Especial Inteligencia Artificial
Así afecta la Inteligencia Artificial el empleo, la política y hasta los derechos humanos
El uso de la Inteligencia Artificial en Colombia ya es una realidad. Más allá de temores y expectativas, el país tiene el desafío de regular su uso y ampliar su acceso para que todos disfruten de sus beneficios.
El pasado primero de mayo, cuando los trabajadores colombianos conmemoraban el Día Internacional del Trabajo, en redes se encendió una polémica por cuenta de las imágenes difundidas por el Gobierno con las que invitaba a los ciudadanos a participar en las marchas. Diseñadores e ilustradores le reclamaron al presidente Gustavo Petro que las imágenes se hubieran hecho con Inteligencia Artificial (IA). Les parecía paradójico que, en una fecha en la que se reivindicaban los derechos de los trabajadores, se utilizara una herramienta tecnológica que puede acabar con miles de puestos en el campo de las artes y la cultura. Ante los fuertes reclamos, el ministro de las Culturas, los Artes y los Saberes, Juan David Correa, les dio la razón a los artistas y prometió dar el debate sobre el uso de la IA en el campo cultural.
No es la primera vez que ocurre una polémica de este estilo en el país. En mayo del año pasado, los fotoperiodistas del país alzaron su voz porque en un informe sobre la violación a los derechos humanos llevados a cabo durante las protestas de 2021, Amnistía Internacional utilizó fotos hechas con IA. La ONG internacional retiró las fotos, ofreció disculpas y en un comunicado afirmaron: “Queremos continuar el compromiso para asegurarnos de comprender mejor las implicaciones y nuestro papel para abordar los dilemas éticos que plantea el uso de dicha tecnología”.
Por esos mismos días, los abogados y académicos del derecho expresaron su preocupación cuando un juez reveló en un programa radial que había utilizado el programa de IA ChatGPT para emitir una sentencia a una tutela sobre el derecho a la salud de un niño autista. A todo esto, se ha sumado el malestar que existe en sectores del periodismo porque algunos medios ya generan noticias con programas de IA.
Estos ejemplos dan cuenta de que la IA no solo llegó a Colombia, sino que ya comenzó a transformar la vida de nuestra sociedad. Al respecto, Óscar Danilo Martínez, director de la Especialización en Inteligencia Artificial de la Universidad Javeriana, afirmó que “en Colombia la apropiación de IA comercial está permeando en grandes empresas con relativa facilidad, de igual manera las aplicaciones en teléfonos móviles para el diario vivir. En cuanto a investigación, las universidades y ciudades grandes están avanzando y desarrollando soluciones interesantes para los diferentes sectores empresariales”.
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Regulación y uso
Martínez explicó que la penetración de la IA no ha sido uniforme en el país porque esta tecnología no solo necesita de hardware sino de acceso a internet, “y es allí donde Colombia aún tiene bastante terreno por conquistar, pues solo el 38 por ciento del territorio, aproximadamente, tiene una conectividad estable y de velocidad aceptable, por lo que la adopción de la IA sí se ha dado favorablemente en grandes ciudades”.
Unos ven con beneplácito y esperanza la expansión de esta tecnología, otros creen que es el comienzo del fin de la sociedad tal como la conocemos y el inicio de una transición hacia otra en la que los costos sociales serían muy altos. Si bien se reconoce las potencialidades de la IA en sectores como la salud, también hay preocupaciones frente a las afectaciones que puede haber en el empleo.
Expertos están seguros de que la IA generará una gran transformación en las relaciones laborales, en las que algunas profesiones u oficios podrían ser obsoletos, pero también creen que pueden ser más los beneficios de esta revolución tecnológica y que de alguna manera la sociedad se reacomodará para que esos efectos negativos sobre el empleo no sean tan devastadores. “El avance en la tecnología en cualquier momento de la historia ha implicado cambiar la manera de trabajar, reestructurar labores, objetivos y métricas con el fin de sacarles el máximo provecho a las herramientas. Con la IA en Colombia sucederá algo similar. El empleo, las labores y los objetivos cambiarán para adaptarse a las nuevas necesidades y retos del mundo tecnológico y, así mismo, el empleado se reestructurará para sacar un mejor provecho al nuevo grupo de herramientas que tiene a su disposición”, afirmó Martínez.
El empleo es uno de los temas más sensibles, sin embargo, hay otra preocupación de la que poco se habla: la afectación a los derechos humanos. De acuerdo con Juan Diego Castañeda, codirector de la Fundación Karisma, ONG que promueve los derechos humanos en el uso de las tecnologías digitales, más allá del entusiasmo causado por el uso de la IA, el Estado colombiano y la sociedad civil deben estar atentos a cómo se está usando y cómo se va a usar esta tecnología: “Su adopción no es suficiente, pues requiere de toda una política pública. Por ejemplo, cuando llegaron acá los carros, se necesitó establecer señales de tránsito, reglas, manuales… Esto también debe suceder con la IA”.
Para Castañeda, el mayor riesgo que entraña la IA es que puede vulnerar los derechos humanos tanto en el ámbito privado como en el público. “Hay un peligro latente con esta tecnología y es el relacionado con la pérdida de la autonomía y la violación a derechos como la libre expresión. En el mundo existen programas basados en IA para calcular cuánto tiempo realmente trabajan los empleados a partir de expresiones faciales o posturas del cuerpo. En cuanto al Estado, el reconocimiento facial en lugares públicos puede constreñir la libertad de expresión y la privacidad”.
Tanto Castañeda como Martínez concuerdan que, para evitar los riesgos de la IA, el país debe crear una regulación basada en la ética y la defensa de los derechos humanos, y que se debe hacer con detenimiento, sin afanes.
Estas afirmaciones van en línea con lo que plantea la Asociación Latinoamericana de Internet, que afirma que el marco regulatorio para la IA no solo se debe centrar en los daños hipotéticos de estas tecnologías, “sino también en los riesgos de no usar la IA en contactos específicos, teniendo en cuenta sus beneficios y su potencial para fortalecer los derechos fundamentales”.