Televisión
Todo queda en familia: ella es la hija de Bernardo Romero Pereiro, el creador de Señora Isabel, que se encargó de dar vida a ‘Ana de Nadie’
Jimena Romero heredó de su padre el arte de contar historias exitosas en la televisión. En SEMANA cuenta cómo ha sido el reto de escribir las escenas para su madre, Judy Henríquez, y su hermana, Adriana Romero, en la telenovela.
Han pasado 30 años desde la emisión de Señora Isabel, pero la vida se ha empeñado en poner a Jimena Romero frente a esta historia, una y otra vez. Primero, como la hija de un libretista de raza, Bernardo Romero Pereira, su padre y el creador de esa recordada serie que paralizó a los televidentes.
Jimena recuerda que en 1993, todos los jueves en la noche, en el país “no veías ni un alma en la calle”. Todo por cuenta de las dos producciones del momento: Café con aroma de mujer y Señora Isabel.
Y ella, con 23 años, tenía bien claro que parte de ese éxito de la hora prime se debía a sus padres, dos gigantes de la televisión: Bernardo, el escritor de Señora Isabel y director de la programadora Coestrellas, y Judy Henríquez, la protagonista, que desafiaba a Colombia con un papel polémico, el de una mujer casada y engañada que se enamora de un hombre mucho más joven.
“Para mí era muy difícil verla sufrir en la novela. Es que, como ella es una actriz maravillosa, lograba que se sintiera el conflicto muy real, y verla sufrir así me hacía sentir mal. Y que las hijas le hablaran tan feo daba rabia. Había noches en las que me negaba a ver la serie”.
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Señora Isabel es un relato de amor que, según Jimena, su papá abrevó del cine francés e italiano que vio mientras estudiaba en la escuela Cinecittà de Roma. “Allá descubrió un mundo de avanzada en donde las mujeres eran liberadas. Porque, con todo y que la liberación femenina había llegado a América, Colombia seguía siendo muy conservadora. Pero, él era un hombre muy feminista, que se rodeó de mujeres toda la vida, por lo que conocía muy bien el universo femenino. Y para él resultaba fascinante traer esas cosas disruptivas”.
Apostó y puso esa historia en la boca de todos. La escribió al lado de Mónica Agudelo, otra gran libretista, “y la prueba de la calidad de esta historia es que tres décadas después sigue tan vigente”, asegura Jimena.
Es que Romero Pereiro es una leyenda de la televisión en Colombia, creador de historias celebradas como Momposina, La potra zaina y Caballo viejo.
Por fortuna, los derechos de Señora Isabel quedaron para siempre en manos de la familia Romero. De ahí que Jimena ―que escribió a cuatro manos varias novelas junto a su padre― fuera la encargada de escribir casi todos los remakes que ha tenido la serie, salvo Si nos dejan, “justamente la que menos me gusta de todas”.
Con 25 años de carrera como libretista, escribió junto con su padre la primera adaptación. Se llamó Mirada de mujer y vio la luz en 1997. Ese remake, en México, tuvo también gran éxito y logró lo impensable: que TVAzteca, por primera vez, le ganara en audiencia a Televisa, hasta entonces rey indestronable de las telenovelas.
Luego, ya con su padre fallecido, escribió Victoria, en Estados Unidos, en 2007. Y ante la propuesta de RCN Televisión, también ha sido la ‘culpable’ de que ―en tiempos donde mandan las plataformas de streaming― los colombianos regresaran a la televisión abierta con Ana de nadie.
Reinventar una historia
Y esta de RCN ha sido una versión especial. No solo porque se trata de la primera adaptación hecha en Colombia, sino porque su madre, Judy Henríquez, hace parte del elenco, esta vez en la piel de Dolores, la mamá de la protagonista.
“Me encanta que ese papel haya quedado en manos de ella. Primero, porque es un gesto poético con la historia. Segundo, porque realmente ella se volvió famosa de joven haciendo papeles de mala. Y esos me encantan, sacan realmente su talento. Y tercero, porque mi madre es todo lo opuesto a Dolores en la vida real; ella jamás diría esas cosas porque ha sido, de alguna manera, feminista. Total, no fueron muchas las colombianas que en los años 60 se dedicaron a actuar. Eso habla de su talante”, asegura Jimena.
Otro reto interesante en esta versión ha sido transformar al personaje del marido infiel, que hace treinta años interpretó Álvaro Ruiz y que esta vez recayó en Jorge Enrique Abello. “Ese papel lo escribí con mucha carga de cinismo. Reuní en Horacio Valenzuela a todos los hombres que las mujeres hemos odiado en la vida. Todos esos exnovios miserables que uno tuvo”, relata Jimena.
Algo similar le sucedió con ese hombre joven del que se enamora la protagonista. Jimena regresa el tiempo atrás y recuerda que, a inicios de los años 90, Luis Mesa se destacaba como uno de los pocos actores jóvenes y talentosos con los que contaba el país. “Había hecho una novela previamente y la gente lo tenía muy referenciado. La gran diferencia es que Sebastián Carvajal (que interpreta a Joaquín Cortés en Ana de Nadie) agarró el personaje, por un lado, más inocente, tierno, dulce. ¡Es adorable! Y tiene una química con Paola fascinante. Y es tan lindo, que a las televidentes poco les importa lo que él diga. Solo quieren verlos besarse, amarse y ya”, comenta la libretista entre risas.
Pero, el verdadero desafío estaba en recrear a Ana Ocampo, la protagonista. “Cada versión que hago tiene el reto de modernizarse y de adaptarse a la época. Y cuando me contaron que la idea era que el personaje lo interpretara Paola Turbay, me pareció maravilloso. Porque entonces uno dice: si a una mujer que se ve como ella, divina, sexy, dulce, ¡todo el paquete completo! La deja el marido, qué podemos esperar las mujeres normales. Creo que esa es una de las cosas que ha hecho que la gente se identifique tanto con la novela”, reflexiona Jimena.
Para esta libretista, la historia también estaba llamada a reinventarse para mostrar la transformación de las mujeres y la manera en que encaran hoy sus relaciones. “Estamos viviendo una época en la que las mujeres se han puesto a sí mismas en primer plano para hablar abiertamente de sus rupturas y decepciones”, resalta Romero.
“Es que ese siempre ha sido el problema mayor de las mujeres latinas, el miedo a que el marido les va a poner los cachos. Y en Ana de Nadie hemos mostrado que eso no es normal, como tampoco que la mujer soporte esa situación solo por el qué dirán. También la idea ha sido hablar sin tapujos de las complejidades que vivimos las mujeres: el peso de los años, el machismo, la lucha contra la vejez, la menopausia, todo contado con mucha frescura. Y estoy segura de que esas dosis de realidad son lo que tiene a tantos colombianos pegados, como hace treinta años, a la pantalla del televisor”.