, y niños y niñas, había historias impactantes. A Uribe le llamó la atención el caso de una pequeña que la guerrilla se llevó a los 8 años, los militares capturaron a los 14, y luego decidió validar su primaria y bachillerato. Ahora, en sus 20, trabaja para pagarse sus estudios de medicina en una universidad privada.

Uribe quedó enganchada. Le insistió a Éder una y otra vez que le diera el contacto de esta mujer, pero respondía que ella todavía no tenía claro si quería compartir su historia. Pasó un tiempo hasta que un día Uribe recibió el teléfono de ‘la niña’. La llamó y le propuso charlar. Ella aceptó, no sin antes confesar que había investigado por esa señora tan interesada en conocerla.

Se reunieron, y lo que escucharon Uribe y un par de directivas del área de programación las dejó sin palabras. “Conocíamos la historia de superación, pero hablando salió mucho más. Me contó todo lo que le pregunté. Y nos impresionó que a su edad sigue mirando como niña, una muy inteligente. Hablaba como una persona fuera de lo común y con una gran capacidad para expresarse”.

Como la mayoría de los colombianos, que saben que se libra una guerra a lo lejos, resultó impactante conocer y dimensionar a una de sus participantes. Uribe imaginaba una campesina sin estudios o formación y se encontró con alguien hábil con la tecnología, con formación militar, con un bagaje que desbordaba su idea. Y aun así, algo le resultó evidente: “Para mí ella contaba la historia de una niña, no de una guerrillera”, asegura.

Gonzalo Córdoba, presidente del canal, le pidió a Uribe escribirla. Ella no vaciló, reconociendo que cualquier decisión narrativa podía llevar al colapso del proyecto en el escenario tan polarizado que vive Colombia. Pero ante todo, Uribe se subió al proyecto porque sentía una gran responsabilidad con esta mujer que le había abierto su vida de par en par: “Uno no puede coger una historia así y banalizarla. No la puede minimizar. Ella, que tiene todos los motivos para no confiar en nadie, confió. Y fallarle, salirle con un chorro de babas no era una posibilidad”.

Parte de ese respeto la obligó a tomar decisiones críticas. Si bien era delicado contar que cuando el Ejército la capturó, el general a cargo de entregarla abusó de ella sexualmente, no dudó en que un episodio tan fuerte tenía que aparecer. Uribe explica que el público debe asumir su cuota de madurez, y entender que “no es un ataque contra el Ejército. Un general entre muchos que obró mal, no habla de todos”.

Afortunadamente, la audiencia está respondiendo desde el corazón y la razón. La niña supera a una fuerte competencia del canal RCN, que a esa hora apuesta por una historia con personajes heroicos y actores de renombre. También ha salido ilesa de las redes sociales. En ese escenario Uribe ha comprobado que jóvenes y madres se identifican y viven la historia. Pero no es mérito solamente suyo. Ana María Estupiñán, Sebastián Eslava y el elenco han descrestado con su actuación, mientras que la producción de CMO y la dirección de Rodrigo Triana han sumado enormemente.

Y así parezca un tema menor, la canción Te invito del grupo Herencia de Timbiquí añadió un elemento clave: el tono. Apelando a uno de sus recursos de guionista, Uribe la escogió para guiar su escritura. La pieza no es romántica ni triste, pero tiene una carga de añoranza y empuje que encapsulan el espíritu y la intención de la historia.

Relatar una vida que todavía se desarrolla exige proyectar. Mientras hablaba con la niña, Uribe entendió que para los reinsertados el reto de vivir en sociedad era tan o más difícil que combatir. “No estamos preparados”, le decía ella. Por eso, “decidimos construir ese universo de la universidad, el que más ficción tiene para imaginarnos qué pasaría si al lado de un hijo de uno estuviera sentado un guerrillero que ha vivido algo así. Además, en una facultad de medicina, donde se habla de vida y muerte”.

Estupiñán asegura que interpretar a Belky la ha llevado a expresar varios y distintos niveles de tensión. Cambian en la guerra y en la vida civil, pero aun así considera que lo más interesante del rol y de su personaje es que “por encima de las dificultades, pone sus ganas de salir adelante, de lograr un futuro mejor, de tener una familia, y de querer sanar a muchos niños como su hermanito, que murió por descuido y mala atención. Tiene esa esperanza”. Si ella tiene esperanza, ¿cómo no contagiarse?