Camilo Cortés, socio; Alejandro Cárdenas, Counsel, y Eduardo Cárdenas, Socio.
Camilo Cortés, socio; Alejandro Cárdenas, Counsel, y Eduardo Cárdenas, Socio. | Foto: JUAN CARLOS SIERRA PARDO / SEMANA

Especial Abogados

Lecciones de fútbol para las empresas familiares

Así como el espíritu deportivo y el juego limpio no fueron suficientes para la profesionalización y el desarrollo de este deporte; en el caso de las empresas tampoco lo son las buenas relaciones y el cariño entre sus miembros. Reglas claras y árbitros son claves para salvaguardar el patrimonio y que la compañía trascienda de generación en generación.

30 de agosto de 2024

Imagine un partido, una final con un trofeo o medalla en disputa, pero esta vez aboliendo todas las reglas y prescindiendo del árbitro. Si con reglas y árbitro los partidos son rudos y llenos de discusiones, incluso con jugadores y espectadores yéndose a los puños, ni imaginar cómo sería sin ellos.

La transferencia de riqueza de una generación a otra es equivalente a una gran final donde hay mucho en juego y un alto grado de emocionalidad. Realizar esta transferencia con solo buena crianza y educación es poner en riesgo el patrimonio y armonía familiar por la falsa idea de que “mi familia es especial” y no requiere de reglas y mucho menos de terceros.

El fútbol no tendría la influencia, profesionalismo y desarrollo que tuvo si no hubiese sido por la combinación de tres factores: el espíritu deportivo (o fair play), las reglas codificadas y los árbitros. En el pasado no era así, pero la historia demostró que eran necesarios. De igual manera, el éxito y unión de las familias empresarias y sus negocios requiere de la presencia de estos tres elementos.

En los siglos XVIII y principios del XIX, se promovió el espíritu deportivo como parte de una educación “caballerosa”, destacando valores como el respeto y el honor. Sin embargo, este fair play fue insuficiente para evitar las discusiones y peleas entre los equipos porque las reglas variaban según la región. En algunas zonas se jugaba sin un tamaño de campo estándar o número de jugadores, mientras que en otras esos dos componentes eran definidos. En otros lugares se permitían prácticas como hacking (patear a un oponente en las espinillas) mientras que en otras zonas esto era prohibido. Y así con varias otras reglas como el uso de las manos y el fuera de lugar (offside). Esto solo generaba confusión y confrontaciones.

Surgió entonces la necesidad de codificar las reglas para establecer un marco claro y consistente. De este deseo, se fundó el 26 de octubre de 1863 la Asociación Inglesa de Fútbol (FA) con el objetivo de unificar y formalizar las reglas. Ese año, la FA documentó las primeras reglas oficiales, conocidas como las Reglas del Juego (the Laws of the Game).

A pesar de la unificación de estas Reglas de Juego, se mantenía la falta de imparcialidad y la inconsistencia a la hora de aplicarlas. Quienes resolvían las diferencias eran los capitanes o los jueces designados por los equipos, pero ambas figuras estaban sesgadas e hicieron evidente la necesidad de un verdadero tercero independiente. Por esta razón, 24 años después, en 1891, la FA introdujo la figura del árbitro para resolver las disputas y hacer cumplir las reglas.

En las familias empresarias estos tres elementos se traducen en buena educación, unos acuerdos escritos y un adecuado gobierno corporativo con la participación de independientes y con herramientas que permitan dirimir las controversias que se puedan presentar. La falta de cualquiera de estos elementos pone en riesgo el patrimonio y la familia.

Acuerdos de familia

En las familias empresarias, estas Reglas de Juego se refieren a los acuerdos para promover un ambiente constructivo y establecer normativas que prevengan futuros conflictos o que contengan reglas y procedimientos para resolver las diferencias que se presenten (especialmente por cuestiones financieras o de liderazgo).

Existe un sinnúmero de temas sobre los cuales versan estos acuerdos: si los miembros de familia pueden o no trabajar en la empresa, la forma de votación y toma de decisiones, si habrá o no préstamos internos, la forma de resolver los conflictos de interés que puedan surgir, las reglas para apoyar los emprendimientos, la forma en que se mantendrá informada a la familia sobre los asuntos patrimoniales, las políticas de distribuciones o de dividendos, y los objetivos filantrópicos, entre muchos otros temas.

Estas directrices también otorgan al fundador la posibilidad de planificar el traspaso generacional metodológicamente asegurando una transición ordenada y sin contratiempos. Estos acuerdos tienen como finalidad la preservación del legado familiar para que trascienda sin desmoronarse al pasar de una generación a otra. Según los objetivos y las temáticas, estos acuerdos pueden quedar plasmados en uno o en varios documentos, tales como un protocolo de familia, acuerdo de accionistas y estatutos, entre otros.

En junio de este año Familia Institucional inició una alianza con Hogaru, empresa creada en 2015, con el objetivo de ofrecer servicio de limpieza por días en empresas y hogares, a través de un personal de calidad.
El gobierno corporativo con independientes asegura la adecuada aplicación de los acuerdos de familia y aporta imparcialidad en la toma de decisiones. | Foto: iStock

¿Qué tan necesarias son estas Reglas de Juego?

Existen numerosos casos de patrimonios familiares que no sobrevivieron en gran parte por la falta de ciertos principios o reglas mínimas de convivencia familiar. Para citar un ejemplo, las familias Vanderbilt y Rockefeller en los Estados Unidos. Ambas consolidaron su fortuna durante los siglos XIX y XX, en plena Revolución Industrial. Sin embargo, no gestionaron su patrimonio familiar con el mismo nivel de previsión y cuidado. Mientras que los Vanderbilt no previeron ni establecieron un Protocolo de Familia que protegiera el patrimonio y que posibilitara la transición generacional, los Rockefeller definieron unas reglas de juego claras y para todos.

¿El resultado? Actualmente la familia Vanderbilt ha perdido casi la totalidad de la fortuna construida por su patriarca y, por el contrario, la familia Rockefeller logró consolidar un impresionante fideicomiso familiar (family trust) de miles de millones de dólares que actualmente beneficia a más de 170 herederos directos.

Independientes en el gobierno corporativo: la clave

Así como los árbitros en el fútbol, el gobierno corporativo con independientes asegura la adecuada aplicación de los acuerdos de familia y aporta imparcialidad en la toma de decisiones. Los miembros independientes en la Junta Directiva son un elemento esencial para garantizar esta imparcialidad y, adicionalmente, aportan experiencia y conocimientos que complementan aquellos de los miembros que sí son de la familia. El gobierno corporativo también permite que la toma de decisiones se realice de manera transparente, en beneficio de todos y que se eviten los bloqueos. El no poder tomar decisiones produce estancamiento y destruye valor patrimonial.

Otros órganos del gobierno corporativo son la asamblea de accionistas, el consejo de familia y la asamblea de familia. Aunque en estos órganos no hay miembros independientes, el objetivo que deben buscar sus miembros es el interés general de la empresa y de la familia. El gobierno corporativo y particularmente la presencia de independientes ayuda a proteger el valor del patrimonio, contribuye a la armonía de la familia y evita que los conflictos familiares afecten a la empresa.

¿La planificación patrimonial es solo para familias con riqueza excepcional?

Este es un mito que termina afectando a las mismas familias. El ejemplo de los Vanderbilt y Rockefeller hace referencia a patrimonios multimillonarios, pero esta planeación no está determinada por el valor del patrimonio sino por los elementos en juego en toda familia empresaria: riqueza, liderazgo y toma de decisiones. Riqueza no es sólo dinero, también se refiere a arte, objetos de valor económico y sentimental, activos compartidos como casas o fincas de verano, y acciones de empresas.

Toda riqueza, sin importar su valor económico, requiere de unas reglas claras de administración y distribución (dividendos, honorarios, pago de gastos, etc.). Tampoco es necesario que exista un negocio para que se deban fijar unas reglas sobre quiénes estarán involucrados en la administración del patrimonio, cómo serán las votaciones para tomar decisiones o se resolverán las diferencias cuando surjan. Todo patrimonio exige que haya reglas claras de aplicación imparcial como en el fútbol.

Tendencias en el asesoramiento a grandes patrimonios

Entre las tendencias emergentes en la planificación patrimonial se encuentra el aspecto digital. Por un lado, se refiere a contemplar como parte del patrimonio activos que antes no se incluían como, por ejemplo, los criptoactivos (criptomonedas, NFTs, cuentas en redes sociales, archivos digitales, etc). Por otro lado, está la digitalización de ciertos aspectos de la planeación. Un ejemplo de ello son los múltiples países que han adoptado o se encuentran en proceso de adoptar leyes sobre la notarización digital y el uso de blockchain en la trazabilidad de la propiedad y de los movimientos.

Estos son aspectos nuevos que deben tenerse en cuenta y que hace unos años no eran tan relevantes. En un mundo cada vez más digital, es imperativo contemplar la gestión póstuma de activos digitales, lo que incluye garantizar el acceso a éstos, así como determinar su distribución entre herederos o beneficiarios.

No cometa estos errores

Un error común y muy peligroso es no hacer nada, ya sea porque los miembros de la familia se entienden bien y, por lo tanto, no lo ven necesario, o porque el fallecimiento del fundador se ve lejano. Cuando las familias se entienden bien es precisamente el mejor momento de hacerlo, porque es más fácil llegar a acuerdos. Por otro lado, es un error pensar que los acuerdos solo son necesarios después de que el fundador falta. Al contrario, una parte importante de los acuerdos también tiene efectos durante su vida.

Estos son los errores más comunes:

  1. Acuerdos rígidos que impiden realizar ajustes como cambios en la residencia fiscal de miembros de la familia, cambios regulatorios o cambios por situaciones externas, entre otros.
  2. No incluir la distribución o disposición de los objetos de valor sentimental.
  3. No incluir el arte, los criptoactivos y otros objetos de valor (joyas, platería, etc.) como parte del patrimonio y, por lo tanto, no establecer unas reglas de distribución o uso sobre estos activos.
  4. No tener en cuenta los impuestos según el tipo de activos, la estructura y la residencia fiscal de cada miembro.
  5. Acuerdos sin consecuencias en caso de incumplimiento.

Lo que debe tener en cuenta una familia empresaria para buscar asesoramiento en la planeación patrimonial

En Dentons Cárdenas & Cárdenas, la filosofía que se emplea para asesorar a las familias empresarias se basa en cuatro pilares: primero, realizarse con personas que tengan la experiencia y que generen la confianza necesaria para obtener realmente una comprensión profunda de las circunstancias de la familia, pues se requiere el mayor nivel de confidencialidad para que la familia tenga la tranquilidad de tratar temas difíciles.

Segundo, debe ser una asesoría que vaya más allá de lo legal, incluyendo aspectos gerenciales, administrativos y financieros del patrimonio, y que tenga en cuenta las dinámicas propias entre los miembros de la familia. Tercero, que la planeación incluya las diferentes generaciones para que sea más efectiva. Y cuarto, que la asesoría no se limite a elaborar unos documentos, sino que incluya su implementación y la formación a la familia.

*Contenido elaborado con apoyo de Dentons Cárdenas & Cárdenas