Especial Salud
Enfermedades crónicas: ¿un dolor de cabeza para el sistema de salud?
Aunque se han realizado esfuerzos importantes para mejorar la atención de los pacientes con enfermedades crónicas, se requiere de mayor financiación para garantizar la atención en todo el territorio nacional.
Diógenes quiere saber de quién es su corazón. El que palpita en su pecho dándole los años que pensó que no tenía. Hace una década camina con la duda de qué será de los padres de ese muchacho que un día salió en moto de la casa y no volvió. “Me dijeron que tenía entre 15 y 17 años. Quisiera algún día darles las gracias, porque con la donación que hicieron no solo me salvaron la vida a mí, sino a muchas otras personas”, aseguró Diógenes Quintero Hernández, de 66 años. Este hombre lleva toda la vida haciendo topografía, recorriendo el país y tratando de que su corazón no falle.
Desde 1982, y con solo 25 años, le diagnosticaron en Cúcuta una insuficiencia cardiaca. Se la empezaron a tratar con medicamentos y estuvo bien hasta antes de cumplir los 30, cuando tuvo el primer infarto. En ese momento trabajaba para el Instituto Geográfico Agustín Codazzi y el servicio de salud estaba a cargo de Cajanal. Recibió la atención que necesitaba y logró recuperarse. Mantuvo su ritmo de trabajo, empezó una familia y siguió viviendo con un corazón que funcionaba a medias.
Un día de 1992, en un recorrido por el Magdalena Medio, sintió en el brazo la picadura de un insecto que instaló en su ya frágil organismo el parásito de Trypanosoma cruzi, causante de la enfermedad de Chagas. Entre la debilidad de su corazón y el impacto que tuvo el Chagas en el resto de su salud y su estado de ánimo, Diógenes vivía “como con los días contados”. Le correspondió la transición al modelo de salud creado por la Ley 100 y, aunque no le gusta lo suficiente, reconoce en el fondo que le ha permitido mantenerse con vida, porque en 2012 le autorizaron el trasplante de órgano y en 2013 recibió un corazón joven y potente.
La salud del sistema
La enfermedad cardiovascular es la primera causa de muerte en Colombia y en el mundo. Los pacientes como Diógenes se cuentan por millones, con diferentes niveles de complejidad.
Tendencias
El internista y cardiólogo Jaime Alberto Rodríguez, presidente de la Sociedad Colombiana de Cardiología y Cirugía Cardiovascular, explicó que el impacto de estas enfermedades “se mide no solo en términos de mortalidad, sino también en la morbilidad que presenta, en los años de vida perdidos de la población y en el costo enorme al sistema de salud, especialmente cuando ocurren hospitalizaciones. Una insuficiencia cardiaca tiene hospitalización promedio de entre siete a diez días, y los costos que esto conlleva son muy elevados para el sistema”.
Aunque Rodríguez aclaró que las cifras recientes no están disponibles, estima que se gastan más de 5 billones de pesos al año en urgencias para el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares.
Por su parte, el doctor Sergio Iván Prada, subdirector de Innovación e Investigación de la Fundación Valle de Lili, analizó las implicaciones de la atención a pacientes trasplantados o con diagnóstico de cáncer, que son un grupo que exige de manera importante la financiación del sistema. “La disponibilidad de información sobre los costos asociados a la atención de pacientes trasplantados o el alto costo en el país es limitada. Hay más información sobre otras enfermedades. Por ejemplo, un estudio realizado por Gamboa et al 2016 estimó que en 2010 las etapas más costosas para el cáncer de mama podían representar de manera directa al sistema unos 145 millones de pesos por paciente. A precios de hoy y con los nuevos medicamentos y procedimientos disponibles los costos son superiores”.
Este experto agregó que en el mundo ya está establecido que los costos más importantes para un sistema de salud los producen las personas con múltiples enfermedades crónicas no controladas. Es decir, que un porcentaje muy pequeño de individuos consume gran parte de todos los recursos. “En Colombia, un estudio que llevamos a cabo con datos de una EPS para tres años diferentes (2010, 2012 y 2014) evidenció que el 80,4 por ciento de las personas que no presentaba ninguna enfermedad crónica y su gasto en servicios de salud, representaba aproximadamente el 50,6 por ciento del total. Por otro lado, las personas con dos condiciones crónicas representaban el 3,5 por ciento de la población analizada y eran responsables del 13 por ciento de los gastos en salud”.
De acuerdo con dicha investigación, se observó un patrón similar para las personas que padecían tres o cuatro condiciones crónicas. “El 49,4 por ciento de los recursos destinados a la atención de salud se distribuía entre el 19,6 por ciento de la población que sufría una o más enfermedades crónicas. En 2023, se estima que el gasto total en salud en Colombia es de unos 80 billones de pesos, así que el costo de los pacientes con enfermedades crónicas no controladas fácilmente puede bordear los 40 billones de pesos”.
Prada concluyó que en Colombia el sistema de salud ha enfrentado desafíos en la atención oportuna y adecuada de los pacientes con enfermedades crónicas. Aunque se han realizado esfuerzos para mejorar la atención, aún existen desafíos que deben superarse, como el acceso a servicios, el tiempo de espera, los recursos limitados y la coordinación de la atención, entre otros.
Limitaciones al servicio universal
La doctora Olga Lucía Moreno, gerente de la Fundación Cardiovascular de Colombia, está de acuerdo con que hay mucho por hacer para satisfacer las necesidades de los pacientes, especialmente para asegurarles el acceso oportuno y efectivo al sistema cuando se presentan los primeros síntomas.
“La relación está mediada por demasiados trámites administrativos antes de que la persona pueda llegar a los servicios de atención especializada. No todos los centros hospitalarios pueden prestar los servicios de trasplante de órganos, por ejemplo, entonces deben enfrentarse a gestiones que generan una pérdida de tiempo, que es algo súper valioso para el paciente con insuficiencia renal, hepática o cardiaca. Cuando llegan a las instituciones, previa autorización de las EPS, llegan a una lista nacional de espera, regulada por la red nacional de trasplantados”, afirmó Moreno. Y agregó que en el caso de una persona que se trasplanta, se logran buenos niveles de supervivencia, de hasta más de 30 años. Sin embargo, llegar a ese nivel es muy difícil para la mayoría de los usuarios, esto sin mencionar las dificultades que se presentan para recibir medicamentos o exámenes de control.
Aún así, Moreno cree que el sistema de salud de Colombia funciona mucho mejor que otros países. “Su concepción y su diseño son buenos, pero la ejecución de ese modelo hace que haya dificultades. Hay muchos intereses que impiden un correcto funcionamiento. Hay países en los cuales no se garantiza acceso universal, que es la premisa del sistema en Colombia, pero los pacientes que logran llegar a niveles especializados deben vencer muchísimas trabas”.
Pruebas como la pandemia demostraron que el modelo colombiano logró asegurar una cobertura universal y protección financiera, gracias a su estructura. Así lo cree Jairo Humberto Restrepo, investigador de economía de la salud de la Universidad de Antioquia, quien aseguró que, aunque el sistema está bien diseñado, “el problema está en la distancia entre el dicho y el hecho, porque la promesa de cobertura universal no se logra materializar para todos, sencillamente porque no tenemos los recursos”. Para este analista, el problema de fondo es la financiación. “Si queremos que el sistema cumpla con todo, se necesitan más recursos y una revisión de procesos para que sea más ágil. Los economistas decimos que hay un racionamiento de esos recursos que se vuelve implícito, vía filas, turnos y esperar para un tratamiento que a veces no llega”.
Prevenir, el mejor tratamiento
El doctor Jaime Rodríguez, presidente de la Sociedad Colombiana de Cardiología y Cirugía Cardiovascular, recordó que un componente clave para la buena salud es la adopción de hábitos saludables. “Si logramos que la población cumpla a cabalidad las medidas no farmacológicas, reduciríamos hasta 80 por ciento las enfermedades cardiovasculares. Una medida de la eficiencia de un sistema es el manejo preventivo de las enfermedades crónicas, especialmente en lo que concierne al control de los factores de riesgo cardiovascular. Gran parte del gasto en salud cardiovascular se dedica al alto costo en instituciones de salud de tercer y cuarto nivel, donde las enfermedades crónicas se identifican en fases avanzadas. Las sociedades científicas reclamamos la necesidad de priorizar todas las medidas de prevención primaria con estrategias que se puedan replicar en todo el territorio nacional”, concluyó.