TELEVISIÓN
La fiebre de Tiger King, la serie que revela el oscuro mundo del tráfico animal
Este documental, que a primera vista a nadie podría gustarle, arrasa en el mundo durante el coronavirus. Sus personajes de un mundo sórdido y lumpen de la América profunda practican poligamia homosexual, maltratan animales y hasta intentan asesinatos. Aun así, quien pase del primer capítulo no la suelta.
La nueva miniserie de Netflix tiene una mezcla de desapariciones, acusaciones de homicidio, adicciones, sexo y felinos en cautiverio. Le falta en sofisticación lo que le sobra en mugre y podredumbre, pero aun así se ha convertido en la más vista en la historia de esa plataforma. En parte por la cuarentena en el mundo, pero también por la extraña, absorbente e increíble historia de un grupo de excéntricos propietarios de zoológicos privados a lo largo y ancho de Estados Unidos.
Así, Tiger King: Murder, Mayhem and Madness, con sus siete capítulos, ha desbancado a Stranger Things, el producto más exitoso de la compañía de entretenimiento. Solo en Estados Unidos, en los primeros diez días, la vieron 34,3 millones de espectadores, tres millones más que la serie de los hermanos Duffer.
Los realizadores Eric Goode y Rebecca Chaiklin querían capturar en una serie el mundo de los animales en cautiverio en Estados Unidos para generar una acción política que detuviera ese negocio. Pero se enfocaron en el nicho de los felinos al encontrar el asombroso dato de que hay en cautiverio entre 7.000 y 10.000 ejemplares mientras en el mundo existen solo 4.000 en libertad.
Además, quedaron fascinados con el egocentrismo, narcisismo y otros rasgos patológicos de los personajes de este submundo. Entre ellos está Doc Antle, dueño de un safari de leones en Myrtle Beach, Carolina del Sur, que recluta vírgenes que luego convierte en esposas; Joe Allen Schreibvogel, quien se hace llamar Joe Exotic, un homosexual de 57 años, propietario del Greater Wynnewood Exotic Animal Park en Oklahoma, en donde vivía con 200 felinos y sus dos maridos; y Carole Baskin, de 58 años, fundadora del refugio Big Cat Rescue, un santuario en Florida para los felinos huérfanos confiscados a traficantes de fauna salvaje.
Foto: Para no perder el zoológico, Joe le traspasó la propiedad a su amigo Jeff Lowe (foto), otro de los que seducen con sus mascotas felinas. Pero Lowe lo traicionó y se quedó con todo.
Goode y su equipo decidieron enfocarse en el más colorido de todos: Joe Exotic, que no solo se proclamó ‘Rey Tigre’ en una ceremonia en la que hubo corona y capa roja, sino que alcanzó a lanzar su campaña a la presidencia de Estados Unidos en 2016. Luego abandonó esa aspiración para concentrarse en alcanzar la gobernación de Oklahoma, contienda en la que obtuvo el 16 por ciento de los votos.
El documental, sin embargo, se enfoca sobre todo en la rivalidad a muerte que Joe, de extraño corte de pelo y vestimenta estrafalaria, tenía con Carole Baskin. La pelea comenzó porque ella criticaba la manera como Exotic sacaba provecho de los grandes gatos. Y en efecto, el Rey Tigre sostenía su reino con el dinero de las entradas del público, aunque el mayor lucro venía del criadero de cachorros que vendía a 2.000 dólares ejemplar. Además, recibía dinero de sus discos de música country que, según se conoció, no grababa él sino un grupo al que le pagaba una miseria.
Pobres también eran los sueldos de sus ayudantes en el zoológico. La mayoría de ellos hacen parte del lumpen: exconvictos y jóvenes drogadictos como sus dos esposos, que aceptaban cualquier cosa, incluso sexo con Joe, por comida, techo y drogas. “No pueden visitar a sus familias y trabajan los siete días de la semana por virtualmente nada”, dice Goode.
Baskin, sin embargo, está lejos de ser la heroína de la historia. Esta mujer, que decora su casa con porcelanas de felinos y tiene un clóset lleno de ropa con impresiones de piel de tigre, también enjaula a los grandes gatos y no les paga a sus trabajadores, a quienes llama voluntarios. No obstante, su mayor problema es la sospecha de haber asesinado a su millonario esposo Don Lewis y luego darlo de comida a los leones. En efecto, en 1997 el segundo esposo de Carole, quien iba a divorciarse de ella, desapareció sin dejar rastro. Varios años después, tras declararlo muerto, la mujer recibió su fortuna calculada entre 10 y 20 millones de dólares. Luego se casó por tercera vez con Howard Baskin, quien hoy le ayuda a administrar el santuario.
Foto: Joe Maldonado-Passage cumple una pena de 22 años de prisión por haber contratado a un sicario para asesinar a Carole Baskin, su archienemiga. Él la acusó a ella de haber matado a su esposo.
En el documental, Joe, en numerosas ocasiones, la acusa de esa muerte y aparece en un video de música country titulado Here Kitty Kitty, para el cual contrató a una mujer parecida a Baskin, que posa frente a la jaula de un tigre con una bandeja sobre la cual hay una cabeza de utilería. Mientras ella alimenta a un tigre con pedazos de carne fresca, Joe canta “Aquí, kitty kitty, mamá tiene unas golosinas para ti”. El video tiene millones de vistas en YouTube.
La descarnada rivalidad terminó en un pleito que los Baskin entablaron contra Joe, que con los gastos de abogados y las cuentas de la fallida campaña a gobernador quedó en mala situación financiera. La cosa se complicó ante el fallo que favoreció a Baskin, por lo cual Joe debía pagar una suma millonaria. Ante esto, el Rey Tigre recurrió a la ayuda de Jeff Lowe, un viejo amigo criador de felinos que pagó condena por hacer negocios de animales sin licencia alguna. Para no tener que entregarle el zoológico a Baskin, Joe le traspasó la propiedad a Lowe con la idea de recuperarlo más tarde.
Sucedió otra tragedia: uno de sus esposos, Travis Maldonado, murió mientras jugaba con un arma. Poco después Joe se casó con Dillon Passage, de 24 años, y cambió su apellido por el de Maldonado-Passage, el primero en memoria de su difunto amor y el segundo en honor a su nuevo marido. Por esa época empezaron los rumores de que Maldonado-Passage había contratado a alguien para matar a Carole Baskin.
Aunque se proclamaba defensor de los animales, el rumor de que Joe había matado a tiros a varios de los felinos llegó a oídos de Lowe, quien lo sacó del zoológico. Según Goode, Joe nunca amó a sus animales porque “es imposible querer a 230 tigres”, dice. Les disparaba enfrente de la gente y solo quería sacar dinero de ellos. “Un dia mató de un disparo a una gallina solo porque hacía mucho ruido”, dice.
Lo anterior fue suficiente para que las autoridades de Oklahoma le abrieran un juicio. Joe, sin zoológico, dinero ni amigos, fue condenado a 22 años por intento de asesinato y maltrato y explotación de animales.
Joe Exotic siempre quiso fama, sin importar el precio. Hoy, gracias al éxito de la serie, la ha conseguido y según Goode, a pesar de estar enjaulado como sus felinos, se siente extasiado con esa popularidad mundial. “Recibe solicitudes para entrevistas y se cree una estrella”, dice Chaiklin. Incluso le envió una carta al presidente Donald Trump para que le otorgue el perdón, una opción que tienen los mandatarios en Estados Unidos. Trump ya lo ha hecho con un teniente que disparó contra afganos desarmados. Solo falta ver si se compadece de este personaje. En una rueda de prensa dijo que lo iba a pensar.
Por lo pronto, los realizadores están satisfechos con el resultado, pues la notoriedad de la serie ha puesto los ojos del Congreso en una ley para proteger a estos animales salvajes. Nunca imaginaron que el truco para lograrlo fuera mostrar esta historia que parece ficción. Según dicen, “si la hubiéramos presentado a Hollywood la habrían rechazado por poco creíble”.