GENTE
La tristeza que viven los amigos de las víctimas de la masacre en Florida
SEMANA habló con la familia de Sofía Vargas, una estudiante que se cambió del colegio donde sucedió la tragedia porque sus papás se divorciaron. Desde que se conoció la noticia, la joven de 14 años no ha querido volver a estudiar.
El pasado miércoles, en el estado de Florida, las balas volvieron a llenar de terror los colegios estadounidenses. Nikolas Cruz, un joven de 19 años, abrió fuego en la escuela secundaria Stoneman Douglas de Parkland, de la cual había sido expulsado en años anteriores por mala conducta.
Esta vez volvió a la que había sido su escuela, pero a matar a 17 personas, entre adultos y niños, con un rifle AR-15.
Cruz ya había dado señales de alerta a través de las redes sociales y de comentarios que hacía, inesperadamente, a quienes conocía. Sin embargo, nadie previó el hecho.
En contexto: ¿Qué hizo Nikolas Cruz justo después de matar a 17 personas en una escuela de Florida?
Los testimonios de los sobrevivientes y heridos son dramáticos. Pero esta tragedia no solo ha tocado la vida de familiares o amigos cercanos a las víctimas sino también a ajenos, y de forma particular a quienes por hechos fortuitos no se encontraban en la escuela en el momento de la masacre.
Es el caso de Sofía Vargas, de 14 años, una joven que dejó de estudiar en la escuela cuando sus padres se divorciaron pero cuyos amigos aún asisten ahí.
"Si no nos hubiéramos divorciado, ella estaría en Stoneman Douglas. Hay mucha gente allá con la que creció, y una niña de las que murió hacía parte de su círculo. Eso la afectó muchísimo", asegura su padre Sergio Vargas.
Sofía asistió a la vigilia que se organizó en honor a las víctimas fatales que dejo el tiroteo. "Es muy duro. Ahora ella siente una depresión fuerte y no quiere ir al colegio. Le afecta, además, el hecho de saber que pudo ser ella".
La mejor amiga de Sofía logró salir ilesa, y su madre, quien trabaja allá, también. "Las dos está bien, pero Jamie, (Guttenberg), una de las víctimas y a quien conocía, no tuvo esa suerte. Era una persona muy feliz, muy amable, y una gran bailarina, talentosa. No merecía lo que le pasó".
Cuenta que se enteró de la tragedia por medio de las noticias e inmediatamente le escribió a sus conocidos. "Envié textos a mis amigos para saber si estaban bien, y solo me respondieron una hora después". También asegura que pese a que en las redes sociales se ha visto mucho apoyo, hay quienes se lo han tomado "como un chiste cuando no lo es", dice.
Finalmente sostiene que ante estos casos "no sabes bien qué hacer. Piensas que algo así nunca va a pasar tan cerca a casa y a gente que conoces. Es muy triste saber que ese colegio nunca será el mismo, ni el área que lo rodea ni nosotros", puntualiza.