Niñez
¿Los niños nacen con un pan bajo el brazo? Eso no es lo que indican las cifras durante la pandemia
El Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas-WFP, se unieron para fortalecer la seguridad alimentaria y los derechos de miles de niñas y niños que se han visto afectados por los estragos de la pandemia y el desplazamiento.
El viernes 20 de noviembre se celebra a nivel mundial el día Universal del Niño, una iniciativa de Naciones Unidas que busca proteger a los pequeños menos favorecidos y luchar por el reconocimiento de los derechos de la infancia. La conmemoración se da en homenaje a la aprobación de la Declaración de los Derechos del Niño en 1959 y a la Convención sobre los Derechos del Niño de 1989.
Más allá de recordar esta fecha, se trata de aprovechar la oportunidad para poner sobre la mesa los principales retos que enfrenta Colombia en la protección y bienestar de los menores. Actualmente, con el golpe social y económico de la pandemia, una de las dificultades más grandes que enfrentan las familias es la reducción los ingresos y en consecuencia un acceso más limitado a alimentos, lo que genera graves problemas de nutrición en niñas y niños justo en la etapa más crítica de crecimiento. Ahora ellos pasan más tiempo en casa y al estar lejos de su colegio, los casos de maltrato físico o verbal pueden invisibilizarse, las afectaciones psicológicas aumentan y agudizan los niveles de inseguridad alimentaria.
Según cifras recientes del Dane, por lo menos 1,6 millones de familias colombianas pasaron de consumir de tres a dos comidas diarias; y en su último informe de seguridad alimentaria durante COVID-19 en Colombia, el Programa Mundial de Alimentos advierte que 1 de cada 10 hogares en el país presenta niveles de inseguridad alimentaria severa, volcándose a comprar alimentos menos costosos, reducir el tamaño de las porciones e incluso restringir el consumo de los adultos para que los más pequeños puedan hacerlo. En pocas palabras, sacándose el pan de la boca para que sus hijos no aguanten hambre. ¡Será porque no lo traen debajo del brazo como dice el dicho!
Ante este problema, el estado colombiano ha respondido con una serie de iniciativas a nivel nacional que el ICBF abandera desde hace varias décadas. y se generó una poderosa alianza para mitigar el impacto negativo de la pandemia en la alimentación de los más pequeños. El ICBF está implementando la Estrategia de Fortificación Casera con Micronutrientes en Polvo para niñas y niños que hacen parte de los programas orientados a la primera infancia y gracias al apoyo del WFP,150.000 niños y niñas entre los 6 y 24 meses de edad tienen acceso a este beneficio en los 8 departamentos que conforman la Región Atlántica (Atlántico, Bolívar, Cesar, Córdoba, La Guajira, Magdalena, Sucre y San Andrés), por ser esta la que presenta mayor prevalencia de anemia por deficiencia de hierro en la primera infancia.
Pero el proyecto no se queda allí. Adicionalmente contempla un componente educativo y de acompañamiento referente a los temas de nutrición, con el fin de mejorar los hábitos alimenticios y estilo de vida saludable de las familias beneficiadas.
La alimentación es paz
Al inicio de esta semana Antonio Guterres, Secretario General de la ONU, señaló durante una sesión de alto nivel que “la alimentación es paz” en un elogio a la gran labor que realiza el Programa Mundial de Alimentos en los más de 80 países donde actualmente tiene presencia. “Ustedes son mensajeros de paz, esenciales para el cese al fuego a nivel mundial”, destacó el máximo representante de la ONU.
Y es que, en Colombia, además del esfuerzo realizado para fortalecer la seguridad alimentaria de los menores, el WFP y el ICBF trabajan en otro de los problemas que enfrentan las niñas y los niños de nuestro país y sus familias: la violencia armada. Ante esta amenaza, que no ha desaparecido durante la pandemia, ejecutan a toda marcha en la estrategia de Unidades Móviles para atender población víctima del desplazamiento forzado.
Estos equipos compuestos por cuatro profesionales en nutrición, psicología y trabajo social se adentran a las zonas más apartadas del país para brindar acompañamiento psicosocial a los grupos más vulnerables del territorio.
Actualmente, 117 equipos se movilizan por los 32 departamentos del territorio nacional para atender a las comunidades víctimas del desplazamiento y restituir los derechos de niñas niños y adolescentes, así como los de mujeres gestantes, madres lactantes, familias indígenas, afrodescendientes, raizales, palenqueras y rom afectadas por ese flagelo.
Otro eje muy importante del apoyo del WFP en Colombia, es la asistencia a la niñez a través de los programas de alimentación escolar, como complemento a las acciones del Ministerio de Educación Nacional en el departamento de La Guajira, y en otros 4 departamentos para población migrante. De esta manera se asegura a cerca de 120.000 niñas y, niños y adolescentes estudiantes una nutrición que les permita un desarrollo físico e intelectual adecuados para continuar con sus estudios.
Sin dejar a nadie atrás
El Programa Mundial de Alimentos tiene actualmente la respuesta más contundente a población migrante en Colombia, brindando asistencia mensual a un promedio de 350.000 personas vulnerables provenientes de Venezuela, colombianos retornados y comunidades de acogida.
Parte de esa respuesta, se encuentra en 4 Unidades Móviles dedicadas exclusivamente a la atención de estas comunidades en los departamentos fronterizos de Arauca, Norte de Santander, La Guajira y Nariño. Estos trabajan bajo un marco normativo y vinculados a programas como “Mis Derechos Primero”, con el propósito de articular esfuerzos en la prevención y acción integral para la defensa de los derechos de la niñez.
Un balance de esta iniciativa señala que en lo que va del año se han atendido casi 155.000 personas, de las cuales más de 88.000 fueron niñas, niños y adolescentes. Además, el WFP está asistiendo a través de 33.000 bonos alimentarios a familias, niñas y niños vulnerables en los departamentos de Córdoba, Nariño, Cauca, Valle del Cauca y Chocó.
El tema del hambre en Colombia se está agudizando nuevamente debido al impacto socio económico del COVID. El Premio Nobel de la Paz, recientemente otorgado al WFP, ha puesto en evidencia que la seguridad alimentaria y la paz van de la mano, y por ende necesitan ser una prioridad para todos. Alianzas estratégicas como la del ICBF y el Programa Mundial de Alimentos de la ONU dan frutos que alimentan a quienes más lo necesitan, sin dejar nadie atrás.