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Tiger: amores, novias y múltiples amantes
Earl, el padre de Woods, no solo crio al golfista más sorprendente de la historia sino también a un mujeriego enfermizo que solo hasta ahora estaba alcanzando el equilibrio.
No se puede hablar de la adicción a las mujeres de Tiger Woods sin mencionar muchas de las enseñanzas previas que su padre Earl le dio durante su vida. Una de ellas tuvo que ver con el problemas de la raza que en este caso el marcó una ruptura, pues aunque al comienzo podría haber cierta discriminación de que un hombre de raza negra lograra a su corta edad conquistar un deporte de elite, esto nunca fue un obstáculo en su carrera. El golf era un deporte para blancos, pero Woods poco a poco fue imponiendo su poderío. Así, fue el primer afroamericano en ganar el Másters de Augusta, el más elitista y racista de todos, del cual terminó adueñándose por doce años seguidos.
Earl también es culpado de conducir a Tiger a acallar las burlas e insultos racistas que recibía en pleno juego y eso terminó por ser otro grito que se le atragantó y terminó por estallar en sus excesos.De eso nadie se daba cuenta mientras que la Tigermanía subía como la espuma. A los 33 años, había ganado 70 torneos, entre ellos 4 de la PGA seguidos. Su condición de máquina de ganar se extendió al campo del mercadeo. Su marca llegó a ser valorada en 100 millones de dólares y se hizo inmensamente rico porque las firmas más reputadas querían que él fuera su imagen.
Avión privado, yates y, sobretodo, una familia junto a la linda Elin Nordegren, quien le dio a sus hijos Charlie y Sam, no pudieron liberarlo de sus frustraciones. Elevado al olimpo de la fama, se hizo muy amigo de otra gloria del deporte como él, Michael Jordan, con quien empezó a hacerse asiduo a Las Vegas, la ciudad del pecado. En los bares, clubes de strippers y sitos de prostitución de alto turmequé, al campeón lo dominaba la timidez. “No sé qué decirles a estas chicas”, le reveló a Jordan, quien le contestó: “diles que eres Tiger Woods”.
Según Michelle Braun, madame de uno de esos lugares, él podía contratar hasta diez prostitutas a la vez. ¿Alguna preferencia en particular? el siempre prefería las rubias y con tipo de colegialas. Una de ellas, Loredana Jolie, asegura en el documental que “él nos trataba como marionetas”.
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Cuando estaba en su hogar en Florida, tampoco podía contenerse e inició una relación con la mesera Mindy Lawton. Un fotógrafo del National Enquirer, el más implacable de los tabloides amarillistas, los pilló en cámara teniendo sexo en un garaje. Ante la amenaza de publicar el explosivo material, los representantes lograron que a cambio de no hacerlo, Tiger posara para la portada de Men’s Fitness, que ahcia parte a la misma editorial del Enquirer.
La lujuria se había apoderado de tal manera de Tiger, que no comprendió que en adelante le tocaba ser más precavido.La gente del Enquirer no le quitó el ojo y se enteraron de que, durante un torneo en Australia, él mandó a buscar a una de sus amantes, Rachel Uchitel. Un reportero de la publicación la siguió hasta la misma puerta de la suite de él y fue así como estalló el alboroto mundial en que quedaron al descubierto sus desenfrenos y mentiras. Cuando el Enquirer publicó la historia, para la opinión aún cabía la posibilidad de que fuera otra ficción de este magazín que dice lo que sea por vender.
Tiger hizo que Uchitel hablara con Elin y le aclarara que no había nada entre ellos. La esposa confesó luego que no le creyó nada y empezó a vigilarlo. El día de aquel primer accidente famoso de 2009, él se quedó dormido, ella tomó su teléfono, contactó a Uchitel y se hizo pasar por Tiger en mensajes de texto. La amante cayó, respondiendo a las frases cariñosas de Elin. Luego, le marcó y le dijo: “Sabía que eras tú”, contó la propia Uchitel en el documental.
Tiger entonces tuvo uno de los peores despertares de su vida, con Elin moliéndolo a golpes con los palos que lo habían llevado a la cima. Acto seguido, resultó que no eran dos ni diez las mujeres que habían pasado por su cama, sino entre 70 y 80, entre ellas, Jamie Jungers, Cori Rist y Jaimee Grubs. Todo se vino abajo para Tiger. Las marcas le cancelaron los contratos y se alejó del golf para rehabilitarse de la adicción al sexo.
Recuperado, volvió a ganar en Augusta, pero ahora la desgracia llegó por la vía de sus lesiones de rodilla y espalda. Las cirugías no lo liberaron de buscar alivio para el dolor en los opioides y se volvió dependiente de ellos, con las fatales consecuencias que se evidenciaron en su accidente de 2017.
Está por verse si el nuevo desastre en auto fue un “mero accidente”, como dijo el comisario, o es otro estallido de la tempestad interior que vive Tiger, por obra de la sombra de Earl y el odio a su inconmensurable fama.