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Las claves del colegio que a través de la educación personalizada exalta las virtudes y contribuye a descubrir los talentos de sus estudiantes
Un día cualquiera puede llegar este reporte del colegio: “El rendimiento presentado es bajo, su desempeño en el aula no es el esperado, se distrae con facilidad, no entrega a tiempo sus tareas y casi siempre está soñando con hacer otra cosa. Adicional, no sigue instrucciones ni obedece a la maestra”. Los padres de familia al leer estas palabras tienden a considerar que su hijo no entiende porque se le hace difícil la escuela y puede que sea diferente a los demás.
Crecer sin descubrir el propio talento ni dominar nuestras habilidades ha terminado por crear individuos que trabajan esperando el fin de semana, cuerpos que transitan sin ninguna intención por los pasillos de la universidad y familias que consideran a sus hijos personas comunes y corrientes, olvidando que la diferencia es una virtud.
La personalización es la primera clave. Durante muchos años se necesitó la escuela para acoger y evitar que muchos fueran llevados a ser trabajadores infantiles. Esta necesidad migró a la cobertura, logrando la mayor cantidad de estudiantes en cada aula para poder garantizar el derecho a la educación, sin embargo, las lógicas del aprendizaje no se transformaron. El mismo modelo educativo funcionó para una y otra situación, conduciendo a que la mayoría crezca sin hallar su talento. Es una consecuencia del aprendizaje masivo, de la escuela convencional y una formación sin pasión en los maestros. El aprendizaje personalizado va en dos sentidos, en los conocimientos esenciales que se pueden desarrollar para cada uno y en la cantidad de estudiantes por aula.
La segunda está en la adaptación. La homogeneidad que trae que todos aprendan lo mismo, al mismo tiempo y en el mismo lugar ocasiona que quienes puedan tener un talento natural sea obviado y en otras, se termine por aceptar que “no se es bueno para nada”. En ambas circunstancias el desenlace es aplastante. La adaptación va más allá de las condiciones económicas, la infraestructura de la institución e inclusión de la tecnología en el aula. Es fundamental orientar a cada niño y adolescente de acuerdo a sus talentos, habilidades y necesidades, dejar de lado los cursos clasificatorios por edad como único principio de asociación y flexibilizar el currículo. No es una tarea sencilla, pero es una de las razones que pone en crisis el actual sistema educativo.
La disrupción es la tercera clave. Se asocia fácilmente a las conductas disruptivas con desafiar la autoridad o no hacer lo que se considera aceptable, en otros campos con inventar sistemas operativos o inclusive, crear una nueva red social. En el espacio educativo la disrupción de un estudiante en el aula puede llevar a un maestro a renunciar, a un centro educativo a no renovar el cupo escolar y a una familia a considerar que su hijo demanda una educación especial. Se necesita aprender con fenómenos para vincular la experiencia y el saber, preguntar y poder levantar la mano tantas veces que los maestros podrán detectar el espíritu investigador en vez de castigar por interrumpir la clase, crear proyectos de aula que respondan a la realidad y el contexto del estudiante que le faciliten darse cuenta de sus talentos y necesidades.
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Hace 11 años en el Colegio Personalizado Renfort transformamos la educación con estas tres claves, abriendo nuestras puertas para quienes buscan aprender solos o en grupo, estar en un lugar seguro sin bullying, lograr flexibilidad horaria, acompañamiento, comprensión e inclusión para descubrir sus talentos.
Celebramos con ustedes este camino que cambia familias enteras y hoy puede ser el día para la tuya. Bienvenido(a), empecemos: