Especial Colegios
Educación pospandemia. Las lecciones de un colegio en Bogotá que logró facilitar la adaptación de niños y adolescentes a las aulas
Recuperar hábitos, rutinas y habilidades sociales con los niños más pequeños y generar espacios de reflexión y apoyo académico y emocional con los adolescentes son algunas de las estrategias que el Calatrava School utiliza con sus estudiantes. Su rectora comparte las reflexiones que les ha dejado este ejercicio.
La pandemia nos enseñó que debemos estar preparados para enfrentar situaciones adversas e inesperadas y los colegios son espacios vitales, en donde niños y jóvenes adquieren habilidades que les permitirán enfrentar con éxito los desafíos y dificultades que se presenten a lo largo de su vida. Consuelo Valderrama, rectora de Calatrava School, está convencida de que cada circunstancia adversa trae nuevas oportunidades. Sin embargo, asegura, que no existen las fórmulas mágicas y cada caso es único. En esta entrevista reflexiona sobre lo que vivieron los estudiantes y los retos que tenemos como sociedad para garantizar su bienestar y futuro.
¿Cuál será el efecto a largo plazo que veremos en la generación de niños y niñas que vivió la pandemia?
CONSUELO VALDERRAMA: En este momento no se puede responder a ciencia cierta esta pregunta. Lo que podemos hacer es evaluar qué aspectos cambiaron en nuestra forma de crianza, cuáles deben quedarse y cuáles desecharse o replantearse. Los adultos nos enfrentamos al temor de lo desconocido y esto generó, en muchos casos, la natural sobreprotección hacia los hijos. Pero es el momento de evaluarnos y revisar de una manera reflexiva si seguimos sobreprotegiendo o asumimos que la vida continúa y ejercemos nuestra principal labor como padres: preparar a nuestros hijos para enfrentar la realidad a la que van a llegar cuando sean adultos.
La situación que vivimos debe verse como una oportunidad para formar resiliencia en las nuevas generaciones, empoderar y fortalecer su carácter. Es importante que los niños y jóvenes aprendan que todos podemos adaptarnos a circunstancias adversas. Mostrarles la importancia del trabajo colaborativo que tuvo la sociedad durante esa época tan compleja. Los chicos deben ver que su contribución puede hacer del mundo un lugar mejor. El temor es una excusa para sobreproteger y no desarrollar en las nuevas generaciones autonomía, capacidad de decisión, autoconfianza y habilidades para hacer frente a la adversidad y aprender de los errores y situaciones. De este ejercicio consciente va a depender la generación que formemos.
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¿Qué tanto se ha afectado la salud mental?
C.V.: Esto depende de la edad. Para los niños entre 0 y 10 años la pandemia representó un cambio en los roles familiares, las dinámicas y las rutinas. Tuvo de positivo el hecho de que los niños contaban con sus padres todo el tiempo y eso les dio sentido de pertenencia a su núcleo familiar y mejoraron su autoestima al sentirse amados y valorados. De otro lado, también disminuyó su capacidad de valerse por sí mismos, se perdieron sus rutinas, sus hábitos de estudio y su capacidad para socializar. Al volver a la presencialidad el niño o la niña dejaron de tener la presencia de su núcleo familiar de manera constante y por lo tanto demandan de los docentes la misma atención que tenía con sus padres, lo cual no es posible. Es necesario reeducar a los niños en sus hábitos y rutinas de la vida escolar y fortalecer en ellos las habilidades sociales y de trabajo en equipo.
Para el adolescente la situación fue muy diferente, se sintió desarraigado de su núcleo social, que es muy importante en esta época de la vida. Perdió la libertad de salir y hacer planes con sus amigos, lo que elevó el uso de la tecnología para conectarse. Todo esto generó una pérdida del sentido de la vida, incertidumbre y pesimismo hacia el futuro. Disminuyó su capacidad de ser empáticos, es decir, de reconocer la manera cómo sus acciones afectan a los otros. Las estadísticas muestran un aumento en la ansiedad y depresión en los adolescentes. Aunque el regreso a la presencialidad ha sido positivo para esta población, es importante generar con los jóvenes espacios de conversación para que cada uno hable de su experiencia.
Entonces, cómo orientar a los adolescentes…
C.V.: Planteando estrategias que habiliten al adolescente a superar sus miedos. Acompañarlos a través del diálogo y motivarlos a que, por ejemplo, en lugar de tener una posición pesimista hacia el futuro, se pregunten qué pueden hacer para cambiarlo, inspirarlos a prestar un servicio social, a hacer ejercicio, a recuperar los hábitos de vida saludable. Es clave que ellos entiendan que durante el tiempo de pandemia siempre tuvieron con quién contar y fue la oportunidad de conocerse mejor a sí mismos.
¿De qué manera está abordando el colegio Calatrava el efecto de esta transición?
C.V.: Hemos hecho de todo. Con los niños más pequeños trabajamos fuertemente en recuperar los hábitos, las rutinas y las habilidades sociales. Este es un trabajo en equipo con los padres y docentes. Con los adolescentes generamos estos espacios de reflexión, apoyo académico y emocional, cuando se necesita. Adicionalmente, el colegio promueve la formación de habilidades sociales a través de un proyecto llamado Trayectoria de Vida, que se enfoca en la adquisición de estas habilidades. También adelantamos actividades de capacitación con los padres, a través de conversatorios sobre el estilo de crianza y la mejor manera de abordar las dificultades que se presenten.
¿Cómo se adaptó la pedagogía del colegio?
C.V.: El Colegio venía trabajando mucho el tema tecnológico, pero la pandemia ayudó a desarrollar de una manera más rápida el uso de la tecnología para el aprendizaje, los docentes cambiaron el chip y se adaptaron muy rápidamente. Como sabemos que el salón de clase ya no volverá a ser el mismo, fue necesario capacitar e implementar apoyos en pedagogías activas. Hemos sido innovadores porque el estudiante ocupa un rol principal en su aprendizaje y ha incorporado el enfoque de proyectos STEM, mediante el cual se da solución a problemáticas mundiales reales, lo que les ayuda a aplicar los conocimientos aprendidos.
¿Qué estrategias recomienda a los padres?
C.V.: Las estrategias deben implementarse dependiendo de la edad de nuestros hijos. No hay fórmulas mágicas y cada entorno familiar es único. Para los más pequeños lo principal es generar un ambiente familiar seguro en el que se sientan amados y valorados, pero en el cuál también hay límites y responsabilidades. La “regla de oro” es que lo que el niño está en capacidad de hacer por sí mismo, un padre no lo debe hacer por él.
Y, en el caso de los adolescentes…
C.V.: Para los adolescentes lo ideal es ser una guía para comunicar e identificar emociones. Con ellos la clave es ‘conectarse’, que sientan que pueden contar con nosotros como padres pero que nuestra función es orientar y educar. A través del mutuo acuerdo definir límites claros, acompañarlos a planear su tiempo entre lo académico y lo social, llegar a acuerdos sobre las responsabilidades y las sanciones. También es importante enfocarlos hacia el futuro, apoyarlos a descubrir sus habilidades y para qué sirven los conocimientos que están aprendiendo.