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Un amor a prueba del tiempo y la distancia: Antonela Rocuzzo, la más grande victoria de Messi
La pareja lleva más de 25 años juntos. Se conocen desde niños y son almas gemelas. Ni la distancia ni tener orígenes distintos se interpusieron para pareja escribiera una de las historias de amor más bonitas del mundo del fútbol.
La historia de amor de Lionel Messi y Antonela Rocuzzo bien podría inspirar una película romántica. Todo comenzó en 1996, en la ciudad natal de ambos: Rosario, Argentina. Para entonces, el ahora campeón del mundo tenía 9 años, y la modelo argentina, apenas 8. Eran unos pibes...
Se vieron por primera vez al coincidir en unas vacaciones de verano en la casa de Lucas Scaglia Roccuzzo, amigo de Messi, que ya para entonces tenía un amor insobornable por el fútbol y soñaba con convertirse en jugador profesional mientras pateaba balones en las divisiones inferiores del Club Newell’s, uno de los dos más importantes de Rosario.
Al verla por primera vez, el astro argentino quedó enamorado de ella: piel canela, ojos vivaces, risa encendida. “¿Quién es?”, le preguntó Lionel a Scaglia. “Antonella, mi prima”, aseguró en aquel momento el amigo de Leo, como llamaban cariñosamente al 10 de la albiceleste cuando era chico.
A partir de ese encuentro, Lionel inventaba excusas para frecuentar a la familia Rocuzzo. Mientras, el amor por parte del futuro campeón del mundo iba creciendo y quedaba plasmado en cartas perfumadas en las que no ahorraba palabras para Antonela, pero que se reservaba para sí mismo temiendo el rechazo.
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Es que ella, en un comienzo solo lo vio como un amigo. “Lo que pasa es que éramos unos niños y yo no estaba pensando en novios en esa época”, le confesaría la modelo al diario La Nación de Argentina hace algún tiempo.
Lo cierto es que los dos crecían en hogares con realidades económicas distintas. Mientras ella, hija de los dueños de la cadena de supermercados Único de Rosario, estudiaba en el Centro Educativo Latinoamericano, un colegio elitista, y practicaba gimnasia rítmica en el Club de Gimnasia y Esgrima, él asistía a la escuela primaria N° 66 General Las Heras y solía pasar sus horas libres jugando fútbol en las calles y en el club Abanderado Grandoli, del barrio del mismo nombre, a pocas cuadras de su casa.
Era lo mismo que hacía el futuro campeón del mundo durante las vacaciones. Antonela, la mediana de tres hermanas —Paula, una abogada, y Carla, una doctora— solía en cambio vacacionar con los suyos Brasil, Cuba y Estados Unidos.
Así las cosas, sus caminos parecían no estar destinados a cruzarse.
En medio de los sentimientos que crecían en el corazón de La Pulga, llegaría el primer obstáculo que pondría a prueba su amor: el prometedor futbolista debía pasar su adolescencia a miles de kilómetros de Rosario, luego de ser diagnosticado con una deficiencia en una hormona del crecimiento.
Fue por eso que a los 13 años fichó por el Barcelona FC y se trasladó a España. Como parte del contrato, el club blaugrana aceptó pagar los tratamientos que necesitaba Messi.
Antonela se ennoviaría con un compañero de colegio. Pero, años más tarde, la tragedia volvería a unirla con Messi. Era 2005 y la mejor amiga de la joven falleció luego de ser atropellada por un vehículo cuyo conductor se encontraba manejando en estado de embriaguez.
La noticia dejó devastada a la modelo. Y esa tragedia coincidió con uno de los viajes de Messi a Argentina para compartir con su familia. Fue así como se enteró de lo sucedido y no dudó en buscarla para estar su lado y apoyarla.
Como debía continuar con sus responsabilidades, Messi retornó a España y ella se quedó en Argentina para terminar el Bachillerato en Humanidades y Ciencias Sociales, para luego estudiar Odontología en la Universidad Nacional de Rosario, que al final abandonó por centrarse en Comunicación Social, del que solo estudió un curso, porque ya para entonces se había enamorado del astro argentino y lo dejó todo para emprender juntos el mismo camino.
Con menos de 20 años cada uno, comenzaron su relación. Y ella comprendió que estar con Messi implicaba distancia y una férrea disciplina en el Barcelona FC, que obligaba al argentino a permanecer concentrado con el equipo del que en poco tiempo se convertiría en uno de los mejores delanteros de la historia.
Durante varios años, Messi —que siempre se ha caracterizado por ser un hombre reservado, de pocas palabras y alejado de escándalos personales— mantuvo en privado su situación sentimental. Y fue solo recién llegó a los 21 años, cuando ya jugaba en la primera división del FC Barcelona, que reveló en una entrevista al programa Hat Trick Barca, de TV 3, que se encontraba en una relación, aunque no reveló el nombre.
Ya para el Mundial de Sudáfrica 2010, Messi presentaba a Antonela Rocuzzo como su novia. Y la prensa deportiva y del corazón se acostumbraron a ver al 10 del Barsa con la bella argentina.
“Ella me conoce a la perfección, sabe cómo entrarme a cada momento y sobre todo en los malos. Es una persona que prácticamente no tiene días malos, que siempre está de buen humor y es una compañera espectacular”, aseguró el 10 de la albiceleste en una entrevista con Sport.
No pasó mucho tiempo antes de que Antonela se mudara con él a Casteldefels, en Barcelona, y el océano que los había separado desapareció para siempre.
Dos años más tarde de su reencuentro nació su primer hijo, Thiago, y en 2015 nació Mateo.
En junio de 2017, la popular pareja decidió dar el ‘sí’, pero no en Barcelona, la ciudad que vio crecer a Messi y convertirse en uno de los mejores jugadores del planeta, sino en Rosario, la ciudad en la que había comenzado esta historia de amor escrita con goles y triunfos.
Un año más tarde, llegaría al hogar de los Messi Ciro, su tercer hijo. Los tres y su madre son los más dulces y fieles hinchas del hombre que este domingo levantó la Copa del Mundo en Qatar.
Pero, sin duda, la más grande de las victorias del astro argentino fue haber conquistado para siempre el corazón de esa niña de Rosario de la que se enamoró a primera vista cuando era solo un chico que soñaba en convertirse en un grande del fútbol.