Especial Hecho en Colombia
Así se conserva la identidad cultural colombiana a través de las artesanías
Desde diferentes regiones, las comunidades le apuestan a mantener vivas las tradiciones y técnicas artesanales, que enriquecen la cultura, la historia y el desarrollo productivo.
Las artesanías forman parte del corazón de la identidad como colombianos. Son un bello reflejo de la esencia nacional, elaborado por manos incansables y talentosas, que han sabido con su creatividad atraer la atención de locales y extranjeros. Pero además de ser objetos que contribuyen a dinamizar la actividad turística, cientos de familias encontraron en esta actividad su sustento económico.
De acuerdo con Ana María Fries, gerente general de Artesanías de Colombia, las alianzas con otros sectores, como moda, joyería, arquitectura verde, hotelería y gastronomía, han sido decisivas para impulsar la artesanía local. “Esto ha permitido que se genere un movimiento de cocreación”, señala la directiva. Agrega que “los colombianos estamos orgullosos de vivir entre las artesanías, de estar rodeados de ellas, de vestirlas y de llevarlas a un punto de reconocimiento nacional e internacional nunca antes visto”.
Justamente, esa exposición internacional le ha permitido posicionarse como un referente importante en el continente y, por eso, hoy se consolidan planes de cooperación internacional con países como México, Perú, Chile y Brasil.
A continuación, algunos de los proyectos e iniciativas que preservan y visibilizan las técnicas artesanales más representativas de la cultura nacional.
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Revivir Macondo
Más de 60 artesanos de diferentes regiones del país se unieron para impulsar el realismo mágico que dejó Macondo, la tierra de Cien años de soledad, la reconocida obra de Gabriel García Márquez, mediante la creación de figuras de oro que resaltan el valor simbólico de la literatura colombiana. Este proyecto, liderado por PazApporte, le hace un tributo a la cultura popular de Colombia e impulsa la labor de jóvenes artesanos, especialmente de zonas afectadas por el conflicto.
“Teniendo en cuenta el reconocimiento mundial de las mariposas amarillas y la magia que dejó Macondo, quisimos crear un valor simbólico, rescatar los pescaditos de oro que fabricaba Aureliano Buendía e incluir a la mayor cantidad de artesanos de Colombia”, explica Wilmar Duque, encargado de PazApporte.
En Mompox se trabaja el oro y la plata; en Tumaco y Barbacoas, la filigrana; en Cundinamarca, la cuna del Dorado, el baño de oro de las figuras; y en Boyacá se incluyen las esmeraldas y los rubíes. También intervienen artesanos de San Jacinto, Chimichagua, Uribia, Tuchín y Sampués.
Legado muisca
El municipio de Ráquira, en Boyacá, es considerado la capital artesanal de Colombia debido a su trabajo de alfarería y cerámica, una actividad ancestral inherente al ADN de las familias raquireñas.
José Ramón Sánchez, miembro de Raquirarte, explica que la transformación de esta actividad se ha dado con ayuda de maquinaria industrial, herramientas y la comercialización masiva de los objetos. Por eso, asegura, el principal desafío es mantener las tradiciones alfareras.
“Queremos rescatar la forma de trabajo de nuestros abuelos y tatarabuelos. Nos dedicamos a plasmar expresiones tradicionales, decorativas y utilitarias hechas con el alma, y eso explica por qué nuestros artículos son expresiones ancestrales, un legado que nos dejaron los muiscas”, dice.
El arte de Crucelina
La artesana colombiana Crucelina Chocho Opua, quien pertenece al grupo indígena wounaan, del litoral de San Juan del Chocó, es experta en tejido de werregues, una actividad que aprendió cuando era niña. Gracias a ese conocimiento, en 2017 se convirtió en la artesana que logró mayores ventas en Expoartesanías, y, con el apoyo de Artesanías de Colombia, Crucelina ha participado en eventos de la talla del International Folk Market, el mercado artesanal más grande del mundo, que se realiza en Nuevo México, Estados Unidos. Además, una de sus clientas más reconocidas es la diseñadora de modas estadounidense Donna Karan.
Crucelina cree en la importancia de preservar las técnicas y obras de arte de sus antepasados. Por eso, cada una de estas cestas tejidas contiene patrones geométricos y motivos únicos para el pueblo wounaan.
Tejer la sabiduría
Fuera de utilizar piezas artesanales hechas con bejuco y guarumo para realizar diferentes actividades, como pesca, recolección de alimentos y cacería, los okainas comercializan productos como canastos, chinchorros, bolsos y cestos. Esta comunidad, ubicada en el resguardo indígena Predio Putumayo, el más grande de Colombia, hace un enorme trabajo para entretejer su historia y dar a conocer sus tradiciones.
Según explica José Pablo Neikase, artesano líder de Yaré Okaina, toda la creatividad está guiada por su conocimiento ancestral. Este les permite aprender y hacer uso de las especies vegetales de su hábitat. “Al ser tejidos mental y espiritualmente de manera tupida, recogen la sabiduría y el conocimiento del pueblo indígena, por lo que se continúa entretejiendo la historia y la memoria de nuestra cultura”, explica.
Esparto sostenible
Hace más de ocho años, el boyacense Mardoqueo Ladino comenzó a recoger esparto en el municipio de Cerinza. Durante este tiempo se ha preocupado por legalizar los procesos de cultivo y recolección para que los artesanos cuenten con materias primas de calidad y sostenibles.
En 2018 obtuvo el primer permiso de aprovechamiento sostenible de la especie no maderable esparto, que crece en el páramo Guina, en el municipio de Sativanorte, por parte de CorpoBoyacá. Un logro del que también se benefician las comunidades de artesanas dedicadas a la cestería en Cerinza y Duitama. Tan solo un año después, Ladino obtuvo la acreditación como negocio verde y hoy es considerado un caso de éxito, según la Oficina de Negocios Verdes y Sostenibles del Ministerio de Ambiente.